domingo, 29 de abril de 2012

Por qué no recomiendo la Feria Internacional del Libro de Bogotá



Ayer fui a la feria “internacional” del libro de Bogotá, conocida también como el “evento de promoción de la lectura”[1] y no me gustó. Debo empezar aceptando que es la primera feria del libro de Bogotá a la que voy, así que no sé si otrora fue mejor. En todo caso no me gustó, no me pareció que “fomentara la lectura” (o promocionara si así lo quieren) y si por el contrario convirtieron la venta de libros (dentro de CORFERIAS) en una actividad excluyente. Más adelante les diré porque levanto esta acusación.

La Feria “Internacional” del Libro de Bogotá (FILBO) es un evento anual organizado por dos compañías privadas (CORFERIAS y Cámara Colombiana del Libro) en compañía de varios patrocinadores, dentro de los cuales, en ocasiones manejan dineros públicos como por ejemplo con el patrocinio de Ecopetrol, que al ser sociedad de economía mixta, así suene pleonasmo, maneja plata del estado. Su teleología es la de (sarcasmo) promover la lectura y en tal sentido (en serio) la venta de libros.

Ahora bien, animado por conocer como era la dichosa feria del libro de Bogotá que promocionaban con ahínco presentadoras de farándula en canales nacionales como RCN (mala espina) y animado por saber del conversatorio con Fernando Vallejo sobre Cuervo, pagué los 1.750 pesos del transmilenio con el animo de entrar en uno de los buses articulados que me llevaban  a la estación CAD, la cual me dejó como a 7 cuadras de CORFERIAS. Luego de bajarme, caminé varias cuadras, acompañado de otras personas que también iban a la dichosa feria del libro, esquivando otras que salían de la misma con bolsas que tenían el logo de planeta, random house entre otras casas editoriales. La mayoría (según pude detallar) llevaban dentro de sus paquetes uno o dos libros máximo, lo que me hizo ser escéptico frente a los supuestos súper descuentos que pregonaron las citadas presentadoras.

El primer inconveniente con el que me topé al llegar a CORFERIAS fue la entrada. ¡Como satanaces se les ocurre cobrar entrada si están fomentando la lectura y los libros! Además, cómo son tan descarados de cobrar siete mil pesos por entrada. Algunos dirán “siete mil pesos no es mucho dinero”, pero el problema es que si van con varias personas o peor aún, si van con la familia (digamos papá, hijo y esposa), el precio para entrar a la venta de libros se puede metamorfosear fácilmente en 18 o 20 mil pesos. Una parte de lo que vale un libro. En fin. Sigamos. Pagué mis 7.000 pesos (haciendo una larga fila) e ingresé al lugar (haciendo otra gigantesca fila). Me dirigí al pabellón más cercano que decía “libros universitarios” o algo así (discúlpenme por no tomar fotos, la cámara de mi celular murió luego de que este nadara con los peces y de igual forma, pido disculpas por no anotar los nombres de los pabellones) y caminé por varios de los stands, encontrándome con que los libros en el lugar no se bajaban de 60.000 pesos. Los pocos que tenían un valor “accesible” (25.000 pesos), eran por lo general ensayos de 50 hojas o menos que realmente no valían la pena (en mi humilde opinión). Salí de aquel lugar y me dirigí a un pabellón mucho más interesante que quedaba en el extremo opuesto de donde estaba: el de los dibujos.  En el primer piso había algunos puestos que promocionaban la venta de comics a precios exorbitantes como 50 o 60 mil pesos. A su lado, estaban las historietas “baratas”, de segunda, ¡¡a 30 mil pesos!! (Coloco en signos de exclamación porque el valor de un ejemplar nuevo, según la portada, era de 8 dólares). Seguí mi travesía por aquel pabellón de las imágenes. Me encontré con un stand que, en condiciones normales, debió ser una debilidad para mí: libros antiguos. Entré en el lugar pero salí tan rápido como pude. Los libros estaban casi al mismo precio de los nuevos y pues yo, que soy un visitante asiduo de librerías de segunda, les puedo asegurar, que esos mismos libros se pueden conseguir por la mitad del precio que pedía el librero.

Subí aburrido al segundo piso. Allí me encontré con caricaturistas, retratistas y compañía. Aquel lugar era mejor que el de abajo, pero el problema es que había muchísimas personas y era difícil caminar por el lugar. La caricatura de una persona valía en la mayoría de puestos 20 mil pesos. Habían también dos o tres artistas que cobraban 60 mil pesos, pero en imágenes mucho mejores. También vendían en el lugar retratos bonitos de 20 mil pesos para arriba. Considero que fue de lejos, el mejor espacio en el que estuve (con la gravedad que ello conlleva, teniendo en cuenta que soy el tipo de persona que cuando entra en una librería por lo general se lleva un libro).



Salí del lugar y me dirigí al pabellón central, el de Brasil. En él me encontré con muchos libros en portugués, sobre arte, cocina y uno que otro de literatura (esperaba lo contrario). A un lado de los stands de libros, vendían comida brasileña (o eso decían los meseros). Como anécdota, pregunté si tenían libros de Nelida Piñon (no la conozco pero he oído recomendaciones de ella) y me mandaron para el Fondo de Cultura Económica. Más adelante me dirigí allí, pregunté si tenían libros de Nelida Piñon y me mostraron “el calor de las cosas y otros cuentos”, que en condiciones normales valía 71.000, pero por ser feria tenía descuento y terminaba valiendo…sesenta y nueve mil pesos!($69.000). No jodás. Estos vergajos dicen promover la lectura y miren, libros a 69 mil. Más del 10% del salario mínimo. Y eso que no les cobran impuestos por los libros y que Brasil es el país invitado de honor. En fin.

Seguí mi travesía por la feria del libro y llegué al pabellón de Random House. Desde que me enteré que esa editorial fue una de las que promovió la ley SOPA, dejé de comprar libros de su casa editorial. No obstante lo anterior, como una mirada no hace daño a nadie, me adentré en aquellos terrenos, para encontrarme con que vendían buena literatura a precios más asequibles (de bolsillo claro). Vi a Pastoral Americana de Roth a 27 mil pesos y “Cuentos Esenciales” de Guy de Maupassant en 32 mil pesos (un precio asequible en comparación al resto de libros). De la misma manera, vi otros clásicos en precios relativamente asequibles (de 30 para arriba), pero el que me tentaba y me cantaba al oído “I´m sexy and I know it”  era el de los cuentos esenciales. No obstante lo anterior, no me llevé ese libro porque no patrocino empresas que financian leyes como SOPA, las cuales defienden los intereses de unos pocos en perjuicio de muchos. Como dato adicional, en aquel lugar estaba firmando libros una joven y bonita escritora de nombre Lauren Kate, autora de la saga “Oscuros” (un nuevo libro de amor para adolescentes). No conozco su prosa y no sé si será tan malo como la de los vampiros, pero bueno. No puedo criticar a quien no conozco, pero la autora se veía bonita, aunque sus libros por el contrario...

Sigamos con el viaje a la feria del libro de Bogotá. Seguí pasando a través de los estantes encontrándome con gigantescos afiches con portadas de best-sellers (los juegos del hambre por ejemplo) y con avisos del tipo “el libro más vendido”, “premio xxx” o “la novela que revolucionó…”, entre otros. Siempre he sido escéptico de los libros con gigantesca campaña publicitaria de fondo. Por lo general, estos libros terminan siendo de auto-ayuda o narraciones de dudosa calidad que recurren al bonito para-texto para poder vender sus existencias. En todo caso, pasé por el pabellón de Panamericana, que ofrecía descuentos tan exquisitos como el del libro “viajando sin papel higienico” de Daniel Tirado, que en un día normal valdría 45.000, pero que con descuento de feria su precio era de 41.000.  



Creo que con lo anteriormente narrado, ya me habré dado a entender de qué forma la cámara colombiana del libro, fomenta la lectura y la venta de los libros. En todo caso, pasaré al siguiente punto de mi visita: la conversación de Fernando Vallejo con William Ospina. Esta tuvo lugar en el auditorio José Asunción Silva, pero no la pude ver. Para empezar llegué al lugar a dizque hacer fila a las 4:15 de la tarde (45 minutos antes de empezar). El auditorio estaba cerrado mientras el citado columnista lanzaba su ya conocida diatriba contra el procurador y presentaba su libro. Fui de los primeros pendejos que hizo fila por el lado delantero del lugar. Esperé como media hora a que abrieran y de un momento a otro, un tipo dijo: “no es por este lado, es por el lado izquierdo” y me desplacé a donde estaba la supuesta fila para quedar en un puesto cercano a la puerta. Todos estábamos a la espera. Queríamos que abrieran la puerta para ver a Vallejo hablando de gramática. Pero no, la puerta nunca se abrió. Aquella masa de piel y huesos que hacía fila tenía que quedarse con la frustración de quedarse afuera. Mientras tanto, dentro del recinto, escritores como Juan Gabriel Vásquez, chicos con escarapela de prensa (hubo como 10 “periodistas” de un medio escrito), personas con escarapela del ministerio de cultura, entre otros, miraban desde adentro a los que estábamos afuera (aunque sin burlarse, sólo por curiosidad). Podría decir sin temor a equivocarme, que la mayoría de personas que estaban adentro eran gente con escarapelas o algún estatus especial que los “elevaba” sobre todos nosotros. Ningún funcionario de CORFERIAS fue capaz de decirnos que no íbamos a entrar, ni tampoco fueron capaces de organizar nada. Ah, también sacaron “por solidaridad” (así dijo la vieja desde adentro) a personas que estaban adentro y que no tenían escarapela o carnet de alguna entidad burócrata del gobierno.  

Siguiendo con la narración de los hechos, no pude entrar y me dirigí a la “pantalla gigante”, la cual estaba en una horrible posición que no permitía a muchos ver el conversatorio. En los alrededores no había NADIE organizando, por lo que todos tuvimos que posicionarnos en algún lugar donde pudiéramos ver la pantalla y escuchar lo que decían los conversadores desde adentro. No estuve mucho tiempo. No me fui por el estruendoso aguacero que nos hizo sacar la sombrilla a todos los que estábamos parados alrededor de la pantalla gigante (ya les dije, no había organización y la pantalla estaba mal posicionada), sino porque sufro de una vaina que se llama sincope neurocardiogénico (por la que básicamente empiezo a tener visión borrosa y mareos que llevan al desmayo cuando estoy entre muchedumbres, razón por la cual, nunca acudo a eventos multitudinarios). Antes de irme vi como unos dizque periodistas de RCN exigían la entrada por ser de aquella cadena, pero ninguno de los del público los dejó pasar. Para la gente que no había entrado, la ley era para todo el mundo y si la orden era que no entraba una persona más, así se tenía que cumplir. Lo mismo ocurrió con unos policías que llegaron con una asquerosa actitud de gendarmitos mandadorcitos, que amenazaron a la señora que no los dejaba pasar. Afortunadamente la gente se puso de acuerdo y no permitió que pasaran.En fin, me fui con una mala recepción de la feria del libro de Bogotá.

Como dije antes, no se fomentó ninguna venta de libros ni tampoco la lectura. Los libros tenían el mismo valor que en las librerías y de alguna forma, fueron en un elemento excluyente ya que por sus precios, no cualquiera podía obtenerlos. Ojala no salgan los escritorcitos de cuarta (como cité alguna vez en este blog) a decir que lo que ocurre es que la gente le gusta beberse la plata porque la cosa tampoco es así. 45.000 o 30.000 no los tiene cualquiera para comprar un libro nuevo. Tampoco vi muchos descuentos en los cubículos de las librerías. En este, el supuesto año de ese gran escritor llamado Rafael Pombo, me encontré con una nueva edición de sus cuentos infantiles ilustrados en 49.000, también a 36.000 y 39.000. Había unos que eran la excepción a la regla que estaban a un precio realmente asequible como era el de 12.000 o 18.000, los cuales tenían la mala fortuna de tener uno o dos cuentos nada más. Sale más barato sacar un carnet de la biblioteca y tomar prestados los libros de Pombo.

Con todo lo anterior, quiero dar a entender que esta feria de ninguna manera busca fomentar la lectura ni la venta de libros. Tampoco el encuentro con los autores (como llegué a pensar alguna vez). Simplemente es un evento comercial como cualquier otro y es les recomiendo acudir a una librería donde no le cobran los 7.000 pesos de entrada. Nunca pensé que al estar escribiendo sobre una feria del libro sólo tuviera material para hablar de los precios de los mismos o de la mala organización en lugar de escritores, novedades y recomendaciones de libros. Pero así fue y no recomiendo a nadie ir a uno de estos eventos. Están sobrevalorados. Y/o peor aún, desincentivan la lectura. 

Dedico esta entrada a aquellos anónimos que desde la entrada del auditorio José Asunción Silva aplaudieron a Fernando Vallejo sin que él lo supiera. Por todos los vericuetos que tuvieron que atravesar, por recibir las implacables gotas de lluvia sobre su cabeza y los malos tratos de los policías auxiliares y personas del staff de CORFERIAS que no tuvieron ninguna consideración por los supuestos lectores a quienes iba dirigido este evento, quise escribir esta entrada.  

Algunos links:
-http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-340857-alarma-ley-del-libro 


[1] http://www.feriadellibro.com/pagina.cfm?StrIdioma=es&IntIdioma=1&IDPagina=6435&IDSeccion=998



Imagenes tomadas de: 
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinMkAZkDwEtPPU-A4A4DU-K_6fXVQQOjH9MHerqozNf-hlLGOh0fcslzKc4eXrktzNWu6_JJYjaQmcQw2A4kEq2IHfg5isTQZcnAOi-H54gZ-UenGHGI01w87miTmY2dmV5Z83VN1Efa0/s1600/libro.jpg
http://www.cm-pvarzim.pt/groups/staff/conteudo/imagens-gerais/cultura/correntes-d-escritas-2007/fotos-dos-escritores/nelida-pinon.jpg


ACTUALIZACIÓN

Si algo interesante tuvo la feria del libro, fueron los blogueros del espectador. Aunque la mayoría de entradas me parecieron insulsas y no compartí algunas de las apreciaciones que hacían, como por ejemplo que era una súper promoción promoción la venta de tres libros en 60.000 (o algo por el estilo, ya que cuando estuve en Nueva York, me hice con un ejemplar de los poemas y narraciones de Edgar Allan Poe en 7 dólares), hubo entradas que me parecieron geniales como las que cité al final del texto o esta a la que le hago un especial hincapie:

http://blogs.elespectador.com/elinvitado/2012/05/01/el-ocaso-del-libro/

Les voy a traer un par de citas que me parecen, la manera más acertada de referirse a la (dizque) feria del libro, invitándolos (aunque aquella entrada tenga más visitas que este blog en toda su historia) a que la lean:

"Pero al entrar a la FILBo, donde precisamente abundan aquellos objetos físicos en cantidades industriales, la lectura se instala en una suerte de limbo. Si no contamos el pabellón infantil y juvenil, donde su organización física demuestra que aún entienden que vender libros es también fomentar y permitir la experiencia que ellos generan, la lectura brilla por su ausencia. No puedes mirar los libros con calma, quizás sentarte una media hora y leer uno (sin importar si lo vas a comprar o no), curiosear sin tener encima los ojos inquisidores de un vendedor. Es una muestra de los hábitos actuales de gran parte de los lectores en formación: instantáneo, masivo, desechable."

"Asistir a la FILBo no es propiciar un espacio con el libro, no es permitir el encuentro con una -o muchas- ideas (escrita, gráfica, ilustrada), es pagar la entrada a un almacén de cadena para comprar los alimentos que están en oferta, antes de que su fecha de expiración se cumpla."

2 comentarios:

  1. Sabes si uno encuentra en esa feria libros de sagas de autores como Tolkien o RR Martin mas baratos q en liibrerias como panamericana? vale la pena?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Disculpa la tardanza. El blog lo reviso de vez en cuando y se me pasan muchos comentarios. La verdad no. Yo creo que puedes conseguir esos libros en librerías de segunda, porque allá venden los libros nuevos a más de 40 mil pesos (o 27 mil de bolsillo).

      Eliminar