viernes, 9 de junio de 2017

El desplome de 1993 (sobre la burbuja de los comics)

El otro día me encontré con un artículo interesante sobre la burbuja especulativa alrededor de las historietas y sus consecuencias en 1993. Sé que hay otros artículos mejores, que profundizan mucho más sobre el tema, pero este no me pareció nada mal así que quise intentar traducirlo a ver qué pasaba.

No es mi mejor trabajo, porque no revisé mucho la redacción y realicé el trabajo rapidamente. Por ello, les agradezco como siempre que me señalen mis errores para corregirlos. Gracias.

El desplome de 1993

Por: Jonathan V. Last
Link original : http://www.weeklystandard.com/the-crash-of-1993/article/573252


Como la gran burbuja de las historietas dejó en evidencia, a veces no hay forma de recuperarse de un boom especulativo.

Lo que Tolstoi escribió sobre las familias, también es aplicable en economía: todos los momentos de boom se parecen los unos a los otros, pero cada desplome es calamitoso a su manera. Es por ello que cada historia de burbujas explotando es educativa. En ese sentido, hay lecciones que aprender —incluso en los detalles más desapercibidos— de la burbuja que llevó al desplome de las historietas en 1993.

Érase una vez una época en la que los comics eran ubicuos e inútiles. Durante los años 30s y 40s, fueron vendidos en droguerías por un par de centavos; y éstos eran divertidos como lectura de pacotilla para jóvenes y niños. Cientos, miles (e incluso millones en los títulos más importantes) de números fueron impresos y luego leídos, pasando por salones de clase, taquillas y cuarteles antes de ser desechados. Sólo un par de rarillos los coleccionaron por gusto, pero aquello era más bien un hobby.

A través de los años, el atractivo de los comics se redujo un poco, pero la audiencia crecía de manera más intensa. Aparecieron entonces las tiendas especializadas que no vendían sino comics. A mediados de los años 80s, ya existía un vigoroso mercado de coleccionistas.

Si en 1974 habías comprado uno de los ejemplares de Action Comics #1 (el primero en el que aparece Superman) por 400 dólares, en 1984 esa historieta valía más o menos 5000. Aquello era dinero de verdad, y al final de la década, las ventas de historietas en casas de subastas como Christie’s o Sotheby’s eran impresionantes, al punto que el periódico The New York Times tomó nota cuando, por ejemplo, Detective Comics #27 (el primero en el que aparece Batman) fue vendido de manera record por $55.000 en diciembre de 1991. El New York Times también estuvo ahí, varios meses después, cuando el Action Comics #1 rompió ese record, siendo vendido por $82.500.
Los comics eran interesantes como mercado ya que desde el punto de vista de la inversión, los más importantes estaban aumentando su valor a un ritmo sorprendente. De otro lado, desde el punto de vista de los vendedores, las tiendas de comics empezaron a emerger por todo el país, encontrándose con una demanda cada vez más pujante. Como resultado de lo anterior, incluso las historietas más recientes empezaban a tomar unos precios alucinantes. Un comic comprado inicialmente por 60 centavos, podía con frecuencia alcanzar un mil por ciento de rentabilidad en la inversión realizada, sólo un par de meses después.

En 1992 fue el apogeo de la burbuja de las historietas. En dos años, la industria entera estuvo en peligro de estirar la pata. El actor más grande del negocio, Marvel, enfrentaba la bancarrota. Incluso el valor de los números más importantes como el del Action Comics #1 y el Detective Comics #27, se hundió. Aquella carnicería devastó la vida de miles de adolescentes. Yo lo viví. Cuando tenía 12 años tenía una colección que rondaba alrededor de los $5.000. Con el tiempo, estaba listo para vender mis historietas y comprar con ello un carro (como cualquier adolescente), pero éstas no valían nada.
La burbuja de las historietas no fue el resultado de la locura de una sola persona, sino la confluencia de varios eventos. La especulación es parte de la historia. Las ganancias por los comics de alto valor desde los años 80, atrajeron especuladores que hicieron subir los precios de manera estratosférica. Para los vendedores de historietas, la posibilidad de que cada nuevo número pudiese venderse por miles de dólares, condujo a que existiese tanto la venta de nuevos comics, como un mercado de ejemplares antiguos. No era nada extraño ver como entonces se vendía una historieta por el precio mencionado en su caratula el mes de su publicación (generalmente 60 centavos o 1 dólar), para luego verlo apreciado en 10 o 15 dólares algunos meses después.  

Pero la principal causa de la burbuja fue el sistema de distribución de la industria. Los comics son creados y publicados por casas editoriales. Hay dos gigantes (Marvel y DC), y luego un montón de pequeñas casas independientes, que van y vienen con mucha frecuencia. Todas las casas editoriales dejaron la tarea de enviar físicamente las historietas desde la casa de impresión a los vendedores, para hacerlo a través de un grupo de intermediarios: las compañías de distribución.

Esas compañías de distribución determinaban quienes podían y quienes no podían comprar historietas. Ellas impusieron exigencias a los vendedores, como que éstos demostraran reservas financieras, y garantizaran la compra de un número determinado de comics por mes. La razón por la que los comics migraron lentamente de los quioscos y comercios de precios bajos a las tiendas especializadas en comics (un proceso que tomó más o menos 50 años) es que era difícil para esas pequeñas nuevas tiendecitas reunir los recursos necesarios para garantizar su distribución. Aquellas barreras explican por qué, en 1979, había tan sólo 800 tiendas de comics en el mundo entero.

En los años 80, dos de las más grandes compañías de distribución (Diamond y Capital City) empezaron un agresivo proceso de expansión. Ellas querían nacionalizar todo el negocio y eliminar los competidores pequeños y regionales, y su estrategia fue disminuir la barrera para que entraran vendedores potenciales. Diamond y Capital City estaban felices de firmar acuerdos con cualquiera. Como Chuck Rozanski (dueño de la tienda vendedora de comics más grande del país, Mile High Comics) explicó hace un par de años en una serie de ensayos sobre la burbuja de los comics,

Diamond y Capital City estaban listos para crearle una cuenta a cualquiera con un cheque de pedido inicial por 300 dólares. Esta agresiva actitud tuvo el efecto práctico de convertir a varios de los coleccionistas en distribuidores. Las tiendas de comics proliferaron, creciendo de 800 en 1979 a 10.000 en 1993. Diamond y Capital City habían logrado sacar a cualquier otro distribuidor fuera del negocio.

Con todas esas tiendas de comics germinando por los suburbios estadounidenses, los dos distribuidores lograron obtener un número record de pedidos cada mes. Viendo aquellos números, las editoriales pensaron que era mejor si ellos tomaban las riendas aquel boom masivo. Así que ellos aumentaron sus precios y empezaron a publicar más títulos, ajustando la oferta a lo que ellos pensaban que era la demanda. En 1985, Marvel publicaba 40 títulos al mes, costando cada historieta 60 centavos. En 1988, ellos publicaron 50 títulos tasados en 1 dólar cada uno. En 1993, ellos ofrecían 140 historietas que eran vendidas a $1.25 y más.

Mientras eso pasaba, los distribuidores seguían invitando a nuevos vendedores, quienes seguían haciendo pedidos e incitando de esa manera a que las editoriales siguieran produciendo más y más colecciones. Aquello era un bucle insostenible. Pero lo que hizo la situación particularmente peligrosa fue el hecho de que en el negocio de las historietas, los pedidos eran hechos varios meses por adelantado, sin que los comics no vendidos pudiesen ser devueltos. Los vendedores se tuvieron que comer los libros no vendidos como excedente (Rozanski estima que en el pico de la burbuja, el 30 por ciento de los comics publicados terminaron como excedente). En otras palabras, el bucle estaba estructurado para que las editoriales no recibieran las malas noticias sino hasta después de que la industria se hubiese ido al precipicio y los vendedores empezaran a estirar la pata.

Eso fue lo que ocurrió exactamente en 1993. Al expandir su producción en cientos de títulos, las editoriales habían bajado el nivel de calidad de sus productos a niveles bochornosos. Eso, combinado con los altos precios de distribución, echó para atrás a muchos de los clientes.

Muchas de las tiendas de comics fueron descapitalizadas y operaban mal. La más débil de ellas cayó primero, y su liquidación dio lugar a una cascada: las editoriales vieron una rápida y dramática disminución de pedidos, así que empezaron a reducir costos para reducir el número de títulos que habían expedido. Aquello condujo a que hubiese menos productos para que vendiesen los vendedores restantes, y llevó a las tiendas a vivir de manera indigente, rozando la bancarrota. La espiral de la muerte había empezado.

Con el tiempo, el residuo de la bomba de jabón había sido arrasado y nueve de diez tiendas de comics en todo Estados Unidos habían tenido que cerrar sus puertas. Las ventas de los editores cayeron en un 70 por ciento. En diciembre 27 de 1996, Marvel, la General Motors de los comics, se declaró en bancarrota. El mercado de las historietas de segunda estaba hundido con sus inventarios de cadáveres fuera del negocio. Los precios de los comics más importantes se habían hundido o estabilizado. Muchos de los comics de bajo valor (libros por debajo de los $100) vieron bajar su precio de manera arrasadora. Comics impresos en el período previo a la burbuja, se convirtieron en cosas inservibles. Las ventas conducidas por la especulación combinadas con los números no vendidos, dieron lugar a una sobreoferta masiva.

Desde el apocalipsis de los comics, algunas partes del mercado se han recuperado y han incluso prosperado. Durante los últimos diez años, los libros glamurosos de la Golden Age (como los primeros Action y Detective comics) se han convertido en números de seis cifras, y una multitud de historietas, desde el Amazing Fantasy #15 (el primero en el que apareció Spiderman) hasta el Donald Duck Four Color #29, empezaron a convertirse en una bella suma de cinco cifras. A medida que la gran recesión de 2008 empezó a tener lugar en el otoño de ese año, el mercado de los comics continuó razonablemente intacto. Las ventas de los nuevos números cayeron de manera precipitada, antes de recuperarse. Los precios de los viejos números de alta gama siguieron aumentando. En sólo 3 días del año pasado, dos comics (Action #1 y Detective #27) rompieron records, al ser vendidos por un millón de dólares y luego 1. 75 millones. Un mes después, un Action #1 fue vendido por 1.5 millones.

Pero los contornos de la industria han cambiado hasta volverse casi irreconocibles. En 1950, Marvel y DC vendían entre los dos difícilmente 13 millones de comics en un mes. En 1968, 16 millones en un mes. Desde 1993, la tendencia global de las ventas ha ido inexorablemente a la baja: en junio de 2010, todas las editoriales estadounidenses vendieron un total de 5.63 millones de comics.
Lo anterior podría sonar como una industria que va directo al olvido, pero en 2009 Disney pagó 4 billones para adquirir Marvel (DC ya fue adquirida por Time-Warner). La razón para esta llamativa estimación es que las historietas en sí ya no son más importantes para la industria de los comics ya que ellas producen pérdidas. El verdadero dinero se encuentra en otros valores a la industria, como juguetes, el merchandising, los parques temáticos y por encima de todo, las franquicias cinematográficas. Desde 1997, 26 comics han sido adaptados a la pantalla grande produciendo más de 100 millones de dólares de taquilla. Doce de ellos han producido más de 200 millones y muchos, muchos más, van a seguir llegando a los teatros cerca de ustedes.

Como preocupación financiera, las editoriales de comics ya no siguen más en el negocio de las editoriales: ellos son curadores de (o incubadoras de) muy valiosos derechos de autor. Esto, para los coleccionistas de comics, es una muy buena noticia.

O más bien, son muy buenas noticias para algunos coleccionistas de comics. Cuando era niño, tuve la mala fortuna de haber comprado historietas en el período previo a la burbuja. Ninguna de mis historietas recuperó su valor. Claro, el Action Comics #1 podrá dejarte un millón de más, pero echándole un vistazo a los diferentes sitios de subasta en internet, puedes encontrar vendedores ofreciendo montones de sus comics de la edad de plata y bronce (los que estuve coleccionando) por diez dólares. Un poco menos que la madera para chimeneas.

Tan dolorosa como fue, la burbuja de las historietas nos dejó dos importantes lecciones: la primera es que la burbujamanía no siempre es culpa de los compradores y vendedores. A veces es causada por intermediarios. La segunda es que muchas veces los mercados no vuelven. Las personas que poseyeron comics de primera categoría recibieron un buen golpe en 1993. La gente que posee comics de la era moderna fueron arrasados y el valor de sus colecciones nunca regresará.

El mercado de las historietas se parece al mercado inmobiliario en diferentes formas perturbadoras. Las diferencias sustanciales entre casas y comics suelen ser tan obvias como enormes. Pero en los dos casos la burbuja de la especulación fue apoyada por irresponsables intermediarios como lo son las compañías de distribución en un caso, y las agencias de crédito y peritos de hipoteca del otro.
Y no es claro hasta qué punto el sector de las casas va a recuperarse. En este momento estamos en una segunda recesión en la que los precios —en la mayor parte del territorio del país— están muy por debajo de lo que estaban en el 2000, y siguen cayendo. Discutiendo sobre este tema durante las últimas semanas, la economista de Moody, Cecilia Chen, dijo a los periodistas que, a nivel nacional, el precio de las casas debería recuperar los topes de 2006 por allá en el 2021. En algunos estados grandes como Florida o California, Chen pone la fecha de recuperación en 2030. Lo que es terrible de esas predicciones no es la fecha en sí, sino el hecho de que a su manera, el regreso de la prosperidad se ve muy lejano en el futuro, hasta el punto de mostrar que nadie tiene idea de cuándo va a volver la recuperación. O si volverá.

Montones de casas son equivalentes a los comics de alta gama. Tal como un ejemplar de Action-Comics #1; una adquisición en Manhattan, una casa en Georgetown o una cabaña en Santa Mónica van eventualmente a recuperar su valor anterior y aquello probará que fue una buena inversión a largo plazo. Lo mismo podríamos decir de la mayoría de los hogares suburbanos establecidos cerca a las áreas del metro en Seattle o Atlanta.

Pero durante el periodo anterior a la crisis, una quimera de la construcción tuvo lugar en lugares como las costas de Carolina, el desierto del sudoeste y algunos barrios de Florida. En el verano de 2009, la agencia de noticias AP contó la historia de Victor Vagelakos, una persona que compró un condominio en una edificación en Fort Myers y hoy es la única persona viviendo en aquella construcción, ya que el resto de unidades fueron cerradas o no se pudieron vender. Aquello no es tan malo como lo que ha pasado en España, donde pueblos enteros han quedado vacíos. En Yebes, a una hora de Madrid, cientos de “rowhouses” quedaron vacías en calles importantes. Casi ninguna de ellas pudo ser vendida y Yebes es un pueblo fantasma en este momento, con muy pocas posibilidades “volver a ser como antes”.

Tengo una historieta con una historia similar. En 1984, DC lanzó lo que se convirtió en la muy popular serie, Los nuevos jóvenes titanes. El primer número venía con una caratula premium cuyo precio era de $1.25, ya que la serie fue impresa en un papel “Baxter” de alta calidad. No pude comprar aquel primer número cuando salió, y el precio del ejemplar de segunda mano subió como la espuma. Unos meses después, ahorré para poder conseguirme uno de esos y terminé pagando 25 dólares, lo cual era una suma considerable para un niño de 10 años. Era la joya de mi colección. Hoy pueden comprar un ejemplar del mismo número en muy buenas condiciones a $1.50.

sábado, 27 de mayo de 2017

Pánicos morales a la cultura de los jóvenes y los videojuegos (1)



Hace unos días les hablé sobre la forma en que los medios de comunicación crearon el fenómeno Ballena azul a partir de rumores y exageraciones. Por alguna razón, no pude evitar pensar en el fenómeno denominado como pánico moral, al ver a periódistas intentando sembrar la idea de que las nuevas generaciones están en peligro, por un juego de internet que no logran entender, alejándose de ese modo de las verdaderas causas de un verdadero problema como es el suicidio adolescente.

Al pensar en pánico moral, me acordé de este artículo que alguna vez leí y quise traducir su primera parte, la introducción. De nuevo, si saben inglés los invito a leer en original, y si ven errores les agradezco que me lo hagan saber. No soy perfecto y mi inglés no es el de alguien que haya vivido en un país angloparlante, pero bueno. Este es un artículo del periódista de videojuegos Kenneth A. Gagne, que le sirvió para graduarse de su College. Sólo voy a traer la introducción, reproduciendo incluso las citas APA, cuyas fuentes podrán ir a buscar en el artículo original.

Si tengo más tiempo, de pronto también siga con la segunda parte en la que se analizan varios fenómenos de pánico moral bajo la prisma estadounidense, pero aquello serán en otra ocasión. Esta es tan sólo la introducción.


Pánicos morales sobre la cultura de los jóvenes y los videojuegos
Escrito por : Kenneth A. Gagne.
2001
Fuente original: https://www.gamebits.net/other/mqp/#20

1. Introducción a los pánicos morales

Varias de las décadas del siglo pasado fueron marcadas por formas de entretenimiento que la generación anterior a su aparición nunca conoció. Así, los comics de los cuarentas y cincuentas, el rock and roll de los cincuentas, calabozos y dragones en los setentas y ochentas, los videojuegos en los ochentas y noventas fueron parte de la cultura popular de la juventud de su tiempo. Pero también, cada una de esas actividades —que fueron un medio en sí— cayeron bajo el escrutinio del público, tal como lo atestiguaron diferentes medios de comunicación que generaron “pánico moral”.
Este término acuñado a Stanley Cohen, será el tema central de este ensayo. Cohen, profesor de sociología de la Universidad de Exxen (Gran Bretaña) en los años sesenta, exploró el pánico moral como una forma de explicar la reacción de la sociedad frente a los Mods y los rockers. En su libro Demonios populares y pánicos morales, el profesor analizó aquel fenómeno y la forma en que el público y los medios de comunicación lo percibieron y respondieron a él. Él definió el pánico moral de la siguiente manera:

Una condición, un episodio, una persona o un grupo de personas que emerge y es descrito como una amenaza para los valores e intereses de la sociedad. Su naturaleza es presentada de forma estilizada y estereotipada por los medios de comunicación masiva. Las barricadas morales son tripuladas por editores, obispos, políticos y otras gentes de la derecha. Expertos socialmente acreditados pronuncian sus diagnósticos y soluciones. Se buscan formas para enfrentar el problema, cuando (normalmente) no hay más qué hacer. Entonces la condición desaparece, se sumerge o deteriora y se vuelve más visible. (Cohen 9).

Por consiguiente, el pánico moral es el proceso por medio del cual unos individuos reciben un estereotipo grupal que no tenían antes, siendo descritos con afirmaciones genéricas e informaciones exageradas. Así, los líderes de la comunidad dirigen el grupo desde unas supuestas altas esferas morales, “atendiendo” el pánico con soluciones que, más que todo, refuerzan el estereotipo y fallan en producir una solución real. Eventualmente, el estereotipo se difumina por voluntad propia, para ser reemplazado pocos años después por otro pánico moral; muchas veces cuando la forma de entretenimiento original y su respuesta a él ha cambiado, creando otro pánico que es una variación del original.

Un pánico moral es un pánico que recae sobre algo que es visto como anormal o desviado. El tema del pánico no es normalmente un fenómeno nuevo, sino algo que ha existido durante varios años y de un momento a otro, recibe una gran atención por parte de la sociedad y los medios de comunicación. En ese sentido, Cohen explica que los desvíos y las anormalidades son creados por la sociedad. Él no sugiere que la estructura de la sociedad no le deje ninguna opción al individuo diferente de tomar el camino de la anomalía, sino más bien que las acciones vistas como anormales, y los individuos que se adhieren a ellas, existían desde antes de que la sociedad hubiese aplicado aquellas etiquetas que darían lugar a aquel “desvío”.

A través del tiempo, los medios de comunicación se han preocupado por cuestiones como qué es lo que niños, la siguiente generación, andan haciendo o qué se les ha hecho. El pánico moral ocurre normalmente cuando el deseo de protegerlos y protegernos es manifiesto.

En 1999, la nación fue conmocionada por un tiroteo en la escuela de Columbine, en Littleton, Colorado. No sólo varios estudiantes fueron asesinados, sino que fueron dos de sus compañeros de clases quienes fueron lo suficientemente depravados para ejecutar aquellos asesinatos. La realidad de que les estaba generando e infligiendo mucho daño a los estudiantes de colegio, estaba alarmando a una sociedad que valoraba la vida de los niños. 

Anteriormente, ya se le había hecho una cierta publicidad a la cantidad de violencia que tenían los videojuegos. Cuando los medios de comunicación empezaron a enfatizar que los asesinos de Columbine habían jugado a esos juegos, las luminarias de la sociedad trazaron conexiones entre los disparos y los juegos. La gente empezó entonces a preocuparse ahora más que nunca sobre la influencia de los videojuegos sobre los niños y lo que los niños debieron hacer como resultado. Esta nueva tecnología se había convertido en una nueva amenaza.

El pánico moral ha ocurrido durante varios años, aunque los videojuegos son apenas la última forma de alimentar las preocupaciones de la sociedad frente a sus niños. Aunque cada pánico moral se desenvuelve de una forma única con diferentes orígenes y repercusiones, ellos tienen normalmente unas características similares, no sólo bajo la definición del término de Cohen, sino también sobre la manera en que la sociedad y los medios de comunicación alarman sobre aquellas formas de entretenimiento que los aterra.

Tengo interés personal en examinar los pánicos morales en este ensayo. Los computadores caseros y yo crecimos juntos, y fui destetado por los videojuegos de Atari. Cuando niño, mi madre pudo llevarme a la biblioteca local donde tomé prestado cada libro que pude sobre hombres lobos, vampiros, y otras figuras del horror gótico. Mi padre me compró novelas de fantasía, y me dejó gastar mis pocos ahorros en reglamentos de Calabozos y Dragones, cuyo juego nunca jugué, pero cuyas reglas y su entorno me fascinaban. En el colegio, mi interés por la ciencia ficción y Star Trek me llevó a unirme a las filas de los entusiastas de las historietas.

Todas aquellas actividades de ocio hicieron parte activa de mi vida en los noventas, época en que los videojuegos fueron constantemente atacados. Me concierne el hecho de que los medios de comunicación sugieran que los juegos de video, que tanto disfruté, puedan llevar a los niños a tener mala vista o a asesinar. He percibido varios estigmas relacionados con mis otros hobbies, que tal como investigué, han tenido su período de “juzgamiento por fuego” igualable al que los videojuegos tienen recientemente. Los estigmas asociados a las actividades actuales, siguen siendo el remanente de los pánicos morales anteriores. 

Aquellos intereses personales se han convertido en mis intereses profesionales. Como periodista,  he cubierto la escena de los videojuegos desde muchas perspectivas. He entrevistado a mucha gente de la industria, desde desarrolladores a publicadores, desde el comerciante al consumidor. He visto lo que los videojuegos son y pueden ser, ya sea un simple hobby o un símbolo de estatus social, un medio de expresión personal, un progreso de la tecnología o una industria económica. Así que, a diferencia de la mayoría de periodistas que escriben sobre lo que la otra gente hace, yo escribo sobre algo que hago y he hecho durante varias décadas.

Son pocos los periodistas que están dispuestos a acercarse a estos temas desde la perspectiva de un participante, prefiriendo más bien seguir como alguien ajeno a los eventos, distanciándose de cualquier cosa atacada en esta era. Semejante reserva es a menudo perjudicial para la cobertura de la información, provocando deficiencias en la comprensión de los fenómenos que no tendrían las personas que están relacionadas con el medio. Aquello no permite a los lectores de entender el contexto sobre el tema del que están provocando pánico, ni lo que los jóvenes adultos están viviendo. Los periodistas que informan sobre una cultura de la cual ellos no hacen parte, caen constantemente en las suposiciones o en los datos erróneos.   

A través de mi contacto con el fenómeno, he podido examinar aquellas actividades de pánico moral con el conocimiento de alguien de adentro. He intentado hacerlo desde una perspectiva neutral. El conocimiento sobre el funcionamiento, el encanto y el contexto de las formas de entretenimiento me ha ayudado a identificar tendencias, no sólo en lo que podría ser objeto de pánico moral, sino también en la forma en que éste se desarrolla. Hay varios casos en los cuales podemos observar el término de Cohen y el ciclo al que se refiere.

El término “pánico moral” ha sido dado a varios fenómenos durante décadas, yendo desde formas de entretenimiento adolescente hasta cuestiones societarias como los desórdenes del espectro alcohólico fetal. Los pánicos morales han representado cuestiones de diferente gravedad y repercusión, y ocurren una y otra vez a lo largo de la historia. Cualquier “nuevo” pánico moral es sólo el último caso de los “demonios populares sin nombre…siendo creados. Esto no es porque aquellas elaboraciones tengan una inexorable lógica interna, sino porque nuestra sociedad…va continuar generando problemas para algunos de sus miembros (como los adolescentes pertenecientes a una clase obrera) y luego condenándolos a cualquiera de las soluciones que uno de esos grupos encuentre.


El término de Cohen fue aplicado por primera vez al movimiento mod de los años sesenta en Inglaterra. A diferencia de los Sharks y Jets de la película Amor sin barreras, los Mods y Rockers no eran pandilleros. Ellos carecían de la organización y la violencia asociada normalmente a las pandillas. Más bien, eran adolescentes que eran etiquetados según ciertas características como su ropa o sus actitudes. Aquellos dos grupos tenían mucho en común, y no tenían ninguna rivalidad existente, al menos como dos pandillas enemigas.

Las caracterizaciones de los grupos empezaron a tomar fuerza después de los incidentes de Brighton, los cuales ocurrieron un día festivo con mal clima de 1964. Grandes muchedumbres de adolescentes fueron a Brighton aquel fin de semana y enardecieron a la gente: se hizo ruido, las ventanas de algunos comercios fueron rotas y otros hechos producto de la exuberancia adolescente pudieron ser oídos y vistos. Los periódicos del lunes siguiente imprimieron titulares como “Día de terror por grupos de motociclistas” (Daily Telegraph), “Amor sin barreras en la costa inglesa”, y “Salvajes invaden la costa – 97 arrestos” (Daily Mirror) (Cohen 30).
A pesar de que los Mods y Rockers habían sido parte del Reino Unido durante años, el “asedio” de Brighton fue la primera vez que los convirtió en un titular. Como Cohen escribió “los Mods y Rockers nunca fueron noticia por ser novedad, ellos fueron presentados como algo nuevo para justificar que hubiesen sido noticia” (Cohen 46). Los medios de comunicación no pudieron seguir las ocurrencias diarias de los Mods y Rockers como noticias ya que esos grupos habían estado por ahí durante años. Las noticias viejas no venden. Por tanto, los medios de comunicación crearon un nuevo escenario en el cual hicieron seguimiento a los Mods y Rockers y los presentaron al público con una nueva cara de anormales. 

Cohen analiza el tratamiento de los medios de comunicación de aquel incidente bajo tres títulos: exageración y distorsión; predicción, y en últimas simbolización.
Exageración y distorsión ocurre cuando los hechos son omitidos o malinterpretados para retratar un evento peor de lo que fue en realidad. El vocabulario del artículo puede mostrar exageración, como cuando se llamó a un par de ventanas rotas “una orgía de destrucción”.  En el caso del fin de semana en Brighton, Cohen señala diez métodos de exageración (Cohen 34), dentro de los cuales, está el hecho de referirse a los Mods y Rockers como “pandilleros”, sobrestimar el valor de los daños supuestamente causados, o culparlos (y no al clima) por la pobre afluencia de las familias en vacaciones. 

Predicción es la suposición de que los eventos narrados pasarían de nuevo. Las suposiciones pueden observarse en diferentes noticias (“estaremos listos para la próxima vez”), antes del hecho esperado (“estamos listos para cualquier cosa que nos traiga el fin de semana”), o incluso, durante o después de las incumplidas predicciones, ya fuese con reportajes de eventos que no pasaron. Por ejemplo, en la Noche Argus (30 mayo de 1966) se dijo “en Brighton no hubo violencia, a pesar de las hordas de adolescentes que había en la playa” (Cohen 39).

Aún cuando la prensa estaba promoviendo la creencia de que los anormales eran chicos violentos que atacarían de nuevo, el público no estaba tan seguro. De la mayoría de las personas encuestadas en Brighton que estaban molestas o desconcertadas por los eventos del fin de semana, sólo el 38.4% pensaba de que aquel era un fenómeno que se daría de nuevo (Cohen 66-67).
Simbolización es señalar como nombres y términos neutros, aquellos provistos de un simbolismo emocional. Al señalar en su descripción de los Mods o los Rockers que vestían un cierto tipo de ropa o que llevaban un peinado determinado, aquellas características se convertían en un símbolo de aquellos grupos, y aquellas etiquetas podían terminar siendo utilizadas para describir a  personas que se ajustaban a aquellas características, haciendo que cualquiera que portara una “chaqueta Mod” fuera inmediatamente un Mod. Mediante una simbolización similar, el estilo edwardiano de vestir, se asoció a con el demonio popular Teddy Boy, y el Zoot suit con los disturbios de 1943 de Los Angeles (Cohen 40-41).

Cohen también categoriza las opiniones sociales que se forman como resultado de esas imágenes de tres maneras: orientación, imágenes y causalidad.
La orientación o el punto de vista desde el cual la desviación es evaluada, puede tomar varias formas. Una popular es el modelo de desastre, tratando la desviación como una catástrofe natural. La siguiente nota, hecha por el periodista David James MP para el Brighton Kemptown ejemplifica esa tendencia:
No estuve en Brighton durante el fin de semana del que tanto se habla, pero llegué más adelante encontrando un sentimiento de horror e indignación sentido por la gente que vive allí. Fue casi como haber estado en una ciudad en la cual, al menos emocionalmente, hubiese tenido lugar recientemente un terremoto, y como si todas las convenciones y valores de la vida hubiesen sido completamente despreciadas. Fue un sentimiento muy profundo (Cohen 52).
(Cambiando algunas pocas palabras, este párrafo podría ser utilizado en relación con otros eventos, como por ejemplo Columbine).

Inherente al tema del desastre, está el hecho de que se compare a la parte responsable con una fuerza de la naturaleza, capaz de golpear en cualquier momento, causando daños a la propiedad y amenazas a la vida de los residentes del pueblo. 

Cohen expuso otras formas de orientación. La “Profecía de la perdición” sugiere que la próxima ocasión será peor que la anterior, lo cual podría ser una profecía autorrealizada. 

El “no fue tan grave lo que ocurrió” se enfoca en lo que pudo haber pasado, o lo que nos pudo haber llevado a ello. Si un par de chicos se pasaron de la raya hoy, ¿no estamos lejos de las grandes concentraciones y de un gobierno de la turba?

El “no es sólo eso” asocia lo que pasó con otro malestar, posiblemente sin relación, de la juventud. Mods y Rockers, rockanroleros, o jugadores de rol representaron una generación entera de falta de moral, aunque no todos reconozcan haber participado en aquella desviación. 

La segunda categoría de reacción son las imágenes. Los adolescentes de Brighton fueron relacionados continuamente—sin habérselo ganado— con la imagen de unos inmaduros, inarticulados y sucios inadaptados (Cohen 56). Imágenes que fueron constantemente dadas a todos los adolescentes de Brighton de ese fin de semana, sin prestar atención a su participación en el escándalo, siendo declarados culpables por asociación.

Una imagen importante en el pánico moral es aquella que distingue al enemigo del público, sobredimensionando para ello las diferencias. Al enfocarse en el enemigo en lugar de uno mismo, esta tendencia ayuda a desviar el pensamiento de que aquella anormalidad pueda ser el producto de la sociedad en sí misma. Esto es muy importante hacerlo, puesto que los que señalan la desviación pueden tener mucho en común con los desviados, y esto puede hacer que aquel concepto se evapore.

La tercera y última reacción de la sociedad es la causalidad. La desviación es vista como la consecuencia de los tiempos, sugiriendo que ésta es causada por asuntos sociales, no psicológicos.  Este “espejo de la sociedad” puede ser contradictorio con la estrategia “divide y vencerás” que busca darle a los desviados una imagen que los separe de la sociedad. Pero cuando una generación entera cae en la depravación, es posible que separarlos de la generación actual de líderes íntegros, pueda sugerir que la sociedad, o al menos la última generación, es responsable de aquella anormalidad.

La causalidad conduce a soluciones que no aspiran a curar al individuo, sino a prevenir el problema a una mayor escala. La anormalidad es también comparada con una enfermedad (una vez más, a menudo de naturaleza social): que no sólo empeorará las cosas, sino que podría involucrar a más gente en ello (delincuencia) cuando la enfermedad empiece a propagarse. La causalidad también toma la forma de un cabalismo, o la creencia de que las formas de desviación organizan grupos que actúan de forma premeditada, de manera conspiratoria y nunca solos.
Pero el pánico moral puede encontrarse bajo otras formas. En Pánico moral: cambiando conceptos de la pederastia en Estados Unidos, Philip Jenkins muestra como la reacción del público frente a un adulto que tiene actos sexuales con menores, ha cambiado con el pasar de los años. Su libro expone que hace un cuarto de siglo, los agresores sexuales eran vistos como individuos raros y confusos que difícilmente repetirían sus crímenes, mientras hoy, los agresores sexuales son vistos como depredadores, delincuentes habituales e incurables.

La terminología utilizada para describir aquellos agresores ha cambiado, tanto en el vocabulario como en la connotación. A falta de un término justo para las agresiones a adolescentes, el término “pedófilo” —que envuelve a un chico de trece o menos— ha tomado la responsabilidad de describir a ese tipo de agresores sexuales. Términos neutrales introducidos por expertos fueron tomando una connotación peyorativa, cuando fueron utilizados para crear la más vívida y atroz imaginería. El término “depredador”, utilizado normalmente para describir a un animal que caza para comer a otros animales y sobrevivir, se convirtió en sinónimo de un “agresor sexual serial”. Así, el “término desconocido para los periódicos en 1985 y 1986, apareció impreso 924 veces en 1995” (Jenkins 195).
En 1992, el show de la ABC Compass emitió “La última revelación: violencia sexual en la iglesia” en el que se hizo un reportaje sobre el “cura pedófilo”, James Porter. En 1993, Stephen Cook testificó haber sido víctima sexual de un cura de los setentas. Después de aquellas acusaciones en televisión nacional, Cook se alejó de sus declaraciones, diciendo que sus recuerdos habían sido distorsionados (Jenkins 184). Los shows de televisión, las películas y los libros presentando depredadores sexuales (muchísimos de ellos curas) aparecieron en el mercado, dándole un carácter sensacionalista a los pocos escándalos que había en aquella época. 

Otros ejemplos de Jenkis sobre el pánico moral alrededor del “depredador sexual” se enfocaron en las presentaciones de televisión, y no mucho en la reacción de la sociedad a la crisis.
En un asunto conexo, Julia Wilkins describe en un artículo en The Humanist como el “cyberporno” fue otro pánico moral de los noventas, creado inicialmente por la revista Time en junio de 1995, gracias a su artículo “En una pantalla cerca a usted: el cyberporno”. El artículo de Wilkins destilaba las tres herramientas, que según Cohen, utilizan los medios de comunicación para crear un pánico moral: la exageración en el reportaje, la repetición de las falacias y las imágenes engañosas con títulos con estilo. Todas estas tres funciones pueden ser observadas en el artículo de Time.
Aquel exageraba al decir que el 83.5% del material de internet era pornográfico principalmente. Poco tiempo después, aquella cifra exagerada se difundió rápidamente, antes de que Time se retractara, estatuyendo que en realidad era menos del 1%.

Muchos de los artículos del cyberporno sugerían la falacia de que era muy fácil para cualquier usuario de internet encontrar y acceder a él. No obstante, aquellos involucrados en ese tipo de búsquedas debían usualmente tener tiempo, esfuerzo y más que todo, una tarjeta de crédito (que no era muy accesible a los niños). 

Fotógrafos sensacionalistas incluyeron a un tipo desnudo y jorobado utilizando una computadora, promoviendo el miedo de que los “depredadores sexuales” estaban en línea, cazando nuestros niños.
El resumen de Wilkins es el siguiente:.

A través de notas periodísticas sensacionalistas, ciertos comportamientos empezaron a ser clasificados como anormales. Específicamente, el de aquellos que subían pornografía en línea o aquellos que la descargaban. Este estilo de reportaje beneficiaba a aquellas publicaciones o difusiones a las que se les daba el aura de “guardianes morales” del resto de la sociedad. Aquello también aumentaba ganancias monetarias” (Wilkins 4).

Otros pánicos morales pueden ser vistos de forma retroactiva en la época anterior a la definición de Cohen. En los años 20, las autoridades de la ciudad de Cleveland acusaron a la prensa de publicar un desproporcionado número de noticias sobre crímenes que superaba la cantidad de crímenes que habían acontecido realmente, creando un pánico colectivo (Frankfurter).



La creación del pánico moral involucra a la prensa de diversas e importantes maneras.

En el caso de los Mods y los Rockers, Cohen enumera siete funciones que desempeñaron los medios de comunicación masiva: ellos publicaron los eventos, condujeron a los adolescentes a participar en actividades en aras de la publicidad, difundieron una creencia hostil, causaron que los participantes se movilizaran para actuar, definieron expectativas para el comportamiento desviado, magnificaron a los grupos involucrados aduciendo que tenían una superestructura, y finalmente crearon una polarización al pintar a los anormales como personas que estaban en contra de la comunidad (Cohen 175-176).
Los medios jugaron un papel importante definiendo quienes eran los Mods y los Rockers. Antes del incidente de Brighton, cada grupo estaba ligeramente definido y no tenía ninguna disputa con el otro. Al crear imágenes de aquellos grupos, y al definirlos como algo separado de la mayoría, los medios de comunicación vendieron la idea de que aquellos grupos tenían una estructura, que en verdad era desconocida para ellos. Informando de un lado sobre los Mods, y del otro sobre los Rockers, polarizaron los dos grupos haciéndolos más diferentes de lo que eran en principio.

La prensa condujo a los adolescentes a buscar publicidad mostrando que sus actos desviados podían recibir una gran cobertura. “Hay una tendencia para el participante en esa clase de eventos de exagerar el alcance de su implicación y buscar un poco de reconocimiento en ella” (Cohen 162). 

Cuando la prensa encontraba jóvenes que no estaban relacionados con aquellos actos, les pedían con frecuencia que hicieran alguna cosa que valiera la pena de ser filmada, como patear una cabina telefónica o simplemente agitarse para la cámara.

Sin embargo, los medios de comunicación tenían a menudo muchas más tácticas que un reportero en el lugar invitando a un delincuente a hacer alguna cosa. El acto de informar un evento o  un comportamiento podía causar que aquello sobre lo que se informaba se volviera aún más difundido. Este proceso aplica no solamente para las cosas de moda, sino también para las desviaciones. En su estudio “Televisión popular y colegiales”, el experto en medios de comunicación y educación David Lusted esbozó tres temas que son utilizados para crear el pánico moral: la probabilidad de que los jóvenes imitasen el comportamiento al cual estaban expuestos, el despilfarro del potencial juvenil en anestésicos, y combinando aquellas dos formas, el sexo y la violencia se convertirían en un tema de desensibilización e imitación (codiciado). Aquellos miedos, especialmente aquel de imitar lo que se encontraban en las notas periodísticas, podían ser observados no sólo en periódicos, sino también en otros espacios acusados continuamente por los periodistas de conducir a la delincuencia   

La noticia en 1963 de un monje vietnamita suicidándose por auto-inmolación llevó al año siguiente a que hubieran nueve casos similares, en un país como Inglaterra, donde antes no se había oído de un sólo caso de estos (Cohen 163). En la película de 1995 “Money Train” hay una escena en la que al encargado de la taquilla del metro, le es arrojado líquido inflamable antes de ser quemado. Casos similares en la vida real fueron observados en los días subsiguientes a la película, dándose una especie de conexión con la película (Daily Telegraph, 21 septiembre 1996). 

Es discutible si estos incidentes a pequeña escala pudieron ser pánicos morales. Ambas formas de inmolación existían desde antes de que llegaran los periódicos y las películas, que sólo trajeron una audiencia más grande. Dicho de otro modo, los medios de comunicación no los crearon. Y si una película puede tener un incidente en la vida real, es posible que el periódico que lo informa, también tenga un rol similar al del film que supuestamente lo hizo.

En su libro Madres del crack, Drew Humphrey hace una distinción inusual entre dos tipos de pánico moral: el que ella considera como una amenaza real (aquel que puede ser verificado) y aquel que es imaginado o percibido como una amenaza. Los casos que ella cita como amenazas percibidas son aquellos deliberadamente manufacturados por la prensa u otra organización con algún motivo específico. Por ejemplo, valiéndose de una definición vaga de lo que es una “pandilla”, el departamento de policía de Phoenix incrementó el número de pandillas, obteniendo unas subvenciones para la lucha contra las drogas.

Así que no siempre es fácil de distinguir entre amenazas reales e imaginarias. Esta segunda es a menudo no sólo el producto de una maniobra leguleya del gobierno, sino más bien de la labor de los medios de comunicación en exagerar (aunque no todas las historias son exageradas). Así que la pregunta es si el incremento de pandillas, como resultado de un cambio de terminología o de una exageración en un periódico, ¿aumenta de verdad el número de las pandillas? ¿Cómo podemos averiguarlo?

En Pánico moral, Jenkins sugiere que la palabra pánico implica no “solamente el miedo, sino el miedo exagerado a más no poder y equivocadamente orientado” (Jenkins 6-7). Él parece ignorar la posibilidad que hay más pánicos morales “reales”, y ese término aplica sólo a los casos de desviación exagerados por los medios de comunicación.

En todo caso, las definiciones de Jenkins o Humphries sobre el pánico moral no son las adecuadas para este ensayo. Unos suponen que el pánico moral puede estar justificado, otros  que todos los pánicos morales están exagerada y equivocadamente orientados. Esas definiciones analizan la causa del pánico moral.

Pero los pánicos morales son algo más allá del simple estereotipo. Etiquetar de “ellos” y “nosotros” no es la meta máxima de la sociedad y los medios de comunicación que participan del pánico moral. Los pánicos morales son un importante proceso al que los medios de comunicación y la sociedad se ven sometidos; unos procesos que sirven de espejo sobre la naturaleza de la sociedad y el período en el cual tienen lugar. El rock and roll pudo no haber provocado el mismo pánico moral en otra década diferente. Un pánico moral es diferente según la sociedad o la era de la respectiva forma de entretenimiento. Examinando el pánico moral, sus causas y efectos, queda en evidencia los valores y miedos de una sociedad, como también otros aspectos de su identidad cultural.
No creo que haya una realidad objetiva con la cual uno pueda determinar si un pánico moral está justificado o no. El objetivo de este ensayo no es el de viajar al pasado para definir si los pánicos morales pasados son “reales” o “imaginados”. Independientemente de la causa de los pánicos morales, la forma en que los medios de comunicación abordan el tema y su tendencia a exagerarlo, como también la reacción de la sociedad frente a él, es lo que interesa aquí y lo que va a ser analizado.


Por tanto, los aspectos del pánico moral que serán examinados, no serán las causas “verdaderas” o la naturaleza del pánico o de la desviación, sino más bien la manera en que aquellos temas han sido abordados por los medios de comunicación. Los medios deben ser el objetivo de cualquier estudio periodístico sobre los videojuegos, y a este ensayo no le concierne determinar si los videojuegos son un pánico moral real o imaginado. Determinar si los videojuegos están verdaderamente “alimentando una generación de asesinos natos”, no es tan fácil como llamar al empleado del hotel y preguntarle si el valor de los daños que los Mods y los Rockers produjeron, son de verdad tan altos como los medios informaron. Hay personas que juegan videojuegos sin convertirse en alguien violento, y gente violenta que no juega a videojuegos; pero los dos concuerdan, no necesariamente por casualidad. 

Probar de manera clara un vínculo entre videojuegos y delincuencia juvenil (o todo lo contrario) debería ser estudiado desde la psicología y no desde el periodismo o el pánico moral, y por tanto aquello va más allá del alcance de este ensayo. 

Este proyecto abarcará los pánicos morales más llamativos de la última mitad de siglo. A diferencia de la investigación de Cohen sobre los Mods y los Rockers que estuvo centrada en los efectos de las acciones de los jóvenes, los pánicos morales que examinaré están centrados en la cultura popular estadounidense y sus efectos en los chicos y sus acciones. El primer pánico moral que será examinado es el rock and roll, un estilo de música que no sugiere nada peligroso a los estándares de hoy, pero que ciertamente fue una completa amenaza en los años cincuenta en que apareció. Luego seguiremos con Calabozos y Dragones y los comics, los cuales permitieron a su público de escapar hacia mundos de fantasía. Esos tres pánicos serán el prolegómeno para un capítulo final en el que se hable sobre el pánico actual hacia los videojuegos.

Fuente de las imágenes:

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jueves, 25 de mayo de 2017

El juego de la ballena azul o la noticia creada a partir de rumores


Me llama la atención la facilidad y despreocupación con la que los medios de comunicación colombianos propagan las noticias sin siquiera corroborar la veracidad de los hechos. Lo importante para ellos es el escándalo, las visitas en la página web y la zozobra. Digo esto porque vi durante dos semanas una ola de pánico creada por una supuesta problemática pública en razón de un juego de redes sociales llamado la Ballena Azul. Éste, según la periodista de la BBC Lucía Blasco consiste en un “desafío que invita a niños y adolescentes a superar 50 pruebas (una por día)”, cuya última consiste en suicidarse.

La noticia la leí en la página del diario Vanguardia Liberal, uno de los más importantes de la región de Santander en Colombia, en donde se hablaba de un “peligro mortal”, que llevaría incluso a los periodistas a un debate en colaboración con la Universidad Autónoma de Bucaramanga, en el cual se buscaba mostrar los peligros de aquel reto, aunque en realidad sólo cayera en lugares comunes y en una declaración de la funcionaria del gobierno local , que aceptó que no tiene certeza del primer suicidio por culpa de este juego.

Aquel diario no fue el único en reproducir aquella información. A mi parecer, el periódico El Tiempo (uno de los más importantes a nivel nacional en Colombia) fue aún más lejos al indicar que aquel juego de redes sociales era una “ciberamenaza que mata”. Como para la sala de redacción de aquel diario, la noticia no era lo suficientemente atrayente decidieron agregar el elemento del satanismo, que siempre que aparece, logra tocar una fibra sensible en los ciudadanos de un país tan religioso como Colombia.

Sin embargo tanto en el primero, como en el segundo medio de comunicación (como tantos otros que decidieron publicar como borregos) se evidenciaron varias cosas: la primera es que en principio quisieron atribuir varios suicidios a la Ballena Azul sin siquiera conocer las circunstancias personales de los chicos que se quitaron la vida. Ello conllevó a que en los días subsiguientes, la Policía Nacional empezara a descartar que varios de los famosos suicidios hayan sido consecuencia de aquel juego de redes sociales. Además aquel gran “peligro” terminó por salir de las páginas de los diarios dos semanas después de su primera publicación, por lo que me queda muy difícil pensar que en verdad hubiese sido un problema a nivel colectivo.     

Pero esta es en verdad la consecuencia de un fenómeno de una tendencia mundial, como es la publicación de noticias falsas como si fueran reales, a partir de rumores de internet.

1. El origen de un rumor

La primera vez que supe del famoso juego de la Ballena Azul fue a través de un vídeo del famoso youtuber Dross publicado el 6 de marzo de este año, es decir, más de un mes y medio antes de su primera publicación en un diario colombiano. Como sé, y el mismo Dross lo ha dicho, todo lo que publica él, no es más que entretenimiento sacado de la web sin ninguna pretensión de pasar por algo serio. Por tanto, para mí no fue más que una leyenda urbana y no le presté mucha atención a la noticia, hasta que la vi en medios colombianos supuestamente serios, que decidieron tomarla como un peligro de seguridad nacional.  

Fue ahí que me empecé a preguntar sobre el origen de aquella noticia, y ello me llevó a encontrarme en inicio, con el hecho de que la mayoría de los diarios en inglés que la reproducían no pasaban de ser pasquines de baja reputación como The Sun  o Daily Mail

Pero aquello no sació mi curiosidad. Quería saber de verdad como había empezado el asunto, es decir, si los datos expuestos por los periódicos eran reales o no, y lo que me encontré fue con una serie de eventos que me muestran la poca deontología de los periodistas y el poco nivel de veracidad de los medios de hoy en día. El sitio de internet Snopes, una suerte de cazadores de mitos y leyendas urbanas de internet, se dio a la tarea de averiguar si había algo más detrás de aquel juego y lo que encontraron fue que la supuesta historia de los 130 adolescentes que se suicidaron en Rusia, luego de jugar a la ballena azul (la que dio inicio a todo), no es tal.

En realidad, aquella fue una reproducción sin contrastar de un artículo llamado “Los grupos de la muerte”, que fue publicado en mayo de 2016 por el periódico Novaya Gazeta. En él, se reportaba que durante un período de seis meses, 130 adolescentes se suicidaron y 80 eran chicos que habían tenido acceso a un juego en redes sociales, el de la ballena azul.

Esta noticia recibió en los meses subsiguientes toda clase de críticas. Una investigación de Radio Free Europe demostró que ninguno de los suicidios estaba realmente ligado al famoso juego. El periódico ruso Meduza criticó que en el artículo no se expusiera el contexto (es decir, que en Rusia ya había una tasa altísima de suicidios de adolescentes desde antes de que el juego se creara) y se demostró que el autor de la crónica de Novaya Gazeta manipuló ciertos datos para narrar la historia que él quería contar (como que varios suicidios ni siquiera fueron probados del todo).   
Así que los famosos 130 suicidios en Rusia, por culpa del juego de la Ballena Azul, no están verdaderamente probados.

2. Críticas de otros lados del planeta

La famosa noticia del juego de la ballena azul tuvo un alcance mundial y llegó a otros países como Francia, en donde se reprodujo a través de varios diarios de reputación discutible, como otros que intentaron amplificar el problema intentando sembrar el pánicoen la población. Sin embargo medios de comunicación más serios como el periódico francés Liberation, decidieron hacer sus investigaciones que fueron publicadas el 31 de marzo de 2017 bajo la forma de un artículo titulado “El reto de la ballena azul, la fábrica del rumor”.

Para el periodista Alexandre Hervaud, aquel supuesto fenómeno “amenazante pero también infundado”, es una invención de los medios de comunicación que crean peligros a partir de hechos circunstanciales y poco veraces. Él expone que en Francia (donde el asunto llegó un poco antes que en Latinoamérica y también generó un pánico tal que obligó a la intervención de la policía), esta “mediatización sensacionalista” hizo eco de noticias supuestamente relacionadas con la ballena azul que en realidad no eran tales.

Así, la prensa local decidió de catalogar la fuga de dos adolescentes como parte del reto de la ballena azul, a pesar de que la policía lo negó posteriormente. En Reims, un chico de trece años decidió quitarse la vida ahorcándose en su casa y la prensa decidió de nuevo culpar al juego de la ballena azul  (aunque luego la policía desmintió de nuevo aquellos hechos). En la región de Champagne-Ardenne, en un reportaje televisivo, el medio de comunicación comunicó sobre el peligro del juego de la ballena azul, utilizando como prueba el testimonio de una adolescente que dijo “yo conozco a alguien que lo jugó” y “está muerto”. De nuevo ninguna comprobación de la veracidad de aquel comentario.

Es por ello que para el periodista, las noticias relacionadas con el juego de la ballena azul, le recordaron un caso de los años 80 en el que por medio de folletos, empezaron a difundir la noticia de que a los tatuajes temporales, de esos que se pegan los niños a partir de calcomanías, se les había echado LSD y éste se estaba propagando por el país. Aquel rumor había nacido a partir de una leyenda urbana estadounidense (la Mickey Mouse Acid) que llegó a Francia en 1988 y se hizo viral a partir de la ciudad de Niza, llegando incluso a la puerta del Ministro de Educación francés, a pesar de su falsedad.

Así que bueno, para el diario, el reto de la ballena azul es simplemente una muestra de esta era de noticias falsas (fake news para los gringos), y de una mezcla de “complotismo” con cultura pop, amplificada por notas periodísticas más alarmistas que veraces.

3. Reflexiones finales   

Desearía contar con más tiempo para mostrarles más fuentes que evidencian el pánico generado a partir de un rumor, que tiene más de ficción que de realidad. Sin embargo, creo que el asunto es meridiano: como lo escribí hace ya un buen tiempo, el alarmismo alrededor del juego de la ballena azul es en el fondo uno de esos momentos de histeria colectiva a los que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación; uno de esos momentos de pánico moral, de sicosis global, resultado de unos medios que disfrazados de padres (queriendo obtener visitas y reproducciones), hacen eco de cualquier noticia impactante (real, medio real o falsa) para ganar espectadores. Lo cual no quiere decir que Internet sea un lugar sano, o que los suicidios adolescentes no sean un problema del que tenemos que estar pendientes. Pero el problema no se puede reducir a un juego virtual cuyas víctimas son a cada rato desmentidas. El suicidio adolescente merece un debate más serio.

Un debate que vaya más allá de una declaración de autoridades que simplemente dan un parte de tranquilidad que no toca el problema de fondo, de un fiscal que abre investigaciones intentando mejorar su imagen luego de sus descalabros por actos de corrupción y de unos medios que ya no diferencian un rumor de un hecho, y generan una psicosis colectiva inventada y justificada a partir de noticias poco veraces que desvían la atención de los verdaderos problemas que originan este tipo de tragedias.

4.Epílogo

En los momentos en que cierro esta entrada, me encuentro con que el diario Vanguardia Liberal publica la noticia de un nuevo “juego que preocupa el mundo”: el abecedario del diablo . No voy a decir que ese juego me parece una exageración, ni que el medio, con un tono paternalista decide contar un problema sin siquiera verificar los datos. Simplemente limitémonos a saber que aquel periódico, como tantos otros, simplemente está buscando atención, sin importar el nivel de veracidad de su noticia. 


Fuente de la imagen: http://www.meta-media.fr/files/2017/02/snopes-fake-news-sites-600x333.jpg

lunes, 27 de marzo de 2017

La muerte de la WCW (2) : El bebecito del señor Turner

Aquí continuo con algo que empecé en su día. De nuevo sólo me queda decir que si existe alguna violación al derecho de autor, les agradezco se me informe para borrar el texto y que cualquier error me lo hagan saber para corregirlo. Gracias.

Sólo recuerdo que esta es una traducción amateur y puede contener errores. Así que si tienen sugerencias para mejorar tal o tal cosa, las pueden dejar en la caja de comentarios que con gusto las revisaré. En todo caso lo de siempre, si quieren leer una mejor versión vayan a la original. Esta es sólo una tentativa por acercar al público no angloparlante a este muy buen libro. Además, el texto que se utiliza para esta traducción es la primera edición.


PARTE 1: EL NACIMIENTO

Capitulo 1: 1988-1996 El bebecito del señor Turner
“Ted me llamó y me dijo: “¡Hey Vince a que no adivinas. Estoy en el negocio del rasslin!”
Vince Mcmahon, dueño de la WWF

Mientras muchos creían que la WCW nunca iba a morir y se llevaron una sorpresa en el 2001, otros pensaron que debió haberlo hecho mucho tiempo antes, incontables veces, en razón de las continuas pérdidas de dinero que tuvo. No obstante, la idea de que la WCW perdió muchísimo dinero en sus primeros años, no corresponde a la verdad. En realidad, en sus primeros cinco años de existencia, la WCW no perdió sino 6 millones de dólares por año, una cantidad pequeña, si consideramos que recibían de Turner 4 horas de excelente rating en cada semana del año. Algunos dentro de la organización del magnate ponían el grito en el cielo por las pérdidas, pero a Ted no le importaba; en efecto, él era el organizador de la compañía y cuando la junta directiva le sugirió que acabara con WCW en 1992, él les respondió que el wrestling crearía una Superstation, y por tanto, mientras él estuviera en el cargo, eso no pasaría. A continuación les ordenó que nunca más le llevaran esa idea, cosa que no volvieron a hacer.

Cuando Turner estuvo fuerte detrás de la WCW,  no importaba lo que ocurriera ni cuánto dinero perdiera la empresa; él siempre estuvo ahí, sin importar la clase de cosas malas que pasaran. Este sentido de seguridad conllevó muchas veces a tomar pésimas decisiones. Poco importaba que se desperdiciara dinero, ni que se alienara a sus empleados y fans; Ted Turner siempre estuvo ahí para sacarlos a todos del embrollo.

Todas las razones de por qué la compañía debió estar muerta o pudo morir antes, tienen su historia. Después de todo, estamos hablando de una compañía que tenía como 100 años de existencia… o eso era lo que decía uno de los mitos que los fanáticos de WCW pregonaban, ya que la verdad era muy diferente.

Cuando el promotor “Big” Jim Crockett murió en 1973, sus bienes fueron traspasados—incluyendo las Jim Crockett promotions, en las cuales corrían los pro-wresting shows— a su hijo Jim Jr. Por décadas, los Crockett, como otros promotores de la National Wrestling Alliance (NWA), intentaron traer prestigio a su organización afirmando que su mayor título, el World Heavyweight Championship, había nacido en 1905. Su campeón afirmaba que un título con ese linaje había dejado huella al convertir en leyendas del siglo a George Hackenschmidt  y Frank A Gotch, lo cual, en honor a la verdad, es parcialmente cierto, ya que la NWA, que ayudó a formar la WCW, tuvo su origen en 1905 junto a las críticas que se le hicieron.

Sin embargo, esta pequeña confusión viene del hecho que existen dos NWA diferentes: la empresa del siglo National Wrestling Association y la moderna National Wrestling Alliance. La NWA de hoy nació en 1948 luego de que seis promocionadores en un encuentro en Waterloo, Iowa, nombraron al promocionador de Deis Moines (Iowa), Pinky George, como primer presidente, y al promocionador de la ciudad de Kansas, Orville Brown, como el primer campeón. Lou Thezs ganó ese título en 1949 y luego el de la National Wrestling Association en 1950. Como el grupo controlaba todos los títulos mayores, el campeonato NWA se transformó en el más prestigioso trofeo mundial por casi 40 años. En abril de 1984, fue uno de los 3 grandes títulos de USA, junto a los títulos mundiales de la AWA (promocionado por Verne Gagne) y de la WWF (promocionado por otro junior, Vincent Kennedy Mcmahon).

El Vince Mcmahon original —Vincent James Mcmahon para ser preciso—era hijo del promotor de boxeo y wrestling Jess Mcmahon. Vince Sr promocionó la World Wide Wrestling Federation (ellos quitaron una W en 1979) desde 1963, en el noreste. La exitosa compañía, cimentada en el Madison Square Garden, fue construida a través de leyendas como Bruno Sammartino, Superstar Billy Graham y Bob Backlund. Sea cual fuere la situación, Vince Mcmahon Sr se estaba volviendo viejo y su hijo—el bien parecido anunciador en sus shows de wrestling—estaba impaciente por generar un verdadero impacto. Vince Sr, sin embargo, no estaba seguro de él. Nunca quiso que éste fuera un wrestler y posiblemente no quería verlo más envuelto en el negocio. Además, el pequeño Mcmahon mostraba que tenía unas grandiosas ideas.

El wrestling fue siempre un negocio territorial con diferentes grupos promocionando exclusivamente en su área del país. Ahí podíamos ver a Roy Welch en Alabama, Nick Gulas en Nashville, Leroy Mcguirk en Oklahoma y Sam Muchnick en St Louis; junto a otras dos docenas. Mientras que los promocionistas podían aventurarse a veces en territorios enemigos, ninguno pensó en hacer lo que Vince Jr planeaba hacer en una escala masiva: promocionar el wrestling en donde fuera.
A diferencia de lo que piensa la mayoría, Vince Jr no fue la primera persona en promocionar el wrestling a nivel nacional. Los eventos del Madison Square Garden de su padre salieron en la cadena MSG por los años 70. Cuando la Ted Turner’s Atlanta WTCG UHF Station inició en satélite como Superstation en 1976, ellos tomaron la empresa Jim Barnett’s Georgia-based promotion nationwide y sacaron al aire dos shows a la semana: Georgia Championship Wrestling los sábados en la noche y Best of Georgia Championship Wrestling la siguiente tarde. La estación creció rápidamente para servirle a 15 millones de personas y ese show de wrestling fue el primer programa en atraer más o menos un millón de personas al cable. Los promotores de la NWA no aprobaban esto, por lo que Vince Sr les respondió que sería ridículo dejar de publicitar el Garden. Barnett por su parte les dijo que no importaba que pasara, su show seguiría siendo protagonizado por luchadores de Georgia. A pesar de lo anterior, varios años después, Turner solicitó que el nombre de la compañía fuera cambiado a uno menos regional  y de esta forma paso de ser Georgia Championship Wrestling a World Championship Wrestling, el cual era el nombre de una promoción que Barnett estaba llevando por la televisión por cable de Australia. Barnett diría después que aquello era imparable. Y estaba en lo correcto.

En 1982 Vince Sr cedió y vendió la World Wrestling Federation a su hijo. El trato, sin embargo, fue que si Vince Jr no pagaba uno de sus pagos trimestrales, la WWF volvería a los tres socios originales de Mcmahon: Bob “Gorilla Moonson” Marella, Phil Zacko y Arnold Skaaland.  Aunque muchos creen que Vince Sr nunca estuvo consciente de los grandes planes de su hijo, otros creen lo contrario. Según parece, incluso si Vince Sr sabía lo que pasaba, no creía que su hijo sacara su plan adelante. Poco después de vender la compañía, a Vince Sr le fue diagnosticado un cáncer que lo llevó a la muerte meses después.

Aquellos que dudaban sobre la solvencia de Vince Jr no podían estar más equivocados. No sólo llevó a la WWF al nivel nacional, sino que creó un monopolio para los 5 años subsiguientes. Uno de sus mayores ataques fue el de ofrecer contratos lucrativos a las estrellas (y en ocasiones chicos que nadie en sus cinco sentidos vería como estrella) de otros territorios, siendo la compra más llamativa la hecha a Verne Gagne de la AWA. Vince ofreció comprar inicialmente la promoción de Gagne de un solo golpe, pero no le aceptaron la oferta. Por ello, decidió ir por las mejores estrellas de Gagne, incluyendo a un joven de cabello mono, musculoso, que se hacía llamar Hulk Hogan; que fue el único que llegó de aquella empresa a su compañía.

Mcmahon rápidamente hizo que el prolongado campeón de su padre Bob Backlund perdiera el titulo con el maligno Iron Sheik, quien posteriormente, en enero 23 de 1984 sería vencido por Hogan en el Madison Square Garden y su terrorífica legdrop of doom, iniciando aquel periodo exitoso de la Hulkmania.

Aumentar la sintonía en la televisión fue el siguiente paso. En aquellos días, muchos promotores de wrestling estaban de amores con sus televisoras afiliadas ya que, en muchos territorios, la gente de la tv transmitía gratis los shows y ganaba dinero con la publicidad. Así, la gente del wrestling, sólo se preocupaba por escribir los programas para atraer los fans a la arena. Además, en algunos territorios—como por ejemplo Memphis para Jerry Jarrett—las estaciones de tv les pagaban a los promotores para que su show apareciera en su bandeja de televisión. Vince viendo la situación, viajó territorio a territorio ofreciendo a los gerentes de las cadenas no solo sus buenas cintas de tv (diferentes a las de los demás programas que eran filmadas con pésima calidad en lugares lúgubres), sino también pagar por salir al aire.

Continuando su expansión, Mcmahon compró la Georgia Championship Wrestling por $750.000 y de paso, el tan codiciado tiempo de los sábados y domingos en la TBS, donde buscaba (obviamente) cambiar las cintas de los luchadores de Georgia, por las de sus superestrellas de la WWF. El problema de su plan era que existía una enorme diferencia entre los dos productos: el show de Georgia tenía énfasis en la acción en el ring de talentosos trabajadores, mientras la WWF, que salía al aire por USA NETWORK, mostraba un puñado de luchas en las que un luchador aplastaba al otro[1].         

Cuando el cambio de programa tuvo lugar en el llamado “Black Saturday” (14 de julio de 1984[2]), muchísimos aficionados se enfurecieron con la Superstation. La respuesta de Turner fue entregarle a Ole Anderson un espacio de tiempo a las 7 am para que abriera su Championship Wrestling from Georgia Inc (la cual no duró mucho). También le entregó a la Mid South Wrestling de Bill Watts un espacio de tiempo de una hora los domingos, y se comprometió a financiarlos para que pudieran competir a nivel nacional con Mcmahon. Vince estaba indignado porque creía que comprando la GCW tendría un lugar exclusivo en la TBS. Turner que no estaba de acuerdo, sintió que Vince incumplía la cláusula del contrato que lo obligaba a producir un programa semanal  desde un estudio de Atlanta y por tal razón pensó: si Vince no lo hace, alguien tiene que hacerlo. Con esto empezó la guerra de 20 años entre Mcmahon y Turner.

Mid-South no hizo las cosas más fáciles para Vince, ya que fue un show bien bookeado y entretenido que destrozó los programas de Mcmahon en rating. Turner, que había prometido financiar a Wattss, estaba listo para echar a Vince de la estación. No obstante, la entrada de Jim Barnett  (un viejo promotor y amigo de Turner) cambió las cosas en esta historia. Barnett negoció un trato entre Mcmahon y Crockett Jr, para que el segundo, le comprara a Vince los espacios que este tenía en TBS por la suma de un millón de dólares. Turner estaba extasiado: no solo había corrido a Vince, sino que había popularizado wrestlers como Dusty Rhodes o los Four Horsemen. Vince estaba probablemente contento porque hizo cientos de millones de dólares en el trato. Watts estuvo de acuerdo con dar un paso al costado y en el último episodio de Mid-South Wrestling presentó a los luchadores de Crockett, diciendo a los fans que ahora podían ver buena acción en la NWA.

Estas dos compañías siguieron subiendo en el top nacional y el feudo Mcmahon-Crockett continuaría durante los siguientes años. Los pequeños territorios no pudieron competir con el nivel de exposición en la tv, dando como consecuencia su muerte. Entre los promotores que trataron de sobrevivir, estuvo Watts, el cual intentó ir a nivel nacional sin muchos resultados a causa de los los altos costos. Por ello, vendió su compañía en cuatro millones a Crockett, quien sólo terminó con aproximadamente 1.2 millones cuando todo estaba dicho, porque resultó que éste tampoco pudo costearse lo necesario para estar en el nivel nacional.

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Después de comprar la compañía de Watts conocida como la Universal Wrestling Federation (ustedes saben, porque el universo es más grande que el mundo… en serio, por eso el nombre), Crockett bookeó una ingeniosa invasión  que consistió en que todos los chicos acababan con los de UWF mostrándolos de esta manera como unos completos perdedores. Crockett estuvo por delante de su época, ya que a diferencia de la invasión WWF/WCW del verano de 2001, esta fue ingeniosa, se hizo casi sin dinero y falleció con una muerte rápida indolora.

Crockett tenía unas ideas brillantes, de las que nunca aprendió nada. Contrataba chicos a quienes ofrecía grandes tratos que nunca podía cumplir. Defraudó a sus fanáticos leales, presentando Starrcade (el equivalente de Wrestlemania para NWA) en Chicago, es decir fuera del sur por primera vez en la vida. Además de eso, volaba solamente con las mejores estrellas en un jet privado demasiado caro y permitió a Dusty Rhodes llevar la compañía al desastre con un bookeo que tenía como característica principal los finales de mal gusto que escandalizaron a los fans. Estos finales (que se conocen en la industria como dusty finish) consistieron en que (por lo general) un babyface (chico bueno) ganaba el título (o simplemente una lucha) y luego en televisión, se daba marcha atrás al resultado.

En otro momento de inspiración, Crockett coloco al mid-carder Ron Garvin a derrotar al joven campeón Ric Flair, en una lucha donde se peleaba el título mundial. Como Garvin era un babyface, los fans no vieron con buenos ojos que éste derrotara al Nature Boy y por tanto, los ratings cayeron de 4.0 a 2.8—la caída más rápida de la historia.

Más tarde en 1987, Crockett anunció que el show anual Thansgiving Night Starrcade sería transmitido por primera vez en PPV el 26 de noviembre. Al igual que Mcmahon con el primer Wrestlemania, Crockett estaba apostando la existencia de su compañía al éxito de este show, endeudándose hasta el cuello. Mcmahon, que sabía de los riesgos que habían tomado las Jim Crockett Promotions, decidió lanzar también un PPV en la noche de acción de gracias: Su primer Survivor Series.

Crockett que no quería enfrentarse con Mcmahon (que estaba haciendo excelentes números en los PPV de esos años) cambió el evento a la tarde de Thanksgiving. Las compañías de cable se emocionaron al oír esto, ya que esperaban que los fans compraran ambos shows y se dedicaran a ver wrestling todo el día. Pero Vince tenía otras ideas: dijo que cualquier compañía que sacara al aire el PPV de Crockett, no le permitiría transmitir el siguiente Wrestlemania.  Puesto que  Wrestlemania se había establecido como el rey del PPV de wrestling en su tiempo y Mania 3 fue un grandísimo éxito financiero que básicamente creo el género, todas las cinco compañías del país eligieron sacar al aire Survivor Series y no Starrcade. Crockett estaba acabado antes de que el show empezase.

Esforzándose por sacar su compañía adelante, Crockett planeó su venganza: el bookeo de su siguiente PPV, The Bunkhouse Stampede, en el Nassau Colisseum, un establecimiento que se encontraba en el territorio de Mcmahon. Nadie sabe a ciencia cierta por qué Crockett pensó que esto era una buena idea, ya que su producto no tenía antecedentes en esta área y era inevitable que cayera, teniendo solo 6 mil fans y 80.000 dólares. Pero la cosa fue aún peor. Mcmahon tenía un plan: sacar al aire el primer Royal Rumble (una modificación de la battle royal en la cual cada hombre entraba después de dos minutos de intervalo) en vivo desde Hamilton- Ontario, en la cadena USA; cara a cara con el PPV de Crockett. El Rumble termino con un rating de 8.2, el más alto de cualquier show de wrestling en la historia de esa cadena, incluyendo los Monday Night Wars. Y si nada podía ser peor para los Crockett, el Rumble fue extensamente considerado como un show superior al PPV de los Crockett, el cual fue encabezado por la lucha Flair vs Road Warrior Hawk que tuvo otro trillado dusty finish.

A pesar de lo que podría parecer, Crockett no estaba acabado. Su siguiente idea fue la de pasar gratis Clash of the champions en TBS en marzo de 1988, cara a cara con Wrestlemania IV. Esta vez, su plan fue un éxito, ya que Clash hizo un 5.8 y la lucha del main event de Flair vs Sting fue la más vista en la historia de la televisión por cable al marcar un 7.8. Wrestlemania IV por otro lado,  tuvo un miserable show titularizado por Randy Savage derrotando a Ted Dibiase para ganar el vacante titulo de la WWF.

A pesar de que Vince hizo la misma cosa con el Royal Rumble, la industria del cable estaba colérica con Crockett y Turner por haber tenido la osadía de sacar al aire un show gratis para enfrentar a Wrestlemania. Poco importaba que Mania hubiese hecho 585.000 ventas (las más grandes en la historia). El problema era que el universo del PPV se había duplicado ese año y sin importar que hubieran hecho una venta record, sentían que el show pudo haber dado más sin esa competencia. Las compañías de wrestling empezaron amontonar su dinero para los PPVs y las compañías de cable se llevaron un buen pedazo del pastel (¡como el 60% de los beneficios!). A Turner se le dijo que no debería permitir que volviese a pasar algo así.

A pesar del enorme éxito de Clash, a Crockett se le informó que su compañía quebraría más temprano que tarde. A pesar del desastroso año, las grandes sumas de dinero que pagadas por los contratos, sus vuelos en jet, sus viajes, besos robados, paseos y viajes en limosina; Crockett estaba impresionado con esta revelación. Había calculado que podía hacer muchísimo dinero con los PPV gracias a la publicidad nacional. Desafortunamente, Vince pisó más fuerte con sus PPV y los patrocinadores (como hoy) pensaban que sólo gente del lugar veía Southern Pro Wrestling y no pagarían mucho por el tiempo de comerciales.

Turner vio entonces que las cosas no iban muy bien y se interesó en comprar la compañía. Él tenía un lugarcito en su corazón para el wrestling; lo cual junto al hecho de que el programa de Barnette había tenido éxito pocos años antes, lo convencieron de que no cometía un error y a su Superstation le iría muy bien. Así que en el verano del 88, poco después de que Crockett tomara un préstamo de 600.000 dólares para pagar la nomina, Turner compro las Jim Crockett Productions por 9 millones de dólares. Si bien Turner no era el dueño absoluto de la NWA, sí lo era de la mayoría de sus miembros y de sus mejores estrellas. A la familia Crockett le quedó una minoritaria parte (que sería comprada posteriormente) y se les dio un trabajo. Esto incluía a Jim, quien, después de años en el negocio, se convirtió en un consultor cuyas ideas nunca fueron usadas.

En los siguientes años, la audiencia vería lo alto y lo bajo de lo que sería esta World Championship Wrestling, pensando en lo horrible que parecía esto, al menos con un billonario como Turner no permitiendo que la compañía fuera sacada del negocio.

Durante los primeros años de la WCW bajo el imperio Turner, el bookeo estuvo ping-pongeado[3] por dos personajes: Dusty Rhodes y Ole Anderson. Sorprendentemente, a pesar de que los dos bookearon de manera exitosa en promociones regionales, ninguno de los dos tenía idea de como funcionaba una compañía de wrestling nacional. Ambos tenían sus propias agendas, es decir, ambos se daban el push de main events y les subían el sueldo tanto a sus amigos, como a ellos mismos. Cuando las cosas no iban como ellos querían, tenían la tendencia a actuar como pequeños bebés, haciendo cosas que ni a ellos, ni a la compañía, les traía nada bueno.

Un ejemplo de esto ocurrió en 1988, cuando altos directivos de la jerarquía Turner le informaron a Rhodes que sangrar estaba prohibido en los programas de la WCW. Éste furioso con lo informado, hizo ir a los Road Warrior al ring para que tomaran una gran estaca de metal y lo golpearan en el ojo. Un golpe suficiente para que el ojo de Rhodes empezara a tomar un color rojizo. Nadie se sorprendió – con excepción, de pronto, del mismo Dusty Rhodes— que fuera despedido inmediatamente.

Cuando la WCW dejó de ser su hogar, Rhodes buscó empleo al norte pasándose al lado de Vince Mcmahon y la WWF. Mcmahon estaba más que feliz de darle la bienvenida en su empresa y por esto, le compro nuevos trajes. ¿Cuáles trajes? unos apretados de látex y oh, ¡con brillantes puntos gigantes amarillos! Él les mostró por primera vez a los fans de la WWF una serie de estúpidas viñetas en las que Rhodes entregaba pizza, lavaba inodoros y limpiaba con una pala excremento de caballo. Como ven, así es como varias compañías operan en el wrestling. Usted, el promotor, no le gusta alguien en la empresa de la competencia. Las circunstancias obligan a ese sujeto a buscar trabajo, por lo que usted lo trae a la compañía y se rehúsa a darle el puesto de trabajo que solicita. Sin embargo, lo trae humillándolo completamente. ¿Cree que los fans quieren ver eso? No. ¿Al caso importa? No, porque todo es acerca de mostrar al chico que no te gusta quién tiene el poder.

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El suceso del traje de puntos amarillos, no fue el primero entre Vince y Rhodes. En 1987 la WWF creó el personaje de un sirviente que respondía al nombre de “Virgil”, ya que el nombre real de Dusty era Virgil. Si esto no les parece lo suficientemente inmaduro, años después cuando Virgil se pasó a la WCW, le fue cambiado el nombre a “Vincent” para devolverle la puyita a Mcmahon. Vincent/Virgil termino su carrera de parodias más adelante en WCW siendo renombrado otra vez como “Shane”, esta vez para burlarse del hijo de Vince.
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Después de haber hecho el ridículo en la WWF, Dusty regreso al imperio Turner para arreglar el lío que había dejado Ole Anderson en 1990. Quién sabe por qué ellos creían que recontratarlo era una buena idea, teniendo en cuenta su historial, bookeandose y dirigiéndose como la estrella del territorio.  Pero aparentemente, el vicepresidente de la WCW hizo que Dusty Rhodes volviera a bookear por el año de 1991, justo para el primer PPV del año Wrestle War.

Llegó volando con una de sus mejores creaciones: War Games. Eso era una lucha de relevos de 10 hombres que se encontraban en dos rings y estaban rodeados por una jaula de acero. Los participantes entraban en la jaula cada dos minutos. Se lanzaba una moneda para que el ganador del sorteo tuviera la ventaja dentro de la apertura de la lucha, haciendo que de esta manera se diera una superioridad de dos contra uno, tres contra dos, cuatro contra tres y cinco contra cuatro. La lucha no se decidía hasta que los diez hombres entraran en la jaula, momento en el cual empezaba el match beyond[4]. La idea era ingeniosa y dio lugar a algunos combates memorables. El Wrestle War no fue la excepción y en él, el top heel Sid Vicious envió a Brian Pillman a lo alto de la jaula para luego depositar su cuello en la lona. Si Dusty estaba intentando impresionar sus jefes—tanto viejos como nuevos—lo hizo al bookear este show.

Como no existían PPVs estadounidenses en mayo, la WCW realizo un show co-promocional con la New Japan Pro Wrestling en Tokio llamada Rumble in the Rising Sun, protagonizado por estrellas de ambas empresas. En el evento, el campeón Ric Flair perdió el título mundial con Tatsumi Fujinami…de alguna manera. La storyline era que Fujinami cubría al campeón, después de haberlo lanzado de lo alto de las cuerdas—lo cual daba para descalificación en WCW. De todas formas, en New Japan no era considerado como DQ por lo que fue considerado en su empresa como el nuevo NWA World Champion.

Sin embargo, aquel hecho fue arreglado perfectamente en el siguiente PPV de WCW: Superbrawl. En el show, Flair recuperó su titulo en una pelea decente; pero también se dio una extraña lucha de babyface vs babyface entre los dos equipos más populares de la compañía: Sting y Lex Luger contra los Steiner Brothers, en el que acabaron con la casa. Lamentablemente, Scott Steiner se desgarró uno de sus bíceps, por lo que quedó fuera de acción por casi un año. En otra llamativa lucha, el Gigante derrotó a Sid Vicious, en una pelea que puede ocasionar pesadillas al tonto que se atreva a verla. Sid dejó el pueblo al finalizar el show y se fue de la WCW dejando a la empresa sin una de sus mejores estrellas. Vicious era un caso perdido para la compañía, pero nada en comparación al fiasco que tendría lugar en junio, cuando uno de los más grandes cataclismos del wrestling tuvo lugar.  

Para explicar cómo empezó todo, volvamos un poco y miremos lo que estaba pasando detrás de escenas entre Ric Flair y el Vicepresidente de la WCW Jim Herd. Held sentía que Flair, de cuarenta y dos años, había llegado a su cúspide y debía ser reemplazado. Él le dijo a Flair que debería cortarse su conocida melena rubia, colocarse aretes y cambiar su nombre a Spartacus. Mientras esto pasaba, los directivos no estuvieron pendientes del contrato de Flair, el mejor pagado de la compañía. No había enemistad entre los dos, ya que Flair veía a Herd sólo como un traje corporativo; lo cual en efecto, era cierto, si tenemos en cuenta de que, con una mirada de su historia laboral, éste era un alto directivo de Pizza Hutt cuando llegó a trabajar con Turner. Obviamente los dos negocios son totalmente diferentes y a Herd se le había hecho difícil comprender los conceptos básicos del wrestling, incluyendo que los fans de WCW querían pagar por ir a ver las luchas de Ric Flair. Teniendo en cuenta esto, Herd ofreció renovarle el contrato a Flair pero con una pequeña sorpresa: la disminución de su salario a la mitad de lo que estaba ganando. Flair le respondió diciéndole que se podía meter su contrato por el recto. La riña entre los dos continuó durante los siguientes meses, en los cuales Herd llamaba a Flair para que perdiera su título en cada show, a lo que este se negaba. Finalmente Herd simplemente le dijo a Flair que le iba a quitar el título de cualquier manera y su plan era que la WCW declarara el cinturón como vacante.

Todo estaba perfecto en teoría, pero desafortunadamente para la WCW, Herd no pudo hacer esto porque Ric Flair era el dueño del título físico. Lo que pasaba era que en esos días, el campeón de la NWA debía dejar un depósito de 25.000 dólares para tener el titulo. Entonces como Flair no había perdido nunca el titulo en el ring, ni tampoco le habían devuelto sus $25.000, calculó que podía hacer lo que le diera la gana con éste. Por ello Flair le envió su titulo a Mcmahon para que este lo mostrara en sus shows. El manager Booby Heenan hizo público que el verdadero campeón del mundo iba en camino a la WWF. Los fans que miraron la WWF en casa se quedaron estupefactos al ver este cambio de planes donde finalmente vieron su tan anhelado dream match entre el campeón de la WWF Hulk Hogan contra el campeón de la WCW Ric Flair.

Herd pensaba que podía respirar tranquilo cuando Flair se fue de la compañía, pero una vez el cinturón fue mostrado en la WWF y la empresa se volvió un caos total. Herd se volvió un patán con todo el mundo, desde los oficiales de Turner hasta los mismos luchadores. Inmediatamente cayó totalmente en pánico e intento traer de nuevo a Flair a la compañía ofreciéndole muchísimo más dinero del que recibía de Mcmahon. Flair, viendo como estaba operando la WCW, le dijo sencillamente “gracias pero no”.

Sin poder traer de nuevo a Flair a la compañía, Herd sabía muy bien que debía recuperar el título. WCW puso entonces una demanda legal que obligó a Flair a devolver el titulo. Esto sentó un precedente importantísimo que tendría un mayor impacto en los años que vendrían: la corte dijo que los cinturones de wrestling profesional son un símbolo valioso de la promoción que representan y por tal razón si Flair continuaba usándolo en WWF, la WCW podía demandar por los daños ocasionados. Por esto la WWF intento hacer un cinturón falso de la WCW para que Flair lo vistiera. La corte no estaba satisfecha con esto, así que la WWF le entrego un titulo tag que fue digitalizado en la televisión. La corte continuaba insatisfecha. Así que la WWF puso a ganar a Flair su versión del World Title y desechó la otra versión en su totalidad.

Para Herd, la pesadilla Flair había terminado, aunque en realidad tan solo estaba empezando.
Lo primero que le tocaba hacer a Herd era coronar un campeón. El plan era hacerlo en el siguiente PPV que era Great American Bash desde Baltimore. Herd y Dusty vieron una oportunidad para que la WCW empezara de nuevo, no solamente con un nuevo campeón, sino con un nuevo enfoque. WCW necesitaba que el show fuera un gran éxito. Los fans no estaban muy feliz con que Flair se hubiese ido de la empresa y lo hicieron sentir con sus cantos de “we want Flair”[5] en cada encuentro. Con una multitud realmente molesta, era crucial que Bash pudiera entretener a los fans para demostrar que la WCW podría salir adelante sin Flair.

El show empezó con una scaffold[6] match que consiste —para los que nunca han visto esta clase de encuentros— en un combate en el cual se levanta un andamio encima del ring y los combatientes buscan botar al piso al otro. Esta clase de pelea no solo es peligrosísima, por lanzar a los trabajadores de una altura de 15 o 20 pies, sino que también es aburridísima, ya que después de todo, ninguno quiere ser lanzado sin estar preparado para tirarse. Con esta scaffold match se terminaba un feudo. Primero se había creado una gran rivalidad de dos hombres que luchaban en peleas convencionales sin ningún buen resultado. Entonces, al no encontrar ninguna solución a esto, decidieron realizar una lucha que no solo acabara con el feudo, sino también posiblemente con sus carreras.

No tenía mucho sentido abrir con esta lucha. Menos sentido aún, tendría abrir con un montón de mid-carders como el Rapmaster Pn News, un personaje de 400 libras que si se cayera no solamente rompería el ring sino también el suelo de concreto. De todas formas, los cuatro hombres que participaron en la lucha dieron lo mejor de sí, caminando de puntillas alrededor de la plataforma y haciendo lo posible para no perder el equilibrio. Después de 10 minutos de “acción”, sonó la campana sin que nadie hubiera caído del andamio y se dio uno de los mayores engaños conocidos del wrestling. La lucha terminó porque uno de los combatientes capturó la bandera del otro. Esta nueva regla, nunca antes había sido dispuesta para este tipo de luchas, sobre todo, porque fue publicitada en las semanas anteriores un simple scaffold match. Esto era básicamente un señuelo, que aumentaría en los shows de la WCW. Unos pocos buuu empezaron a esparcirse por la arena.

Después del fiasco de la scaffold match, la WCW sacó unos caricaturescos personajes—un mago (Oz), un leñador (Big Josh) y un verdugo encapuchado (Black Blood) — los cuales dieron lugar a unas luchas horribles. Después, el momento decisivo entre dos grandes compañeros Ricky Morton y Robert Gibson decepcionó a la afición, tanto como lo hizo la disparatada chain match[7] entre Sting y Nikita Koloff. La multitud tuvo que presenciar la peor lucha hasta el momento que estuvo a punto, no solo de cargarse al show, sino a la empresa totalmente. El fiasco total lo haría finalmente el evento estelar de la noche: Barry Windham contra Lex Luger por el WCW World Title.

Lex Luger fue un luchador importante de la compañía desde su debut en 1987. Con su adornado físico, estaba siendo visto como el sucesor de Ric Flair. Después de todo, él había estado intentando hacerse con el título de la WCW por un buen tiempo durante los 4 años que había estado ahí. La lucha inicialmente iba a ser Flair defendiendo su titulo contra Luger, con lo cual cada fan en el país pensaba que él iba a dar el paso grande de ganar el título. Cuando Flair dejó la compañía, era más que obvio que Luger ganaría el titulo, a pesar de que podría quedar en el aire, durante su reinado, la sensación de que él nunca derroto a Flair.

Ciertamente tenía sentido que Luger estuviera en el main event, siendo el otro, un misterio. No existía duda de que Barry Windham fuera un sólido luchador en WCW y WWF, pero no era realmente un main-eventer. Él había estado en pocos main events (generalmente contra Flair) durante toda su permanencia, pero en 1991 no era nadie. Él había sido enterrado en un tonto feudo con Brian Pillman, donde estuvo participando como el enmascarado Yellow Dog (otra tonta creación de Dusty). Durante el reinado de Flair, no estuvo nunca en la escena del título  y el hecho de que de un momento a otro se convirtiese en el contendiente numero 1 era absurdo. Los fans simplemente no les gustó ver a Windham como contendiente numero 1 porque éste no había sido presentado como tal en años.
La lucha tuvo lugar en los confines de una jaula de acero (probablemente algo bueno, ya que los fans estaban botando toda clase de basura al ring) y Windham y Luger procedieron a “entretener” a los fans con una de las luchas por el título más aburrida en años. En ese momento el público desató su frustración con la empresa. Empezaron a gritar we want Flair en la arena, en unos gritos que se podían oír en todas las transmisiones del PPV.

Pero no todo había terminado. La WCW en un momento de infinita sabiduría decidió bookear a Luger ganando la lucha, pero con el manager heel Harley Race ayudándolo. Sí, la WCW volvió a Luger heel, con la mentalidad de que si Flair fue bueno en ese campo, Luger podría hacerlo mejor. No era una mala idea en teoría (aunque comparar a Luger con Flair era absurdo), pero hacerlo en una noche donde lo más probable era que saliera mal era una pésima idea. Sin importar todo lo que les toco soportar, la única cosa con la que los fans contaban era con que al final de la noche tuvieran un campeón babyface. Luger por lo tanto se llevó una gran cantidad de silbidos.  

Presentar a Luger con el cinturón fue un problema y en sí, fue porque la WCW no tuvo posesión del título como tal en ese momento. Su solución a ese problema fue la de tomar otro título regional (The Western States Heritage title para ser más exacto) y pegarle una chapa que decía “World Champion”.

La situación estaba empezando a volverse un embrollo. Y lo que faltaba para la WCW se dio: no sólo la empresa no pudo arreglar las relaciones con Flair, sino que éste se fue directamente a la competencia.

La compañía necesitaba cambiar las cosas con Luger por lo alto y por esto, necesitaba hacer algo con Luger como heel. Así que hicieron lo único que podían hacer: colocar a Luger en un feudo con Ron Simmons, un chico que había estado solo compitiendo en luchas de relevos durante su estadía en WCW.

A Simmons se le había concedido la oportunidad por el título en el PPV de Halloween Havok, en vivo desde Chattanooga, Tennessee. Pero antes de que los fans tuvieran su lucha por el título, se les mostró una atracción especial como bonus: una abominación llamada The Chamber of Horrors. La finalidad de esta lucha de 10 hombres en la jaula era atar con una correa a su oponente en una silla eléctrica y jalar el switch. Si ustedes creen que ver hombres adultos golpeando sus reducidas cabezas es entretenido—de una forma morbosa—están equivocados.

El resto del evento fue una serie de luchas “squash”, seguidas por la de Simmons contra Luger, que no emocionó mucho al público. Ahí estaba de todas formas, una lucha notable: el debut en WCW  de Phantom, quien acabó totalmente con su oponente de la tarde, Tom Zenk. Más adelante en el show, Phantom fue desenmascarado para mostrarse como el “Ravishing” Rick Rude, uno de los grandes top heels de la WWF en años anteriores. No tenía mucho sentido promocionar la aparición de Rude en este show—que pudo generar unos pocos minutes buys. De todas formas la compañía tenía un top heel en sus manos y esto haría que pudiera ser útil durante 1992.

El año terminó para la compañía con su tradicional y grandísimo show del año Starrcade. Anteriormente el show siempre se caracterizaba por tener unos feudos asignados, donde generalmente el más importante era el de la lucha por el World Title. Este año, sin embargo, en un esfuerzo de cambiar las cosas, Dusty vino con su Lethal Lottery en donde al azar se elegían equipos que se enfrentarían a otros para que las parejas ganadoras participaran en una batalla real: the battle bowl.

La trampa en este caso era que al jugar la lotería, los resultados eran tan raros, que a todo el mundo le pareció que en efecto era al azar. El evento fue un extraño revuelto de luchas entre chicos que no tenían nada que hacer en el ring con otros. Por fortuna, la WCW dio un buen final a la noche, siendo Lex Luger y Sting los últimos en quedar en el ring, donde el primero continuó siendo el World Champion y el segundo visto como el contendor numero 1 al título. Sting gano a Lex Luger para dar lugar a una lucha que los fans de la WCW querían ver.

El problema era que ahora Lex Luger quería irse de WCW, tan solo 6 meses después de Flair. Su sueño de ser campeón mundial de la WCW se había convertido en pesadilla, ya que estaba cansado de los canticos de “We want Flair”. A comienzos de 1992, él básicamente desapareció del lugar y estuvo más que decepcionado de perder el titulo con Sting en el Superbrawl de febrero 29 de 1992.
Luger no era el único chico que se iba. Jim Herd tuvo una pelea con su jefe porque pidió que Dusty fuera despedido. Increíblemente, Dusty se quedo y Herd fue despedido (tristemente antes de que su deseo de crear unos luchadores jorobados se realizara). Juro por Dios que era una de las cosas que él quería.
Herd fue cambiado por Kip Frye, que tenía un nuevo enfoque de lo que debía que hacer en la compañía. Esto involucraba, créanlo o no, a los mismos luchadores. Su idea era simple: recompensar a los hombres que hicieran mejor su trabajo. En efecto, él creó un nuevo sistema de bonos en la compañía donde $5.000 eran repartidos a quien realizara la mejor lucha en cada PPV. Aumentos también se introdujeron. Este liderazgo, fue lo suficientemente importante, para que los luchadores se sintieran motivados en el ring, y que como consecuencia le dieran a los fans eventos que merecían la pena ser vistos.

Había algo nuevo, algo totalmente inesperado. Por años, ellos habían tenido que soportar a canosos veteranos y bookers gruñones como Ole Anderson diciéndoles que tenían que cerrar la boca y hacer lo que ellos les ordenaran.  Anderson, en particular, estaba intentando de sacar todo el talento joven para traer a sus viejos amigotes por precios bajos. Claro está, esto era lo que los fans no querían ver, pero a Anderson le importaba muy poco. Él había crecido sin tener contacto con este negocio, quedándose estancado en el tiempo, donde él y otros viejos seguían siendo las reinas de la fiesta. Después de años de estar presionados, parecía que jóvenes de la compañía como Brian Pillman,  Steve Austin y Tom Zenk tendrían un cambio.

Cuando las cosas iban viento en popa, Frye de un momento a otro se fue y se percibió que todo volvería a como era antes de su llegada. El sucesor de Frye fue Bill Watts, un viejo de la UWF, que fue un luchador conocido como “cowboy” durante sus días en el ring. Tuvo buenos planes para el negocio y les dio a hombres como Jim Duggan, Ted Dibiase y Junkyard Dog su primera exhibición a nivel nacional. Él había estado en shows como el The superdome en Nueva Orleans haciendo toneladas de dinero y creando shows de televisión que mostraban excelentes ratings en Oklahoma y otros estados. Desafortunadamente, esas zonas fueron devastadas por el mercado del petróleo a mediados de los años 80 causando una severa depresión económica. Por eso, sus nativos estaban más preocupados de cómo alimentar a su familia que de lo que pasara en un show de wrestling. La UWF fue devorada por la WCW en 1987 y Watts tuvo que tomar vacaciones indefinidas del negocio.

Desafortunadamente en sus primeras semanas en la oficina, era claro que Watts no había visto un single match desde que se acabó su compañía. Él era un old school[8] , maldición, y era lo que quería ver. Por esto hizo que las luchas de la WCW fueran más “legitimadas” e hizo unos extraños cambios de reglas de poco sentido para quienes no fueran nostálgicos de los viejos tiempos como él.

Por ejemplo, prohibió inmediatamente todos los movimientos que se realizaran desde lo alto de las cuerdas y efectivamente, esto mato las luchas de cruceros que ayudaban a la WCW a diferenciarse de otras compañías. En efecto, en 1992, Brian Pillman y la sensación japonesa  Jushin Liger protagonizaron en Superbrawl, la que para muchos es la mejor lucha de todo el mundo. También removió los protectores que se encontraban alrededor del ring, con el ánimo de…hmm…bueno, nadie sabe realmente por qué. Se puede argumentar que posiblemente todo esto fue para que sus trabajadores vieran lo duro que era lanzarse golpes fuera del ring. Watts tenía gusto por los chicos duros—siendo uno de sus favoritos, Steve Williams quien una vez fue destrozado durante una lucha en la tarde y regreso a trabajar esa noche con 108 puntos en su cabeza. De qué manera Watts pudo alentar a trabajar a alguien en condiciones tan peligrosas, removiendo los protectores, es algo que nadie sabe; tampoco por qué casi no hizo nada por mantener el vestuario.

La pérdida de énfasis en la división crucero llevó a que Pillman y Watts se tuvieran bronca, lo cual desembocó en que el primero le dijera al otro que tendría que recortar su salario. Pillman que estaba bajo contrato, le dijo que se largara. Watts declaro que haría lo que fuera para hacerle perder el empleo (haciéndole perder todas las luchas) mientras él estuviera ahí, a lo que Pillman le respondió “entonces voy a ser el jobber mejor pagado”.

Algo como eso, no le importaba a Watts, ya que aparentemente a él nunca le había importado lo que los otros chicos pensaran de él. Eliminó el servicio de comidas, prohibió que tanto la familia como las esposas de los luchadores los visitaran en camerinos y en un aparente esfuerzo de joder a todo el mundo, colocó la regla de que ningún luchador se podía ir hasta que el evento hubiera finalizado. Desde la lucha inicial los chicos tenían que sentarse por tres horas hasta que la campana final sonara. Rápidamente, Watts se volvió impopular entre sus trabajadores.

Todo esto empeoró cuando intentó darle un push hasta la luna a un nuevo luchador sin talento y con poco carisma que era… bueno… su hijo Erik.

Sí, tal como Dusty Rhodes le dio un push a su hijo Dustin en una lucha para la cual no estaba preparado, Watts cayó en la trampa de sacar a relucir su hijo sin talento y destacarlo más de lo que merecía. Los luchadores que habían estado trabajando por años por un push se horrorizaron y no sólo ellos, sino también los fans, que abuchearon al pobre Erik para que se fuera del establecimiento, todas las noches.

Un chico que conectó con el público fue Big Van Vader, que fue traído de Japón. Un monstruo de 400 libras que fue bookeado como el top heel de la empresa e inmediatamente empezó acabar con todo el que se pasara por su camino. Nadie podía detenerlo y tras semanas, los fans sabían que el único hombre que podía detenerlo era Sting. Este era el clásico bookeo del heel que nadie podía detener y el popular babyface campeón. Lo más impresionante fue que la WCW permitió que Vader le ganara en la lucha estelar de Great American Bash y lo estableciera como un viable campeón mundial tanto para los fans como para los chicos detrás de la cortina.

Después de derrotar a Sting, inexplicablemente Vader, según el libreto, debió perder el título con Ron Simmons, la persona que no había logrado generar interés en su feudo con Lex Luger. Al día de hoy, no se puede explicar por qué Watts le dio el cinturón a Simmons y lo convirtió en el primer negro campeón del título peso pesado del mundo. Posiblemente quería repetir lo hecho en su vieja Mid-south promotion con The Junkyard Dog. Pero en ese caso, Junkyard Dog era carismático y adorado por los fans, mientras Simmons tan solo era pasable con el micrófono y obtuvo una mínima reacción. Esto hizo que las luchas del campeón fueran contra los mid-carders de siempre como The Barbarian. Después de todo, un campeón es tan bueno como los rivales que enfrenta y los fans sabían que derrotar un cadáver como The Barbarian no significaba nada. Por ello, Simmons perdió el título con Vader en diciembre.   

Todas las ideas “old-school” de Watts lo colocaron entre la espada y la pared, no sólo porque los fans de WCW estaban disminuyendo, sino porque también a la Corporación Turner no le gustó unas declaraciones en el periódico Pro Wrestling Torch, en las que dijo que en los restaurantes los dueños no debían servir a los negros si ellos no querían. Obviamente esta anacrónica forma de pensar no podía ser tolerada en una entidad como la de Turner. Watts entonces se encontró enfrentándose a uno de los más famosos negros de la nomina de Turner: Hank Aaron. A pesar de que aún en la comunidad wrestling se preguntan si Watts era o no racista, el hecho de que él pretendiera crear un tag team conocido como The Posse—protagonizado por dos negros delincuentes que estaban dirigidos por un rico blanco sureño—no ayuda mucho al caso del vaquero.

El estilo con el que manejaba la promoción pudo haber funcionado en los años 80, pero él no se percato de que los tiempos habían cambiado (como pueden ver, esta sería una tendencia de los bookers de la WCW). Pero no era su filosofía del wrestling la que estaba pasada de moda, más bien él carecía de habilidades para tratar con la gente. Él era su propio jefe, no respondía a peticiones y su temperamento no estaba de su lado, haciendo que se enfrentara con los que no estaban de acuerdo con sus tácticas. Después de tanto tiempo soportando al vaquero, éste se marchó a la puesta del sol, abandonando todo lo que había hecho, no sin antes haber sido capaz de dar un gran golpe final.

A finales de 1992, él se encontraba en una terrible posición y sabía que solo un hombre podía sacarlo de ahí: Ric Flair. Sí, ese Ric Flair. El hombre que se largo de la compañía en el régimen de Jim Herd, el mismo que los fans pedían desde su salida. En un esfuerzo por levantar los hundidos ratings, Watts decidió sacar al aire clásicas luchas de Flair contra chicos como Ricky Steamboat o Terry Funk y eso sirvió, los ratings subieron de manera alucinante. TBS estaba feliz con las ganancias así que Watts decidió traer a Flair otra vez a la compañía.

Sin importar el éxito de los dos títulos mundiales, Flair se había vuelto un luchador de segundo nivel en la WWF. Después de perder el cinturón mundial con la WWF con Bret Hart en Saskatchevan, Flair sabía que sus días en lo alto estaban terminando, con lo cual haría un gran impacto si volviera a la WCW. Con la WCW queriendo pagar mucho dinero por su vuelta, Flair fue donde Mcmahon y le pregunto si se podía ir. Mcmahon siempre le había dicho que si se sentía infeliz en la compañía y quería salir solo debía preguntárselo. Y como Mcmahon era una persona de palabra, le dio la posibilidad de irse a Flair preguntándole si podía perder con una de sus estrellas Mr Perfect Curt Henning, en una “loser leaves town match”[9].

Después de todo, era tiempo de volver a su hogar y traer a sus más leales fans. Era tiempo de hacer todo lo posible para hacer la empresa más competitiva con los Mcmahon. A pesar de que Flair no pudo luchar por varios meses por un trato de no competición que pactó con Mcmahon en un segmento titulado “Flair for the gold”[10], detrás de escenas, eventualmente, se convirtiría en el booker líder de la empresa.

Al ver que pudieron recobrar a Ric Flair, Ted Turner fue convencido de que abriera su gorda billetera e intentara fichar mas nombres. Le costó medio millón de dólares traer a Sid Vicious, un movimiento justificado en la industria, ya que éste, hace  menos de un año se había enfrentado a Hulk Hogan en Wrestlemania. También firmaron al “British Bulldog” Davey Boy Smith, a un precio exagerado—un gran misterio, viendo que él había sido tan solo un midcarder (como la mitad de los tag team de Bulldog) la gran mayoría de su carrera en WWF—admitiendo que era un tremendo éxito, tras señalar que alrededor de 80.000 personas fueron a Summerslam en 1992 en el Wembley Stadium en Londres. Ese último punto tenía una trampa: él era una estrella de ultramar, es decir, de su “hogar” Inglaterra. No había triunfado totalmente en Estados Unidos, donde la WCW realizaba sus shows.

No sólo la WCW fichó luchadores, sino también, por recomendación de un directivo de los PPV, Sharon Sidello, empezaron a filmar parodias en un esfuerzo de vender los shows que vendrían. Esas no fueron producciones baratas con un equipo común de grabación para televisión, sino eran filmes profesionales y se veían como películas. ¿Por qué no? Si tenían a la familia Turner detrás de ellos, podían hacer una producción cara.

El problema era que esas parodias estaban horriblemente escritas y el resultado fue de risa. Tomemos por ejemplo la confrontación entre Vader y su nuevo némesis, Cactus Jack (Mick Foley).  La storyline que había sido preparada por Vader y Jack para que el segundo cayera, estuvo alargada en el  WCW Saturday Night, siendo el show más importante de la empresa en ese momento. Vader golpeo fuertemente la cabeza de Jack con el concreto de las afueras del ring dejándolo fuera de combate. Con algo así, Pro Wrestling 101 dijo que repitiendo el golpe una y otra vez, los fans vieron a Jack como un simpático personaje para seguir. De inmediato, una pretenciosa storyline fue creada, donde Jack tenia amnesia y creía que era un marinero que fue perseguido por semanas por unos falsos reporteros.

Foley detestó el ángulo de la amnesia. Cuando volvió al ring, intentó hacer toda clase de cosas salvajes alegando que era parte de una elaborada estratagema psicológica para usar con Vader. Sin embargo, después de decir esas cosas en tv, los anunciadores siguieron con el cuento de la amnesia, sin importar que él dijera que no tenía amnesia. Esta clase de contradictorias storylines serian pronto comunes en la compañía.

Incluso siendo Lost in Cleveland (una mini película basada en el ángulo de la amnesia) un fracaso, la WCW sintió que estaba en algo y siguió adelante con los planes para su siguiente película épica. Esta era Beach blast, en la que Davey Boy y Sting fueron programados para acabar con Vader y Sid. Un bookeo común de wrestling diría que promover una lucha de relevos con los mayores heels en la compañía enfrentando a los chicos buenos, debería filmarse con los chicos malos acabando a hostias a los chicos buenos en el ring. Esto haría un escenario donde Sting y Davey podrían buscar venganza, la cual parecería que no se podría realizar por ser invencibles los malos. Después de todo, luego de ser derrotados ¿cómo podrían ganar?

En su lugar, los fans fueron “invitados” por Sting y Davey Boy que se encontraban jugando voleibol con huérfanos en una isla (y acá cito directamente) “en algún lugar del golfo de México”. Vader y Sid aparecieron para patearles el trasero a todos (en una guerra de botes, nada mas) y retaron a los chicos buenos a sobrepasarlos en un picnic. Bueno no, sólo bromeaba. En realidad ellos los retaron a una lucha en Beach Blast. Mientras tanto, un malvado de un solo ojo llamado Cheaturn (y si, “nos engañó”[11]) colocaba una bomba en el bote de Sting, explotándolo y haciéndolo añicos, acción que celebraron los heles.

Miremos ahora estos dos escenarios: en el primero, los heels derrotan a los face y los dejan botados en el ring, el film pudo haber costado 0 dólares en extras. En el segundo, el increíble corto bien producido, pero horriblemente escrito y protagonizado por huérfanos/botes de guerra/enanos de un ojo/explosión de un bote costó aproximadamente $80.000 (más del doble de los  $33.000 gastados en el PPV). Ambos podrían haber tenido los mismos resultados, ya que el buy rate de Beach Blast no recibió más del 0.5.

Después de perder mucho dinero, WCW estaba buscando alguien nuevo para que tomara las riendas y este fue el anunciador Eric Bischoff.

Bischoff había estado un puñado de años en la industria y en efecto le habían negado un puesto en la WWF por el año de 1990. Aprendió todo lo del negocio por Verne Gagne, el hombre detrás de la American Wrestling Association, quien en su día, tenía muchísimo poder en el negocio del wrestling profesional, operando principalmente fuera de la región del medio oeste de los Estados Unidos.
La compañía, alrededor de la década de los 60, firmo un trato con ESPN, donde ellos le permitían tener un show diario que lograba tener el millón de televidentes.

La American Wrestling Association, fue anfitriona de muchas estrellas del wrestling, donde Verne al igual que Ole Anderson, se encargo que brillaran él y su puñado de buenos amigos. Más adelante, tuvo que morderse el culo, porque sucedió lo impensable—se volvió viejo.              Le tocó cambiar algunas cosas. Los fans cansados de su anticuado geriátrico, dejaron en claro que querían ver caras nuevas. Verne era terco, y siguió con su cuento, permitiendo que hombres como Hulk Hogan, Jesse Ventura y los Road Warriors, se le salieran de sus manos. En una que otra extraña ocasión un principiante podía romper los pronósticos y ganar, pero esto ocurría porque aquel joven era familiar de uno de sus chicos viejos, siendo los más llamativos Curt, el hijo de Larry Henning y Greg el hijo de Vern (un flacucho y escuálido que nadie quería ver en los main events).  

Con el tiempo Bischoff llego a la AWA, cuando la promoción ya se encontraba en su lecho de muerte. La audiencia de los shows bajó en picada por lo que Gagne decidió no sacar más eventos en vivo desde arenas y decidió grabar sus shows en bodegas vacías. Viendo lo que ocurría, las mejores estrellas de Gagne decidieron irse a otras empresas. Verne al ver todo esto, decidió darle a su aprendiz una última oportunidad de salvar la empresa.

Bischoff empezó a escarbar en su cabeza y trajo la que veía como la solución ideal: The Team Challenge series. La idea era dividir el roster en tres equipos, hacer que los equipos trabajaran entre sí en una serie de luchas, donde el ganador se llevaría un premio de un millón de dólares. De esta forma, si alguien se iba de la compañía (lo que estaba pasando casi semanalmente), su equipo podía continuar sin él. Las luchas en sí,  consistieron en gimnicks absurdos; lo mejor de las series fue la lucha en la que dos hombres lucharon para recuperar un pavo crudo, con el ánimo de colocarlo en un poste. De verdad, impactantemente, el Team Challenge Series pudo arreglar un poco del daño que había sufrido la compañía, pero ésta se acabaría poco después.

A pesar de este abyecto fallo, Bischoff desarrollo gusto por el negocio y aprendió mucho bajo la tutela de Gagne. Después de que Vince mostrara nulo interés por él, se fue para la WCW y tuvo una oportunidad como anunciador de pequeños shows. Como una esponja, Bischoff se empapó de cada pedacito de sabiduría que tenía (no sólo de los luchadores y el equipo de bookeo sino también de la gente de producción). Bischoff era lo suficientemente listo para darse cuenta de que el campo del wrestling abarcaba mucho más de lo que sucedía en el ring. Por esto tuvo su gran momento cuando partió Bill Watts, ya que la compañía estaba buscando un nuevo mandamás. En ese tiempo, todos pensaban que su nuevo jefe iba a ser Tony Schiavone, el líder de los anunciadores de WCW. Schiavone, después de todo, había estado en WCW desde antes que se llamara así.  Él había trabajado para Jim Crockett, no solo como anunciador de wrestling sino también como comentarista de baseball. Si alguien tenía fijo el puesto, por muchas razones, era él.

Pero no ocurrió. Turner de repente le gusto lo que vio en Eric Bischoff, era joven, bien parecido y agresivo. Tenía nuevas ideas. Además, posiblemente lo más importante, era que mostraba una buena mentalidad corporativa, con un buen entendimiento de marketing que lo encontraba muy atractivo. Rápidamente, entendió mejor el pro-wrestling, estando a años luz de los viejos ásperos que habían estado antes que él.

Ole Anderson empezó a gritar al momento de la noticia… ¿pero Bischoff? De ninguna manera. Él estaba mucho más arriba y posiblemente por esa razón, más que ninguna otra, es que vio el balón y empezó a correr detrás de él.

Sin importar los fallos a nivel artístico y comercial de las mini-películas, Bischoff vio el valor de tener más control sobre el producto que presentaba en la pantalla. Por consiguiente, su decisión fue la de abstenerse de seguir grabando en arenas de televisión y empezar a grabar en MGM Studios en Orlando, Florida. Esto tuvo dos efectos: reducir costos (los que le producía grabar cada video) y permitir que la empresa “diera a ver” a los fans quienes eran realmente populares y quienes eran odiados en su ranking. Para esto, la WCW  empezó a mostrar el público de esos videos, filtrando cualquier fan del hardcore wrestling que tenía su propia opinión sobre los diferentes luchadores, las cuales no lograron mostrar lo que la empresa quería dar a ver. Por ejemplo, Marcus Bagwell era un babyface que no gustaba a muchos fans hardcore quienes siempre lo abucheaban cuando iba camino al ring, lo cual WCW no quería y por ello, sacó carteles de abuchear o aplaudir como en un show de televisión común y corriente.

Tal como un show de televisión “común y corriente” siguieron grabando por varios meses. Nunca antes esto había ocurrido en el wrestling, pero para fortuna de Bischoff, estas grabaciones lograron ahorrarle a la compañía muchos miles de dólares, lo que sin ninguna duda gustó a sus jefes dentro del régimen Turner. Sin embargo esto obligó a la compañía a realizar un plan en avanzada, porque tenía grabadas las cintas de los últimos tres meses, los peores de todos los tiempos. De esta forma, cualquier cambio de titulo que realizara la compañía, en esos PPV en vivo o en los especiales de Clash of the Champions serían factores en la producción del show. Por ejemplo, cuando las grabaciones empezaban, Barry Windham era el NWA Champion, pero después en las grabaciones Ric Flair terminaba siéndolo. La lucha en la que el titulo cambiaba de manos no fue filmada, porque el cambio de título se planeó para el evento Beach Blast.

Además de ello, los cassettes dejaban en claro que Flair podía perder el titulo rápidamente después de ganárselo a Rick Rude, lo cual causó los mayores dolores de cabeza de WCW; sobre todo, cuando las noticias de los cambios eran filtradas por los fans. No obstante, en la infancia de internet, la única manera de que los fans conocieran realmente qué estaba pasando era por medio de un insider newsletter[12] lo que la WCW no consideraba como un tema de real importancia.

El mayor dilema fue que las filmaciones estaban hechas y la WCW tenía que seguir adelante con su cambio de títulos. Ellos lo habían hecho antes, a comienzos de 1991, cuando las luchas fueron grabadas con los Fabulous Freebirds vistiendo los cinturones de parejas, sin importar el hecho de que ellos no los habían ganado aun. En efecto, los Freebirds perdieron los cinturones con los hermanos Steiner, ¡todo antes de que ganaran los títulos en primer lugar! Eso no importaba, porque esas cosas se podían ver en orden en la televisión.

Desde que las cosas en ese escenario les salieron bien, la WCW sintió que las grabaciones de Orlando también podrían hacerlo igual pero había otros asuntos que resolver. Uno de los más grandes era que la National Wrestling Alliance descubrió algo acerca de los próximos cambios de títulos en las grabaciones. Como pueden ver, desde la formación de NWA, el principal cuerpo que gobernaba  era el que votaba los cambios de títulos y los aprobaba. De esta forma, si un promotor quería darle el título a alguien, decía, Roonie Garvin (por ejemplo), el consejo debía votar y decidir a menos que hubieran perdido la razón.

En 1993, la WCW seguía siendo un miembro de la NWA, y todos sus títulos eran prácticamente de la NWA. Bischoff, sin embargo ignoró todas las viejas reglas y empezó a darle el título a quien le diera la gana: un gran argumento que hizo chocar a las dos partes y eventualmente hizo que se rompieran los lazos con la NWA. De todas formas, ellos hicieron un ángulo donde Rick Rude con el NWA World Championship hacía bromas de ida y vuelta con Ric Flair, que de alguna forma tenían relevancia en el programa. Cuando no pudieron promocionar más el titulo máximo de la NWA, decidieron llamarlo el Big Gold Belt[13], empezando a promocionar luchas por el “Big Gold Belt”, lo cual era un lío.

Otro desorden por las cintas envolvió a los títulos por pareja de la WCW. Los Hollywood Blondes Steve Austin y Brian Pillman, debían perder sus títulos con los Horsemen Ann Anderson y Paul Roma. En las cintas, se revelaba que los blondes debían hacer esto en el show el Beach Blast, pero en el último minuto, la WCW decidió mantener los campeonatos a Pillman y Austin. Ellos hicieron esto porque después seguía el evento Clash of the Champions en vivo, en el que la WCW debía realizar el cambio de títulos. Algo magnifico en teoría, si no hubiese pasado que Pillman se lesionó antes de la lucha y no pudo ir a trabajar al show. Un improvisado equipo “campeón” de Austin y Steve Regal (quien nunca antes había trabajado con Austin y no tenia lazo alguno con él) defendió—y perdió—los títulos con los Horsemen.

Con todos estos problemas, todos creían que el péndulo se encontraba moviéndose hacia arriba, especialmente con el show más grande del año, Starrcade, en el horizonte. El evento fue protagonizado por una lucha que nunca antes se había dado, una que nunca se había presentado antes y que los fans estaban dispuestos a pagar por verla: Vader vs Sid Vicious con el WCW World Title en juego. De nuevo las cintas de la MGM revelaron el curso de los eventos: Sid con el cinturón en su cintura era mostrado como un héroe.

Las cosas esta vez se vinieron abajo. Durante un tour en el Reino Unido, Sid y Anderson tuvieron una pelea en una cantina. Ambos estaban tomados, y Vicious se puso violento, diciendo que él era el futuro de la empresa y que Arn y su compañero Flair,  eran unos viejos dinosaurios. A Arn no le gusto haber sido comparado con un brontosaurio y los dos hombres estuvieron a punto de irse a las manos, pero dejaron así y Arn se retiro a su habitación, a la cual fue seguido por Vicious. Cuando llego a su habitación, Sid golpeo en su puerta ofreciéndole una disculpa en forma de sillazo en la cabeza a Arn y los dos se fueron a las manos. Sid tomó unas tijeras con las cuales intentó punzar a Arn, cortándose él mismo en el proceso. El incidente salió en todos los diarios del Reino Unido y ya podrán imaginarse lo que pasó en el seno de la jerarquía Turner.

Los propios luchadores estuvieron molestos en el evento, con Arn buena gente y Sid…bueno, para ser franco, se comportó como un total hijo de puta en el vestuario. Finalmente la decisión fue la de despedir a Vicious.

Aquí tuvimos un problema. El hombre que lideraba la empresa como campeón en el año 1994—y que había sido ya grabado como eso—era historia. Un loco revoltijo se dio a continuación para ver quién podía coger la casilla del main event en el mejor show del año contra Vader, siendo Cactus Jack, Sting y Rude los favoritos para esto. Al final, Bischoff se decidió por Flair al oír que en los eventos de la WCW el público constantemente gritaba “we want Flair”. Anunciado que después de la lucha tendría que retirarse para siempre si perdía, un exaltado Flair derrotó a Vader ante 8.000 fans que pagaron 65.000 dólares en la Independence Arena de Charlotte para verlo recobrar el título. Sí, sin importar que fuera “muy viejo” para Jim Herd, tres años después y sin haber sido usado por Mcmahon o la WWF, Flair volvía a ser el hombre.

Eran buenos tiempos para todos en la compañía. Sin embargo, la felicidad no duró mucho, ya que los oficiales de Turner decidieron ver en los libros como le había ido a la compañía bajo la batuta de Bischoff el año anterior. No había duda de que el nuevo estilo de promocionar, junto con sus medidas de ahorro—como filmar la mayoría de programas de la WCW en MGM—podían pagar grandes dividendos cuando los estados financieros salieron a flote.

Pero no lo hicieron. En realidad, la compañía estaba perdiendo dinero y esto era algo de lo cual Bischoff no quería hacer parte, ya que después de todo, si él pudiese ser el primer hombre que le diera utilidades a la WCW, entonces probablemente habría obtenido aún más poder y dinero para hacer lo que se le diera en gana. Pero ellos eran cerrados, muy cerrados y no querían que la empresa se le escapara de las manos.

Después de una semana de intensa búsqueda espiritual, Bischoff decidió que había una cosa que le faltaba a la WCW para tener la atención de los medios de comunicación. Eso era que ellos aceptaran que estaban al mismo nivel de la WWF. ¿Que hemos perdido dinero? Sí señor Turner, lo hemos hecho. Pero podemos hacerlo de nuevo, muchas veces. Solo necesitamos un poquito más de tiempo y un poquito más de dinero. Necesitamos capturar la atención de un fan casual y conozco al chico ideal para esto. Usted probablemente ha oído algo sobre él: Hulk Hogan.

Ahora había algo que Ted podía comprar: la mayor estrella que ha visto este negocio. Con la bendición de Turner, Bischoff, con la gran ayuda de Ric Flair, que conocía a Hogan desde sus días en la WWF, se pusó de acuerdo para coger al pez más grande del estanque y lo trajo a casa con el tío Ted. El momento era el adecuado, porque Hogan se había ido de la WWF el año anterior por una pelea que tuvo con Vince Mcmahon sobre la forma en que él bookeaba. Hogan creía que debía ser el centro de la compañía, el campeón. Mcmahon no estuvo de acuerdo y prefirió enfocarse en chicos jóvenes como Bret Hart y Shawn Michaels, de los cuales creía que podían tener una “nueva generación” de fans. Los dos estarían en un encarnizado storyline en que estaba en juego el título de Hogan en Wrestlemania IX, el cual perdería con Bret Hart para que con esto le pasara la antorcha.  Sin embargo, Hogan, estancado todavía en la década de los 80, se opuso aduciendo que Bret Hart era todavía muy menudo, por lo que acabó con el enorme Yokozuna en el ppv King of the Ring de ese año y desapareció de la compañía para dedicarse a la actuación, y aparecer esporádicamente en grandes shows en Japón.

Sin embargo, en WCW había una pequeña habitación para que una estrella como Hogan brillara en la compañía, sí él quería ser el top dog de la promoción, estaba muy bien. Después de todo, estamos hablando de un tipo que había recogido más dinero que cualquier otro en la historia del wrestling. Sólo pregúnteselo y él mismo se lo dirá. La única piedra en el zapato era que pedía muchísimo dinero y un contrato larguísimo que nunca se le había dado a luchador alguno en la compañía. No obstante, a Bischoff eso no le importó. Era Hogan o nada, y después de convencerse de los altibajos que podrían suceder en la compañía —al igual que Ted Turner—, vio su deseo hecho realidad.

En el tiempo de la  llegada de Hogan, WCW había tenido un cambio de look, puesto que el viejo Center Stage Theater —donde por tanto tiempo se había grabado WCW Saturday Nights— había sido totalmente renovado. De acuerdo con una persona que trabajó en aquel lugar, el Center Stage era un nido de ratas en el lugar más asqueroso de Atlanta. Por eso, el primer día de la llegada de Hogan, ellos pusieron cortinas purpura por todos los lados, evitando que se viera toda la mierda que había en el lugar.  Todo el mismo día. Cambiamos el café, el agua y el gatorade por las frutas y todo tipo de alimentos.  En días anteriores, cuando los wrestlers salían, ellos solían irse agachados por debajo de las sillas de las gradas, intentando no pegarse en la cabeza. Por ello, ellos intentaron poner en todos lados cortinas intentando mostrar la arena mucho más bonita de lo que en verdad era.  

La era Hogan en WCW empezó  en junio 11 de 1994. Su llegada fue celebrada con una elaborada presentación (¡con confeti!), en la cual se encargaron de bookear a Hogan como el contendiente número uno del campeón de la WCW Ric Flair (que se volvió heel apenas llegó Hogan). Hogan le ganó fácilmente a Flair en Bash at the Beach, vendiendo en Orlando la colosal cifra de 1.02 de buy rate para la compañía, una de las más grandes que tuvo.

Bischoff respiró aliviado. Su inversión había pagado con creces y los fans empezaron a comprar WCW como una alternativa real a la WWF. Posiblemente se la había hecho a Vince. No, no hay ningún posiblemente en este caso; él pudo hacérsela a Vince y más aún,  lo sobrepasó. Hogan podía convencer a Bischoff de que él tenía la llave para llevar WCW a lo más alto de la montaña: sus amigos (los cuales por casualidades de la vida, también necesitaban grandes salarios). Así que Randy Savage, Jim Duggan, “Earquake” John Tenta, Honky Tonk Man, Jimmy Hart y otros tantos fueron metidos en la nómina. Por ello, empleados de la WCW que llevaban muchísimo tiempo en la compañía como Steve Austin, Vader y Mick Foley fueron enviados al fondo para no robarles protagonismo a Hogan y sus compadres.

“Me chocó estar ahí, no se equivoquen” dice John Tenta. “Hulk realmente llegó como un golpe para mí. Aun así, estaba impresionado de cómo la compañía gastaba tantísimo dinero. Hogan me contó como él y Bischoff fueron por sushi y gastaron $1.000 cada noche, puesto que no les importaba. En últimas no era el dinero de ellos, sino el de Turner. 

Y ahí también estaba Ric Flair, el hombre que había hecho de todo para reparar WCW, siguiendo los mismos pasos que había caminado en la WWF. Por ello, Bischoff se dio cuenta que no había forma de que Flair y Hogan compartieran el top y por ello le pidió al Nature Boy si podía perder con Hogan una vez más en un “retirement” match[14] en Halloween Havoc. El evento fue exitoso puesto que obtuvieron una taquilla record y un buy rate de 1.0. Por ello, el ambiente se veía optimista para la compañía con miras al Starrcade, que ofrecía el encuentro entre Hogan y el eterno lacayo Ed “Brutus Beefcake” Leslie.

Sin embargo, algo gracioso ocurrió en el camino al evento. Los fans, que habían observado apasionadamente los choques entre Flair y Hogan, habían perdido de un momento a otro el interés en lo que hacía Hogan, lo cual se vio cuando llegaron los buy rates, que mostraban un estancamiento de la compañía, puesto que Starrcade marcó 0,6; 40% menos de lo que habían hecho en Havoc dos meses antes y es que obviamente, Ed Leslie no es Ric Flair.

Hubo una pequeña alza en los primeros meses de 1995, puesto que Hogan inició un feudo con Vader que tenía sentido, puesto que este había sido top heel de la compañía por gran parte de los últimos tres años. Los dos lucharon tanto en Uncensored (un estúpido evento lleno de luchas especiales) que hizo 0.95 y Bash at the Beach, que hizo 0.82. Ha de decirse también, que ese evento fue realizado en una generosa playa real y en vivo, por lo que la taquilla no fue superior a 0 dólares.

Con la compañía andando viento en popa de nuevo, Bischoff y Turner tuvieron otra reunión en la que Ted le preguntó: ¿Por qué no estamos derrotando a la WWF, si tenemos a Hogan, Savage y otras superestrellas de alto rango? Bischoff, asustado luego de quedar entre la espada y la pared, esgrimió: “porque necesitamos prime time”. Él pensaba que nunca lo tendría.

Turner, sin embargo, le quedó sonando la idea. Por ello, momentos después llamó a su supervisor de la televisión y le dijo que le diera dos horas en TNT cada lunes en la noche. En otras palabras, WCW competiría directamente contra el programa bandera de la WWF: Monday Night Raw.

Bischoff quedó impávido. Le tocaría enfrentarse mano a mano con Vince Mcmahon y tendría que cumplir lo prometido. Todo se veía como una locura y gente de la compañía le pidió a Bischoff que hiciera algo para cambiar la idea de Ted de alguna forma. Sin embargo, Bischoff pensaba, o mejor, sabía (a diferencia de sus pares) que WCW podía derrotar a Mcmahon cambiando el wrestling para siempre. Eso fue lo que hizo WCW Monday Nitro cuando debutó en la Turner Network Television la noche del 4 de septiembre de 1995, la semana en que Raw no fue  coincidencialmente derrotado. La fórmula clásica de los shows de wrestling fue la de poner primordialmente luchas squash hasta el cansancio y en los ppv colocar las luchas SUPERESTRELLA vs SUPERESTRELLA. Por ello, fue impactante cuando Lex Luger desertó a la WWF, en uno de los tantos eventos que empezaron a ocurrir casi semanalmente. Los fans pronto se dieron cuenta que perderse un Nitro, por Dios, era perderse muchísimo y empezaron a verlo sagradamente todos los lunes en la noche.

Lo mejor de todo, era que el show era 100 por ciento en vivo, algo de lo cual alardeaba, como cuando se autonombró el comentarista estrella del show.  Él había aprendido de su experiencia en Orlando cuánto daño le hacía grabar, por lo que dispuso enseñarle lo mismo a Mcmahon.

“Si estás pensando en cambiar el canal, no te preocupes”, decía Bischoff el día en que Raw tenía como evento principal Shawn Michaels vs Sid, “Shawn derrotará al grandulón en la lucha principal con tres superpatadas”. Sí, ¡él decía los resultados del ya grabado Raw en vivo! Sin ninguna duda, Mcmahon estuvo a punto de tener un infarto cuando se oyó lo anterior. Era inaudito y absolutamente incomprensible.

Bischoff estaba ahí para pelear. Él sabía que Mcmahon no se quedaría dormido, así que aprovechó las oportunidades que se le presentaron y cambió las reglas, tal como Vince había hecho con las pequeñas promociones como AWA años atrás. Una de ellas por ejemplo, fue que Bischoff puso debajo de él una pantallita debajo de la mesa de los comentaristas, donde veía lo que pasaba en Raw, mientras Nitro avanzaba, cambiando los libretos en el transcurso del show. A los chicos no les gustaba eso, puesto que ellos preparaban algunas luchas, pero le dio una pequeña ventaja en esta guerra. Él podía cambiar los shows, a diferencia de Mcmahon, quien para el lunes ya los tenía en la lata. Era una gran ventaja táctica en la guerra entre la WCW y la WWF.

Y era verdaderamente una guerra. Bischoff no escatimaba tiros precisos contra Mcmahon y esto hizo que no solamente noqueara al talento de la WWF sino también a su dueño. Bischoff compró todas las superestrellas de la WWF que pudo, alguna de las cuales estaban felices de darle un golpe a su empleador. La campeona femenina de la WWF Debbie “Madusa” Micelli, tontamente despedida por Mcmahon puesto que él no le dijo que perdiera el título en el ring, apareció en Nitro la semana siguiente con su cinturón, el cual metió en la basura frente a los perplejos ojos de todo el mundo. Esto rápidamente se convirtió en un conflicto personal entre Bischoff y Mcmahon. Fue una pelea, en la cual en su inicio, Bischoff no le pegó un primer puño a Mcmahon, sino lo pateó en el trasero y luego lo volteó para darle un buen puntapié en las bolas. Mcmahon estancado aún en el tiempo de los promotores regionales que él había sacado del negocio, no vio venir esto por ningún lado. Y en un increíble momento, bien hipócrita, como los viejos promotores regionales, puso el grito en el cielo.
No obstante, nada de lo que hizo Bischoff durante los primeros seis meses de la pelea significó tanto como lo ocurrido el 27 de mayo de 1996, cuando en la edición de Nitro, Scott Hall (conocido como Razor Ramon en la WWF) entró en la escena y proclamó una guerra en la WCW. La pelea estaba verdadera y plenamente encendida.


[1] Las llamada squash Match.
[2] Nota del T: El texto original dice 1985, pero fue  en el 84.
[3] N del T: El libro habla de ping-ponged lo cual yo deje como ping-pongeado
[4] Asi se le llamaba a este momento. Su traducción aproximada sería la de “lucha indiscutible” o algo por el estilo.
[5] Queremos a Flair
[6] N del T: Scaffold es como se le llama a un andamio.
[7] N del T: Esto se traduciría algo asi como lucha con cadena
[8] Old school se puede traducir como un vieja escuela.
[9] Esto traduce algo asi como el perdedor se va del pueblo
[10] Flair para el oro
[11] N del T: Aquí hay un juego de palabras. Cheat es engañar
[12] N del T: boletín informativo
[13] Gran cinturón dorado
[14] N del T: La traducción literal sería pelea de retiro. Estas consisten en que el que pierde, se va de la compañía.