Nota: Esto lo escribí la semana pasada para un medio donde quería que me publicaran, pero que al final no se pudo dar. Para no perder el escrito lo publico aquí.
La Eurocopa ha sido
tradicionalmente uno de los eventos futbolísticos más esperados del año, no en
balde, muchos lo consideran como un evento futbolístico mejor que el Mundial.
Sin embargo, este año el ánimo está muy por debajo de las últimas contiendas y,
por lo menos en Francia, país anfitrión, el ambiente no es tan festivo como se esperaba.
Lo anterior consecuencia de un súmmum de factores que inician desde lo
futbolístico y terminan en lo social, ya que por un lado, desde su anuncio, no
ha caído bien el hecho de que se aumentasen los grupos y por consiguiente vayamos
a tener en primera ronda partidos con mala pinta como Albania contra Suiza o
Hungría contra Islandia (a precios de 100 y 200 euros por boleta). Esto hace
que muchos partidos se tornen pocos o nada interesantes en la primera ronda y
el interés se guarde pasivamente a los cuartos de final.
Sin embargo aquel hecho no es tan
grave como la huelga de trabajadores que se da como respuesta a un proyecto de
ley de reforma laboral antipopular que quiere pasar el gobierno. Por un lado,
al salir esta mañana me percaté que la basura de hace una semana sigue ahí,
esperando a ser recogida, así que con ello me enteré que los señores que
recogen la basura están en huelga. También lo están los señores del transporte
que ejecutan un plan tortuga según el cual, de cuatro trenes programados a
pasar, sólo pasan dos (o uno, dependiendo del transporte y la línea) y el resto
se cancelan. A eso hay que agregar que Air France también entró en huelga, como
también lo hizo el sector de los carburantes hace ya un par de semanas (parando
el trabajo de refinerías. Como si aquello fuera poco, el nivel de amenaza
terrorista está en un punto altísimo y se teme que alguno de esos locos
peligrosos vaya a explotarse en un lugar con mucha gente, o en el metro o qué
sé yo. Por ello (y aquí doy fe de primera mano) hay bastante policía por todos
lados y hay bastantes controles de seguridad, aunque uno nunca sabe.
Todo lo anterior llegó a sembrar
los peores vestigios respecto de la realización de la Eurocopa cuando la semana
pasada, una lluvia de tres días seguidos cayó sobre Francia sin parar y generó
inundaciones y millonarios daños en muchas partes. En París, las lluvias
hicieron crecer al Sena de manera desorbitante y generó de manera paralela editoriales
en Alemania esperando lo peor y una horda de turistas alrededor del río tomando
fotos y selfies de manera descarnada esperando guardar un recuerdo en su
celular para contar con hipérboles en casa.
Sin embargo, las lluvias pararon,
el nivel del río bajó y la temperatura subió 15 grados en un día, llegando
alcanzar al día de hoy veintisiete grados. Con el tímido sol
asomándose, 90.000 personas fueron al concierto gratis de David Guetta al pie
de la torre Eiffel (al que preferí no ir por la amenaza terrorista) y en el día
de ayer, para el partido de inauguración, el estadio se llenó y a los bares de
París no les cabía ni un tinto. Eso me hizo pensar, cuando escuché a los
franceses cantar su himno de forma atronadora en toda la rue Mouffetard donde me encontraba, que a pesar de lo que digan,
que el fútbol más que para tapar problemas sociales a veces sirve para pasar un
rato agradable entre tanto día gris y tanto mal augurio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario