Sólo recuerdo que esta es una traducción amateur y puede contener errores. Así que si tienen sugerencias para mejorar tal o tal cosa, las pueden dejar en la caja de comentarios que con gusto las revisaré. En todo caso lo de siempre, si quieren leer una mejor versión vayan a la original. Esta es sólo una tentativa por acercar al público no angloparlante a este muy buen libro. Además, el texto que se utiliza para esta traducción es la primera edición.
INTRODUCCIÓN
Aquí miente World Championship
Wrestling 1988-2003
¡World Championship Wrestling no debía morir!
Cualquier persona con sentido común sabe que es verdad. Cuando la compañía
empezó a tener su apogeo en 1997 todo indicaba que estaba destinada a florecer
y a prosperar. La empresa tuvo varias ventajas injustas, lo que mostraba que no
solo querían continuar expandiendo sus utilidades, sino que querían
eventualmente volver polvo cada una de las otras compañías de wrestling del
país.
¿Por qué no pudo?
O mejor, ¿cómo no lo lograron?
La compañía tuvo los mejores talentos individuales que el mundo del
wrestling ha conocido: los dos hombres que definieron el wrestling profesional
en los años 80 Hulk Hogan y Ric Flair, quienes hicieron su hogar en WCW. Los
más populares wrestlers de los 90s, incluyendo a Sting y Bret Hart, quienes compitieron
en los rings de WCW; al igual que Kevin Nash y Scott Hall, los cuales
revolucionaron el negocio como los
Outsiders y poco después formaron el núcleo de la infame New World Order.
La compañía tuvo los más talentosos in-ring
workers: como Chris Benoit, Eddy Guerrero y Dean Malenko; al igual que los más grandes high-flyers del mundo (Juventud Guerrera,
Rey Mysterio jr) entre otros. Si lo anterior no es suficiente, la WCW contrató
al hombre que pudo liderar la industria en el siguiente milenio, quien
congregaba miles de fans en diferentes arenas para ser visto: Bill Goldberg.
Semejante roster de talento no había sido visto en una empresa single
pro-wrestling antes.
Cuando su buque insignia WCW Monday Night Nitro fue creado, muchos fans
viejos regresaron para ver las estrellas con las que crecieron, creando la
mayor audiencia de wrestling que la industria de la televisión por cable había visto jamás. WCW estuvo en un lugar que ninguna otra compañía tuvo desde que
Vince Mcmahon tomó la World Wrestling Federation nacional a mediados de los
años 80 con el ánimo de acabar con toda la competencia. Muchos wrestlers
estuvieron impacientes de irse de sus respectivas compañías para entrar en la
WCW, no sólo para incrementar sus salarios, sino también por el miedo de que la
WWF dejara de existir. De alguna forma, estaban mirando cómo sobrevivir.
WCW fue más allá. Nitro sobrepasó no sólo a Raw en los ratings, sino a
otros programas en la televisión. Ellos no eran únicamente el show de wrestling
número uno, sino también el programa más visto de la televisión por cable. Cada
semana Nitro presentaba 3 horas de acción en vivo con storylines de punta, luchas
emocionantes y una producción que el mundo del wrestling no había visto antes.
Además, la WCW tenía uno de los tours con más utilidades en el país, ya que los
fans no sólo iban a las arenas para ver los nitros en vivo, sino también para
ver los megashows del mes. Los que no podían ir al show en vivo ordenaban el pay-per-view, gastando más de 30 dólares
al mes para ver los eventos especiales. Y no olvidemos la gran cantidad de
mercancía vendida, desde camisetas, posters y revistas, hasta ositos teddys en
versión luchador; todo con el logo de la WCW.
Lo anterior, le dio dinero a la compañía, la cual llegó a tener ganancias
de más de 55 millones de dólares en un solo año.
Ahora retomemos otra vez, para dejar constancia de por qué la WCW no debía
morir.
En efecto, no sólo la WCW no debió desaparecer de la faz de la tierra, sino que haber pensado en su fracaso era realmente absurdo.
¿Cómo fue posible que esta compañía tuviera el mismo destino del dodo? Los
fanáticos de la WCW decían—inexactamente, pero ese no es el punto—que ésta debió
haber durado como cien años. ¡¡¡Cien años!!! No sólo debió haber durado más que
cualquier empresa de wrestling, sino que incluso, ellos insistían que debió
haber durado más que cualquier otra forma de entretenimiento. Debió haber
durado tanto como la televisión, el cine o la Liga Nacional de Fútbol Americano. Por dios, la WCW no era sólo una empresa de
wrestling, ¡sino era una institución americana!
Era impresionante como la compañía pudo simbolizar el volver a las raíces,
“casi a los días de Abraham Lincoln”, pero más impresionante aún, es el hecho de
que tenía como dueño al más grande magnate de los medios de comunicación en
todo el universo: Ted Turner, la verdadera razón del porqué la empresa no podía
ni debió haber muerto; simplemente porque tenía mucho maldito dinero detrás de
ella. Turner obtuvo la compañía a finales de los años 80 como un juguete, como
un hobby y a decir verdad, no estaba preocupado de si llegaba a ganar un
centavo. Nada perdía, puesto que para él, todas las pérdidas eran como quitarle
un pelo a un gato y nada cambiaría esto.
Pero desde que el wrestling tuvo como elemento clave las cadenas de
Turner o mejor, desde el lanzamiento de Superstation, ellos se encargaron de
mantenerla, sin importar lo que fuera.
De esta manera, ellos tenían sus shows al aire en sus canales TBS y TNT en
las horas prime de los lunes, miércoles, sábados y domingos en la noche. Piensen acerca de
esto: en cualquier semana, la mayoría de las veces, WCW era presentada en el
prime time de una de las cadenas de Turner.
Si hubiese sido necesario un espacio de tiempo vacante para un nuevo
show, o quizá un empleo bimestral especial, el tío Ted solo necesitaría
realizar una llamada. Pero volviendo al poder de las cadenas de Turner, la
promoción de los eventos PPV no era menos que grandiosa.
¿Quién en la tierra se podía imaginar que la World Championship Wrestling
moriría?
Después de todo, si la compañía debía a morir, pudo haberlo hecho años
antes de llegar a su cumbre. WCW pudo
haber muerto en 1993, cuando perdió 6 millones de dólares filmando carísimos videos
publicitarios de los que se destaca el de los botes explosivos y los enanos de
un ojo. Debió morir cuando un supuesto “cowboy” racista fue campeón e intento
crear un tag team de esclavos que comprendía a dos negros; enfadando al Hall of
Fame y a Hank Aaron en el proceso. También pudo haber muerto cuando perdió a su
mejor talento Ric Flair.
Pudo haber muerto y quizá debió morir, pero no lo hizo.
World Championship Wrestling nunca murió. Se burlaron en la cara de la
muerte y siguieron riéndose al ganar más dinero en 1997—como 50 millones—en
comparación al que habían perdido en años anteriores. WCW no estaba muriendo;
estaba creciendo y expandiéndose, convirtiéndose en la compañía de wrestling
que nadie podía enfrentar. WCW estaba siendo el punto de referencia del éxito
en la industria del wrestling. Los fans lo sabían, los luchadores lo sabían y
hasta WWF y Vince Mcmahon lo sabían. La WCW era exitosa, por lo que los estúpidos
errores que realizaron, no tendrían importancia al lado de las utilidades entrantes.
Los ratings que llegaban los martes en la mañana justificaban cualquier cosa junto
a los increíbles buy rates[1] y el público en vivo.
Sí, la WCW estaba en la cima y supo cómo estar ahí, pero nunca cambió nada.
Después de todo, ¿por qué hacer relevo para que los nuevos talentos estuviesen
en los primeros puestos? Las estrellas habían estado en la cumbre por años —los
Hogan, los Nashes y otros— y siguieron siendo estrellas por años, por lo que nunca
fueron bajados de su pedestal. Claro, los otros eran jóvenes y —dudosamente—
los más talentosos del roster, pero ellos ciertamente no vendían.
Los fans no
podían comprar a estos chicos como main-eventers;
ya que después de todo, esos wrestlers nunca habían tenido una posición
importante antes y nadie sabía si ellos podían soportar la presión. Por otra
parte, Hogan y Nash fueron las estrellas a los ojos de los fans. Si alguno
intentaba convencer a los directivos de la WCW de otra cosa, estos dos
luchadores estarían más que felices de ir a explicarles cual fue su rol cuando
transformaron la compañía en la número uno del planeta.
Pregunta: ¿Por qué arreglar lo que no estaba dañado?
Respuesta: Porque aunque no estaba dañado, estaba deteriorado.
Casi tan rápido como crecieron, los ratings se estancaron. De la misma
forma que la base de fans de WCW empezó a llegar en números record, se
paralizaron los ratings, es decir, de forma estrepitosa.
La audiencia se cansó de ver el mismo viejo contra el mismo viejo y la gente votó
con su control remoto. No sólo los ratings colapsaron, los buy-rates de los ppv importantes también bajaron y poco a poco cayeron al fondo del abismo.
Los luchadores que supuestamente llevaron a la compañía a su apogeo,
empezaron a formar riñas tras vestidores, eligiendo la vanidad, como ladrones
en la noche, antes que cargar con cualquier culpa por los fracasos (tal y como
cualquier otro parcialmente haría).
Incontables millones fueron gastados en arreglos rápidos que no hicieron
más que alejar a los fans. Regímenes cambiaban en backstage. Nuevos escritores fueron traídos. Nuevos sets eran
construidos. Nuevos PPV fueron creados. Bandas de Rock and roll eran traídas
para mini-conciertos.
Nada hacía una maldita diferencia. Todos esos arreglos cortoplacistas
valieron tanto como colocarle una venda a un tumor cancerígeno.
¿World Wrestling Championship se suponía que no debía morir?
Es cierto.