Ayer fui a la feria
“internacional” del libro de Bogotá, conocida también como el “evento de
promoción de la lectura”[1]
y no me gustó. Debo empezar aceptando que es la primera feria del libro de
Bogotá a la que voy, así que no sé si otrora fue mejor. En todo caso no me
gustó, no me pareció que “fomentara la lectura” (o promocionara si así lo
quieren) y si por el contrario convirtieron la venta de libros (dentro de CORFERIAS)
en una actividad excluyente. Más adelante les diré porque levanto esta
acusación.
La Feria “Internacional” del
Libro de Bogotá (FILBO) es un evento anual organizado por dos compañías
privadas (CORFERIAS y Cámara Colombiana del Libro) en compañía de varios
patrocinadores, dentro de los cuales, en ocasiones manejan dineros públicos
como por ejemplo con el patrocinio de Ecopetrol, que al ser sociedad de
economía mixta, así suene pleonasmo, maneja plata del estado. Su teleología es
la de (sarcasmo) promover la lectura y en tal sentido (en serio) la venta de
libros.
Ahora bien, animado por conocer
como era la dichosa feria del libro de Bogotá que promocionaban con ahínco
presentadoras de farándula en canales nacionales como RCN (mala espina) y animado
por saber del conversatorio con Fernando Vallejo sobre Cuervo, pagué los 1.750 pesos del transmilenio con el
animo de entrar en uno de los buses articulados que me llevaban a la estación CAD, la cual me dejó como a 7
cuadras de CORFERIAS. Luego de bajarme, caminé varias cuadras, acompañado de
otras personas que también iban a la dichosa feria del libro, esquivando otras
que salían de la misma con bolsas que tenían el logo de planeta, random house
entre otras casas editoriales. La mayoría (según pude detallar) llevaban dentro
de sus paquetes uno o dos libros máximo, lo que me hizo ser escéptico frente a
los supuestos súper descuentos que pregonaron las citadas presentadoras.
El primer inconveniente con el
que me topé al llegar a CORFERIAS fue la entrada. ¡Como satanaces se les ocurre
cobrar entrada si están fomentando la lectura y los libros! Además, cómo son
tan descarados de cobrar siete mil pesos por entrada. Algunos dirán “siete mil
pesos no es mucho dinero”, pero el problema es que si van con varias personas o
peor aún, si van con la familia (digamos papá, hijo y esposa), el precio para
entrar a la venta de libros se puede metamorfosear fácilmente en 18 o 20 mil pesos. Una parte de lo que
vale un libro. En fin. Sigamos. Pagué mis 7.000
pesos (haciendo una larga fila) e ingresé al lugar (haciendo otra
gigantesca fila). Me dirigí al pabellón más cercano que decía “libros
universitarios” o algo así (discúlpenme por no tomar fotos, la cámara de mi
celular murió luego de que este nadara con los peces y de igual forma, pido
disculpas por no anotar los nombres de los pabellones) y caminé por varios de
los stands, encontrándome con que los libros en el lugar no se bajaban de 60.000 pesos. Los pocos que tenían un
valor “accesible” (25.000 pesos), eran
por lo general ensayos de 50 hojas o menos que realmente no valían la pena (en
mi humilde opinión). Salí de aquel lugar y me dirigí a un pabellón mucho más
interesante que quedaba en el extremo opuesto de donde estaba: el de los
dibujos. En el primer piso había algunos
puestos que promocionaban la venta de comics a precios exorbitantes como 50 o 60 mil pesos. A su lado, estaban
las historietas “baratas”, de segunda, ¡¡a 30
mil pesos!! (Coloco en signos de exclamación porque el valor de un ejemplar
nuevo, según la portada, era de 8 dólares). Seguí mi travesía por aquel pabellón
de las imágenes. Me encontré con un stand que, en condiciones normales, debió
ser una debilidad para mí: libros antiguos. Entré en el lugar pero salí tan
rápido como pude. Los libros estaban casi al mismo precio de los nuevos y pues
yo, que soy un visitante asiduo de librerías de segunda, les puedo asegurar,
que esos mismos libros se pueden conseguir por la mitad del precio que pedía el
librero.
Subí aburrido al segundo piso.
Allí me encontré con caricaturistas, retratistas y compañía. Aquel lugar era
mejor que el de abajo, pero el problema es que había muchísimas personas y era difícil
caminar por el lugar. La caricatura de una persona valía en la mayoría de
puestos 20 mil pesos. Habían también
dos o tres artistas que cobraban 60 mil
pesos, pero en imágenes mucho mejores. También vendían en el lugar retratos
bonitos de 20 mil pesos para arriba.
Considero que fue de lejos, el mejor espacio en el que estuve (con la gravedad
que ello conlleva, teniendo en cuenta que soy el tipo de persona que cuando
entra en una librería por lo general se lleva un libro).
Salí del lugar y me dirigí al
pabellón central, el de Brasil. En él me encontré con muchos libros en portugués,
sobre arte, cocina y uno que otro de literatura (esperaba lo contrario). A un
lado de los stands de libros, vendían comida brasileña (o eso decían los
meseros). Como anécdota, pregunté si tenían libros de Nelida Piñon (no la
conozco pero he oído recomendaciones de ella) y me mandaron para el Fondo de
Cultura Económica. Más adelante me dirigí allí, pregunté si tenían libros de
Nelida Piñon y me mostraron “el calor de las cosas y otros cuentos”, que en
condiciones normales valía 71.000,
pero por ser feria tenía descuento y terminaba valiendo…sesenta y nueve mil pesos!($69.000). No jodás. Estos vergajos dicen
promover la lectura y miren, libros a 69 mil. Más del 10% del salario mínimo. Y
eso que no les cobran impuestos por los libros y que Brasil es el país invitado
de honor. En fin.
Seguí mi travesía por la feria
del libro y llegué al pabellón de Random House. Desde que me enteré que esa
editorial fue una de las que promovió la ley SOPA, dejé de comprar libros de su
casa editorial. No obstante lo anterior, como una mirada no hace daño a nadie,
me adentré en aquellos terrenos, para encontrarme con que vendían buena
literatura a precios más asequibles (de bolsillo claro). Vi a Pastoral
Americana de Roth a 27 mil pesos y “Cuentos
Esenciales” de Guy de Maupassant en 32
mil pesos (un precio asequible en comparación al resto de libros). De la
misma manera, vi otros clásicos en precios relativamente asequibles (de 30 para
arriba), pero el que me tentaba y me cantaba al oído “I´m sexy and I know it” era el de los cuentos esenciales. No obstante
lo anterior, no me llevé ese libro porque no patrocino empresas que financian
leyes como SOPA, las cuales defienden los intereses de unos pocos en perjuicio
de muchos. Como dato adicional, en aquel lugar estaba firmando libros una joven
y bonita escritora de nombre Lauren Kate, autora de la saga “Oscuros” (un nuevo
libro de amor para adolescentes). No conozco su prosa y no sé si será tan malo
como la de los vampiros, pero bueno. No puedo criticar a quien no conozco, pero
la autora se veía bonita, aunque sus libros por el contrario...
Sigamos con el viaje a la feria
del libro de Bogotá. Seguí pasando a través de los estantes encontrándome con gigantescos
afiches con portadas de best-sellers (los juegos del hambre por ejemplo) y con
avisos del tipo “el libro más vendido”, “premio xxx” o “la novela que
revolucionó…”, entre otros. Siempre he sido escéptico de los libros con
gigantesca campaña publicitaria de fondo. Por lo general, estos libros terminan
siendo de auto-ayuda o narraciones de dudosa calidad que recurren al bonito
para-texto para poder vender sus existencias. En todo caso, pasé por el
pabellón de Panamericana, que ofrecía descuentos tan exquisitos como el del
libro “viajando sin papel higienico” de Daniel Tirado, que en un día normal
valdría 45.000, pero que con
descuento de feria su precio era de 41.000.
Creo que con lo anteriormente
narrado, ya me habré dado a entender de qué forma la cámara colombiana del
libro, fomenta la lectura y la venta de los libros. En todo caso, pasaré al
siguiente punto de mi visita: la conversación de Fernando Vallejo con William
Ospina. Esta tuvo lugar en el auditorio José Asunción Silva, pero no la pude
ver. Para empezar llegué al lugar a dizque hacer fila a las 4:15 de la tarde
(45 minutos antes de empezar). El auditorio estaba cerrado mientras el citado
columnista lanzaba su ya conocida diatriba contra el procurador y presentaba su
libro. Fui de los primeros pendejos que hizo fila por el lado delantero del
lugar. Esperé como media hora a que abrieran y de un momento a otro, un tipo
dijo: “no es por este lado, es por el lado izquierdo” y me desplacé a donde
estaba la supuesta fila para quedar en un puesto cercano a la puerta. Todos estábamos
a la espera. Queríamos que abrieran la puerta para ver a Vallejo hablando de
gramática. Pero no, la puerta nunca se abrió. Aquella masa de piel y huesos que
hacía fila tenía que quedarse con la frustración de quedarse afuera. Mientras
tanto, dentro del recinto, escritores como Juan Gabriel Vásquez, chicos con escarapela de prensa (hubo como 10 “periodistas” de un
medio escrito), personas con escarapela del ministerio de cultura, entre otros,
miraban desde adentro a los que estábamos afuera (aunque sin burlarse, sólo por
curiosidad). Podría decir sin temor a equivocarme, que la mayoría de personas
que estaban adentro eran gente con escarapelas o algún estatus especial que los
“elevaba” sobre todos nosotros. Ningún funcionario de CORFERIAS fue capaz de
decirnos que no íbamos a entrar, ni tampoco fueron capaces de organizar nada.
Ah, también sacaron “por solidaridad” (así dijo la vieja desde adentro) a
personas que estaban adentro y que no tenían escarapela o carnet de alguna
entidad burócrata del gobierno.
Siguiendo con la narración de los
hechos, no pude entrar y me dirigí a la “pantalla gigante”, la cual estaba en
una horrible posición que no permitía a muchos ver el conversatorio. En los
alrededores no había NADIE organizando, por lo que todos tuvimos que
posicionarnos en algún lugar donde pudiéramos ver la pantalla y escuchar lo que
decían los conversadores desde adentro. No estuve mucho tiempo. No me fui por
el estruendoso aguacero que nos hizo sacar la sombrilla a todos los que estábamos
parados alrededor de la pantalla gigante (ya les dije, no había organización y
la pantalla estaba mal posicionada), sino porque sufro de una vaina que se
llama sincope neurocardiogénico (por la que básicamente empiezo a tener visión
borrosa y mareos que llevan al desmayo cuando estoy entre muchedumbres, razón
por la cual, nunca acudo a eventos multitudinarios). Antes de irme vi como unos
dizque periodistas de RCN exigían la entrada por ser de aquella cadena, pero
ninguno de los del público los dejó pasar. Para la gente que no había entrado,
la ley era para todo el mundo y si la orden era que no entraba una persona más,
así se tenía que cumplir. Lo mismo ocurrió con unos policías que llegaron con
una asquerosa actitud de gendarmitos mandadorcitos, que amenazaron a la señora
que no los dejaba pasar. Afortunadamente la gente se puso de acuerdo y no
permitió que pasaran.En fin, me fui con una mala recepción de la feria del
libro de Bogotá.
Como dije antes, no se fomentó
ninguna venta de libros ni tampoco la lectura. Los libros tenían el mismo valor
que en las librerías y de alguna forma, fueron en un elemento excluyente ya que
por sus precios, no cualquiera podía obtenerlos. Ojala no salgan los
escritorcitos de cuarta (como cité alguna vez en este blog) a decir que lo que
ocurre es que la gente le gusta beberse la plata porque la cosa tampoco es así.
45.000 o 30.000 no los tiene cualquiera para comprar un libro nuevo. Tampoco
vi muchos descuentos en los cubículos de las librerías. En este, el supuesto año de ese gran escritor llamado Rafael Pombo, me encontré con una nueva edición de sus cuentos infantiles ilustrados en 49.000, también a 36.000 y 39.000. Había
unos que eran la excepción a la regla que estaban a un precio realmente
asequible como era el de 12.000 o 18.000, los cuales tenían la mala
fortuna de tener uno o dos cuentos nada más. Sale más barato sacar un carnet de
la biblioteca y tomar prestados los libros de Pombo.
Con todo lo anterior, quiero dar a entender que esta feria de ninguna manera busca fomentar la lectura ni la venta de libros. Tampoco el encuentro con los autores (como llegué a pensar alguna vez). Simplemente es un evento comercial como cualquier otro y es les recomiendo acudir a una librería donde no le cobran los 7.000 pesos de entrada. Nunca pensé que al estar escribiendo sobre una feria del libro sólo tuviera material para hablar de los precios de los mismos o de la mala organización en lugar de escritores, novedades y recomendaciones de libros. Pero así fue y no recomiendo a nadie ir a uno de estos eventos. Están sobrevalorados. Y/o peor aún, desincentivan la lectura.
Con todo lo anterior, quiero dar a entender que esta feria de ninguna manera busca fomentar la lectura ni la venta de libros. Tampoco el encuentro con los autores (como llegué a pensar alguna vez). Simplemente es un evento comercial como cualquier otro y es les recomiendo acudir a una librería donde no le cobran los 7.000 pesos de entrada. Nunca pensé que al estar escribiendo sobre una feria del libro sólo tuviera material para hablar de los precios de los mismos o de la mala organización en lugar de escritores, novedades y recomendaciones de libros. Pero así fue y no recomiendo a nadie ir a uno de estos eventos. Están sobrevalorados. Y/o peor aún, desincentivan la lectura.
Dedico esta entrada a aquellos anónimos
que desde la entrada del auditorio José Asunción Silva aplaudieron a Fernando
Vallejo sin que él lo supiera. Por todos los vericuetos que tuvieron que
atravesar, por recibir las implacables gotas de lluvia sobre su cabeza y los
malos tratos de los policías auxiliares y personas del staff de CORFERIAS que
no tuvieron ninguna consideración por los supuestos lectores a quienes iba
dirigido este evento, quise escribir esta entrada.
Algunos links:
-http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-340857-alarma-ley-del-libro
[1] http://www.feriadellibro.com/pagina.cfm?StrIdioma=es&IntIdioma=1&IDPagina=6435&IDSeccion=998
Imagenes tomadas de:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinMkAZkDwEtPPU-A4A4DU-K_6fXVQQOjH9MHerqozNf-hlLGOh0fcslzKc4eXrktzNWu6_JJYjaQmcQw2A4kEq2IHfg5isTQZcnAOi-H54gZ-UenGHGI01w87miTmY2dmV5Z83VN1Efa0/s1600/libro.jpg
http://www.cm-pvarzim.pt/groups/staff/conteudo/imagens-gerais/cultura/correntes-d-escritas-2007/fotos-dos-escritores/nelida-pinon.jpg
ACTUALIZACIÓN
Si algo interesante tuvo la feria del libro, fueron los blogueros del espectador. Aunque la mayoría de entradas me parecieron insulsas y no compartí algunas de las apreciaciones que hacían, como por ejemplo que era una súper promoción promoción la venta de tres libros en 60.000 (o algo por el estilo, ya que cuando estuve en Nueva York, me hice con un ejemplar de los poemas y narraciones de Edgar Allan Poe en 7 dólares), hubo entradas que me parecieron geniales como las que cité al final del texto o esta a la que le hago un especial hincapie:
http://blogs.elespectador.com/elinvitado/2012/05/01/el-ocaso-del-libro/
Les voy a traer un par de citas que me parecen, la manera más acertada de referirse a la (dizque) feria del libro, invitándolos (aunque aquella entrada tenga más visitas que este blog en toda su historia) a que la lean:
"Pero al entrar a la FILBo, donde precisamente abundan aquellos objetos físicos en cantidades industriales, la lectura se instala en una suerte de limbo. Si no contamos el pabellón infantil y juvenil, donde su organización física demuestra que aún entienden que vender libros es también fomentar y permitir la experiencia que ellos generan, la lectura brilla por su ausencia. No puedes mirar los libros con calma, quizás sentarte una media hora y leer uno (sin importar si lo vas a comprar o no), curiosear sin tener encima los ojos inquisidores de un vendedor. Es una muestra de los hábitos actuales de gran parte de los lectores en formación: instantáneo, masivo, desechable."
ACTUALIZACIÓN
Si algo interesante tuvo la feria del libro, fueron los blogueros del espectador. Aunque la mayoría de entradas me parecieron insulsas y no compartí algunas de las apreciaciones que hacían, como por ejemplo que era una súper promoción promoción la venta de tres libros en 60.000 (o algo por el estilo, ya que cuando estuve en Nueva York, me hice con un ejemplar de los poemas y narraciones de Edgar Allan Poe en 7 dólares), hubo entradas que me parecieron geniales como las que cité al final del texto o esta a la que le hago un especial hincapie:
http://blogs.elespectador.com/elinvitado/2012/05/01/el-ocaso-del-libro/
Les voy a traer un par de citas que me parecen, la manera más acertada de referirse a la (dizque) feria del libro, invitándolos (aunque aquella entrada tenga más visitas que este blog en toda su historia) a que la lean:
"Pero al entrar a la FILBo, donde precisamente abundan aquellos objetos físicos en cantidades industriales, la lectura se instala en una suerte de limbo. Si no contamos el pabellón infantil y juvenil, donde su organización física demuestra que aún entienden que vender libros es también fomentar y permitir la experiencia que ellos generan, la lectura brilla por su ausencia. No puedes mirar los libros con calma, quizás sentarte una media hora y leer uno (sin importar si lo vas a comprar o no), curiosear sin tener encima los ojos inquisidores de un vendedor. Es una muestra de los hábitos actuales de gran parte de los lectores en formación: instantáneo, masivo, desechable."
"Asistir a la FILBo no es propiciar un espacio con el libro, no es permitir el encuentro con una -o muchas- ideas (escrita, gráfica, ilustrada), es pagar la entrada a un almacén de cadena para comprar los alimentos que están en oferta, antes de que su fecha de expiración se cumpla."