sábado, 16 de febrero de 2013

La infalibilidad del papa




Esta entrada es algo corta, pero tenía que dejar mi impronta sobre un tema bizarro (en el sentido anglosajón y galo) que me llamó la atención y es, que con toda la parafernalia alrededor del saliente papa Ratzinger, estuve leyendo todo tipo de publicaciones, de las cuales destaco una idea que no creí que siguiera vigente hoy en día: se preguntaba un columnista en un periódico ¿con la salida del papa, sigue aquella idea de la infalibilidad en éste?

Para empezar definamos que es infalibilidad. Según la RAE, este adjetivo indica que el sujeto “no puede errar” y por tanto, sus actuaciones se encuentran dentro de un marco “Seguro, cierto, indefectible”. Luego de observar esta pregunta (de connotaciones parecidas a la de cuál era el sexo de los ángeles), pensé ¿qué demonios hace creer a ciertas personas que un ser humano puede ser indefectible? Porque lo cierto es que la historia nos ha mostrado que hasta los hombres tienen inmersa dentro de su calidad humana ese elemento error, del que no se salvan ni el símbolo del cristianismo Jesús.

Frente a la anterior pregunta, el portavoz de la Iglesia Federico Lombardi dijo (cuando fue cuestionado por lo mismo) “La teología enseña que hay situaciones, que son excepcionales, en las que se puede hablar de la infalibilidad del Papa, pero la infalibilidad está conectada con el ministerio petrino, que es un servicio especial a la Iglesia, no a la persona que ha renunciado al papado”. Así que además del pontificado, créase o no, a Ratzinger también se le termina la infalibilidad”.

Esta respuesta en lugar de “darme tranquilidad”, me dio una imagen un tanto peor de la Iglesia como de sus teólogos, porque siguen creyendo que el tipo que llega al solio de San Pedro es un ciudadano lleno de virtudes y de grandes pensamientos, razón por la cual han tenido gobernantes tan magnánimos como Juan XXIII (busquen las relaciones con los nazis para que sepan las templanzas de sus actos) o Esteban IV (famoso por empezar el justísimo juicio a Formoso). 
  
En lugar de estar discutiendo cosas tan fútiles como aquellas, la Iglesia debería buscar la forma de recompensar a todas aquellas víctimas de sus actos, a todos los niños violados por sacerdotes que no vieron a éstos cumplir pena alguna por sus culpas, a todos los intelectuales que quemaron, a todos los libros que también pasaron por la pira, a todos aquellos que apedrearon, mataron con la espada, torturaron, escupieron, deshonraron y en fin…a todos aquellos a los cuales de manera directa o indirecta lastimaron. Y no he terminado, la Iglesia debería pedirle perdón a la sociedad por legitimar la prohibición al aborto, que ha llevado a que varias mujeres mueran bajo el cuchillo de algún carnicero que les ha tocado contratar por no ser legal esta práctica y también por legitimar la prohibición de la eutanasia, porque no le permiten a una persona con una calidad de vida ínfima poder morir en paz.

La Iglesia en lugar de seguir con moralismos estúpidos y seguir propugnando la unión de la moral y el derecho, debería dedicarse a cambiar sus ideas reaccionarias para poder entender que el concepto de vida, va apegado al de calidad de vida, que significa que el niño que viene en camino merece buena vida y que el aborto debe ser legal en todos los casos (que no siempre significan el pensamiento políticamente correcto de una niña violada, sino también el de situaciones más cotidianas como la de dos estudiantes que tuvieron relaciones sexuales y generaron un embrión por algún error o por irresponsables), puesto que he visto que de los embarazos no deseados, salen los padres frustrados, que le dan una existencia horrible a las pobres criaturas.

De igual forma, una persona que considere que su vida ya no puede seguir, también merece que le den fin a su vida para poder descansar de una existencia poco melindrosa llena de sufrimiento y dolor. Ah, por cierto, antes que se me olvide, ¿por qué será que aquellos que defienden la prohibición del aborto están a favor de la pena de muerte? No sé.
Pero qué se le hace. Si todavía siguen discutiendo sobre la infalibilidad de un humano, no creo que vayan a querer tomar una postura mucho más “humana” sobre la vida humana (disculpen la anáfora).

Imagen tomada de: http://oehd.files.wordpress.com/2013/02/papa-ratzinger-si-dimette-51.jpg

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