miércoles, 15 de febrero de 2012

Hay Festival 2012 Cartagena (parte 3)



La mañana del sábado me sorprendió solitario, en ropa interior y queriendo dormir más. La temperatura era de 27 grados aproximadamente y el sol quemaba las desprotegidas espaldas de los turistas que a esa hora disfrutaban las primeras olas del mar. Me levanté emitiendo baladronadas contra las asquerosas leyes de este país que nos obligan a nosotros, los colombianos, a pagar más que los extranjeros por viajar dentro de nuestro país; mientras pensaba en el que iba a ser el segundo (y último) día de Hay Festival para mí. Como no se me ocurrió un ritual previo a la primera conversación, acudí a la playa a realizar aquella actividad sin sentido de adentrarme un par de metros en el mar, para sentir los golpes de las olas en mi cuerpo.

Me vestí con mi pantaloneta de ir a piscina y salí del hotel con dirección al mar. Lo primero con lo que me encontré al pasar la calle y tocar los primeros granos de arena, fue con dos costeñas, que en un tono de confianza me ofrecieron “el masaje relajante, las trenzas”, y otros servicios; a los cuales respondí negativamente, antes de recibir el ofrecimiento de la pruebita, que como sabemos los que ya hemos ido varias veces a Cartagena, no es sino el ofrecimiento del servicio por un tiempo menor por el mismo precio (no es gratis, es mentira). Luego de las dos mujeres, me topé con otro trabajador de la playa, que me ofrecía un viaje en “banana”, moto acuática y deportes extremos. Para sacármelo de encima, le dije con tono inocente “mañana me monto”, sin mencionarle que al otro día viajaría de vuelta a la nevera.

En fin, luego de esquivar de todas las formas toda clase de comercio playero que sirven como único medio de trabajo a la población de bajos recursos en Cartagena, entré en el mar salado que con fuerte ímpetu, impulsaba litros de agua contra la arena de la orilla. No sé qué tiene aquella actividad de introducirse en una pequeña parte del mar para recibir sus fuertes olas que golpean la espalda del bañista, pero es una actividad que parece tonta, pero que con mucho gusto ejecutamos. En todo caso y para no demorarlos más con mis choco-aventuras; por andar medio sumergido en el mar, me cogió la tarde y me tocó salir corriendo a eso de las 11 al hotel, para bañarme, vestirme y salir para el Hotel Sofitel, donde era la siguiente conversación.


Cuarta charla: 200 años del nacimiento de Dickens: Andrew Davies en conversación con Peter Florence (Salón Santa Clara Hotel Sofitel)







El Hotel Sofitel tenía un buen número de personas en su interior cuando yo llegué. Habían tres filas que llevaban a tres destinos distintos: la primera al lugar donde se compraban los libros (bien caros que si los vendía la “Librería Nacional”), la segunda para obtener la firma de varios autores que estaban sentados al lado del stand de la venta de libros; y la tercera, para entrar a la conferencia en inglés sobre los 200 años de Dickens que era adonde me dirigía. Pedí los audífonos porque la verdad es que no soy la gran cosa en “listening” (bueno y en inglés en general) y entré a aquel ceremonioso auditorio, con una cabina para las traductoras, velas, parlantes marca BOSE y un número extenso de sillas que serían ocupadas en instantes.



El auditorio se llenó y los dos conversadores llegaron para hablar de Dickens, Austen, la adaptación de sus novelas al cine y la televisión, entre otros temas. Fue una conversación bastante agradable, donde hablaron de la labor del guionista de televisión, como es llevar una obra maestra de la literatura al formato audiovisual y en qué momentos el guionista pone de su creatividad para modificar (tanto en la forma del lenguaje utilizado como en el fondo) la obra, de manera que sea más fácil de digerir por el espectador. Me disculparan que sea tan corto y más teniendo en cuenta que hablé pura paja en los renglones anteriores a este acápite, pero de nuevo, mi  memoria me trae momentos de aquel evento y por tanto, no quiero caer en imprecisiones. Lo siento.

Quinta charla: Ideas para un mundo en transición: Carlos Fuentes, Javier Moreno (Diario El País), Juan Manuel Santos y Sergio Ramírez (escritor y exvicepresidente de Nicaragua) en conversación con Alejandro Santos (Teatro Adolfo Mejía)








Esta fue la conversación más esperada del día. Inicialmente el presidente Santos no estaba en la lista de invitados, pero como el expresidente de España Felipe González no pudo venir, sirvió de llanta de repuesto para el conversatorio. Sobre los momentos pre-conversación les cuento que la llegada de Santos que fue buena para los espectadores, ya que abrieron la puerta más temprano. Yo llegué aproximadamente media hora antes de empezar el evento y la fila era cortica (pueden constatarlo con las fotos de arriba). En el lugar habían unos anillos de seguridad donde: lo requisaban a uno, le preguntaban si era empleado público (de qué entidad era de paso) y le daban las gracias por las molestias.







 
Antes de entrar en materia sobre la conversación quiero tocar un tema que siempre mencionan luego de los Hay Festival. En la prensa siempre aparecen columnistas que dicen que este tipo de eventos “culturales”, son elitistas, pero la verdad, es que no son elitistas, sino sociales. Las fotos que les muestro lo dilucidan. Ahí vi entrar al presidente del partido conservador (que les apuesto no ha leído nada de Fuentes y si al caso conocerá los libros que leyó en el colegio), a la esposa de Santos, a la afamada ministra de educación (que debería estar haciendo cosas más productivas), al expresidente Betancourt; entre muchas otras figuras del jet-set criollo que en su mayoría, simplemente iban a tirárselas de cultos yendo a esta clase de eventos. La política y la sociedad de los cocteles se tomaron los espacios culturales, pero bueno, eso a nadie importa.





Vamos a lo importante. Fuentes y su grupo de conversadores entraron al auditorio con Alejandro Santos, bajo una ola gigantesca de aplausos. En su conversación hablaron sobre los indignados, los medios de comunicación, las relaciones de poder (por el ladito tocaron el tema de la literatura y el poder), las drogas (que fue el tema que más eco se le hizo en los medios de comunicación), entre otros que ahorita no me acuerdo. Sobre los conversadores, Fuentes y Ramírez fueron los más lúcidos y carismáticos de la plataforma. Javier Moreno fue sobrio pero contundente. Juan Manuel Santos…bueno, la verdad es que el tipo parecía como en campaña cuando exaltaba los logros de su gobierno, y en un coctel cuando hablaba del amigo del amigo y de la amistad con Fuentes (de quien fue alumno en Harvard).
El único punto negro de la conversación, fue que el público aplaudía cada que intervenía uno de los conversadores y…Juan Manuel Santos.







La conversación fue correcta y apenas terminó, salí corriendo a hacer fila para la firma de Fuentes. Los que estuvimos ahí, esperamos entre la incertidumbre, los rumores sobre que él no iba a venir, que el presidente Santos se lo iba a llevar inmediatamente, que estaba cansado, ect. Pero Fuentes llegó. Salió de la cortina roja de entrada al auditorio y se paró en la mesa predestinada para la firma de libros. Todo el mundo lo aplaudió apenas lo vieron aparecer, ya que el tipo cansado y todo, quiso hacerles este gesto a sus lectores (era el único que podía decir si firmaba o no libros).       

Sexta charla: Revistas, hombres y rock and roll: Daniel Samper Ospina y Dylan Jones en conversación con Rosie Boycott







Antes que todo, las personas que asistimos al conversatorio, esperabamos una conversación light, donde los conversadores se dedicaran a tocar temas lights sobre las revistas para hombres. En realidad no fue así ya que fue una conversación sumamente formal donde hablaron de las revistas dirigidas a hombres, la publicidad, y la censura que padecen las revistas por parte de los anunciantes; política, ventas…y otros temas que no tenían nada que ver con rock and roll. Como cosa rara en las conversaciones de Samper Ospina, en el momento de las preguntas salió un atarban, oscurantista y cristiano  preguntando por la “prostituta” que hizo las imágenes de la última cena. Ya se imaginaran la respuesta de Samper Ospina.
Como elemento que resaltó de la discusión (y que no sé por qué los medios no reseñaron) el señor Dylan Jones se la pasó insinuando que el producto de Colombia, siempre estaba diez años por detrás de lo inglés; razón por la cual, una chica colombiana le preguntó en inglés, directamente al señor Dylan, la razón de aquellos ataques contra lo colombiano. Dylan, sorprendido por la pregunta, se inhibió y dijo que lo habían malinterpretado; la chica le contrapreguntó que entonces qué opinaba y le dijo que fuera concreto, a lo cual se unió Daniel Samper (que también es otro prepotente) diciendo que había entendido la misma cosa y lo exhortó a que respondiera, razón por la cual, la moderadora terminó abruptamente la charla con un “Peace boys”. No sé porque no hubo debate, ni una nota alrededor de esto por parte de los medios, pero bueno…cosas del festival. 

Séptima charla: Jonathan Franzen en conversación con Juan Gabriel Vásquez


La mejor charla del día.








Franzen es uno de los escritores más reconocidos de Estados Unidos y en el momento en que hacía la fila, conocía poco o nada de su obra y en aquel momento, a duras penas sabía que había quedado finalista para el Pulitzer con “The Corrections” y había sido vanagloriado por el presidente Obama por su libro “Liberty”.
Llegué faltando media hora para iniciar la conversación. La fila era gigantesca y no me la creía, de que un autor estadounidense que no es tan conocido en Colombia fuera tan taquillero. En todo caso, me paré e hice una fila de cuarenta minutos para conocer a Jonathan Franzen en su conversación. Para abreviar, abrieron las puertas faltando 5 minutos para empezar la conversación y la gente entró casi corriendo a buscar silla. A mí, me tocó en el último piso mirando de frente la tarima donde estarían los dos conversadores.





Franzen y Vásquez empezaron hablando del gusto por los pájaros el escritor estadounidense, rememoraron algunas escenas de su periodo de escritura antes de “Las Correciones” (donde tuvo un matrimonio cayéndose a pedazos); del significado de escribir, de la parafernalia a la hora de escribir (Franzen decía que escribía en un computador sin internet para evitar las distracciones);  sobre la última novela de Franzen “Libertad”; hubo una crítica hacia el capitalismo; el tema político pasó por los micrófonos, entre otros; de los cuales destaco el tema del libro electrónico y de las series de televisión americana.

El tema del libro electrónico me parece que fue el malentendido más grande de la conversación. El hombre dijo que no tenía nada en contra del libro electrónico, que no le caía mal, pero que prefería un libro de papel por lo siguiente (discúlpenme las citas desordenadas):

“The technology I like is the American paperback edition of ‘Freedom,’”   (Prefiero la tecnología del libro de papel de “Libertad”)

My problem with e-book readers is that one minute I’m reading some trashy website, the next minute I’m reading Jane Austen – on the same screen (Mi inconformidad con los lectores de libros electrónicos, es que en un momento están leyendo alguna web basura, y al otro, están leyendo Jane Austen – en la misma pantalla!!)


“I can spill water on it and it would still work! So it's pretty good technology. And what’s more, it will work great 10 years from now. So no wonder the capitalists hate it. It’s a bad business model,” (Le puedo echar agua y sigue trabajando! Es una muy buena tecnología. Además, puede seguir funcionando igual de bien después de 10 años. Así que los capitalistas la odian. Es un mal modelo de negocios) [hablando del libro de papel].


“The Great Gatsby was last updated in 1924. You don’t need it to be refreshed, do you?" (El Gran Gatsby tuvo su última actualización en 1924. Los lectores no necesitan estar actualizándola, o sí?) [Aquella frase esta sacada de contexto en varios medios de comunicación, se las explico. Lo que pasa es que antes estaba diciendo que él, siempre que quería ver los resultados de los partidos de football (creo que era de football), no acudía al periódico en papel sino al virtual, porque los subían de una vez. Por ello salió con aquello de que no era necesario  actualizar las obras literarias y por tanto, la utilidad era distinta a la de los periodicos.]


“I think, for serious readers, a sense of permanence has always been part of the experience. Everything else in your life is fluid, but here is this text that doesn’t change.” (Pienso, que para los verdaderos lectores, aquel sentido de permanencia siempre ha sido parte de su experiencia. Todo en la vida cambia, pero este texto nunca lo hace.)





Por las anteriores declaraciones y muchas más, unos personajes salieron a decir que Franzen había dicho que los libros electrónicos eran malévolos, que los odiaba y otra serie de estolideces que no corresponden a la verdad; ya que simplemente expuso sus razones de por qué preferia los libros de papel.

En otra intervención menos polémica, comentó que su libro las correcciones iba a ser llevado a la televisión en forma de serie y de paso, hizo una crítica de cine, diciendo que prefería el mundo de las series más que el de las producciones cinematográficas, porque mientras al año, la mayoría de películas que salían era para un público de 12 años con ganas de ver escenas inocuas y estúpidas (cosa que estoy completamente de acuerdo); la televisión está sacando muchas producciones excelentes en ese mismo tiempo (Homeland, Boardwalk empire y Californication, por ejemplo).

En fin. Fue una agradable conversación, donde vimos a un hombre solitario, con  ideas políticas, literarias que me gustaron.

Colofón

Antes de terminar este escrito de tres partes sobre mis peripecias en Hay Festival 2012, pido disculpas por ser breve en mi narración de esta tercera parte. La razón es que inicié esto por contar aquellos momentos que viví en Cartagena y bueno, las ocupaciones no me han dejado tiempo para sentarme a escribir como quisiera (o como lo estaba haciendo).

De lo que vi puedo comentar lo siguiente. Hay Festival, solo es un festival dentro de los conversatorios. Cartagena no cambia, no hay ningún aire de misticismo ni cultura (como puede existir medianamente con el Festival de Teatro por ejemplo); es un evento capitalista producido por las corporaciones y editoriales con el ánimo de vender libros (sé que sonó un poco a conspiranoico, pero así es). Los autores caminan por los lugares, te firman libros, te sonríen; pero si no eres una persona con pinta de ser de la sociedad de los cocteles, no van a tener una conversación contigo (me di cuenta de esto con varios). Hay extranjeros y extranjeras (muy buenas) que van con el ánimo de conocer Cartagena, disfrutar del calor…ah e ir a los conversatorios, así que el turismo es el de siempre. Los libros, son carísimos, se suben mucho de precio y por eso no son fáciles de adquirir. Al respecto quisiera citar las declaraciones desafortunadas y absurdas del escritor Oscar Collazos: "Como la lectura de obras literarias, es un evento elitista que tiene, en algunos casos, ribetes de masas cuando se trata de grandes escritores de prestigio internacional. Aquí todo gira alrededor de los escritores y sus obras. Por supuesto que el pueblo y la clase media que paga 100.000 pesos por un concierto de Diomedes Díaz, no pagará 10.000 por una conferencia de Carlos Fuentes, Almudena Grandes o Salman Rushdie, por ejemplo. Ni siquiera se plantea la posibilidad de pagar por escuchar a un escritor que no ha leído, como tampoco se ha planteado la posibilidad de comprar por 40.000 pesos una buena novela después de pagar 200.000 por una botella de whisky". Ojalá al señor Collazos le recuerden que en Colombia no se toma whisky de 200.000 pesos (de pronto él que gana mucho dinero), sino aguardiente de 20 mil (la mitad de una novela). También, que se pueden conseguir novelas muchísimo más baratas en Argentina o en España y que en Colombia son carísimas, por lo que no son asequibles a todo el mundo. También sería bueno que el escritor Collazos se paseara por los hoteles de la heroica,  para que se enterara que los precios no están al alcance de “el pueblo y la clase media” y que cobran más a los colombianos que a los extranjeros.

La anterior declaración también me lleva a otro punto que toqué de manera light antes: el elitismo. Hay Festival, no es un evento elitista, ya que como dije anteriormente, estuve sentado al lado de Paulo Laserna y en otros eventos, de personas de la alta alcurnia, sin que me echaran como un perro. Lo que sí es, y no tengo ninguna duda de ello, es un evento social, donde el jet-set criollo va a tomarse la foto y a decir que son cultos por haber asistido a este evento. A modo de paréntesis, no sé qué dirá el citado escritor Collazos sobre las personas que no han leído obras literarias, pero van simplemente por hacer pantalla y comprar libros con la firma de los autores, que luego chicanean a sus amigos que si saben sobre el autor. Lo más posible es que no diga nada, porque con la comida, uno no se mete.

En fin. Con esto termina mi texto sobre el Hay Festival 2012 diciendo para finalizar, que me gustó y si hay buenos invitados y hay plata (requisito indispensable), posiblemente vuelva el próximo año.

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