Como en años anteriores, acudí al Hay Festival de este año, animado
por escuchar a Mario Vargas Llosa y a otros escritores como Eduardo Sacheri,
Javier Cercas o David Grossman, quienes me mostraron un don de gentes excelente
por fuera de las conversaciones e intervenciones interesantes, que si bien,
algunas veces, volvían a lo dicho en otra(s) conferencia(s) (que se puede
encontrar en youtube), en general fueron agradables. Me disculparán si
posiblemente no me explayo en los temas tocados en los conversatorios o corto
de tajo el tema, puesto que lo que narro dentro de los eventos es básicamente
lo que copié en mis apuntes (que en ocasiones están muy desordenados por cierto, pido disculpas por ello) y además, esta entrada está hecha con el ánimo de
contarles lo que vi en el evento y lo que copié en mis apuntes. Si alguno queda
interesado en oír alguna de las charlas, la organización del Hay Festival sube
los audios en febrero o marzo de este año. Así que empecemos.
1.
Exordio
Quiero a diferencia del año
pasado, comentarles quien soy para que más o menos tengan un pequeño perfil del
bloguero que les cuenta sus peripecias festivalinas. Soy un chico de 21 años,
que se graduó de la carrera de abogado, pero que está constantemente en
contacto con la literatura, que fue mi puerta de entrada a la lectura y a la
escritura. En materia económica y social, pertenezco a la clase media, teniendo
como padres a unas personas que hicieron lo posible por darme una buena
educación y que lucharon por mantenerme en la universidad a punta de créditos y
buenas intenciones (que espero retribuir haciendo algo que valga la pena). Lo
anterior se los cuento porque en el Hay, la condición social, si bien no es un
factor excluyente en el sentido estricto de la palabra, si es visto por las
personas que acuden al lugar. Después volveré con este tema.
Frente al idioma inglés, tengo
una relación agridulce, porque aunque se me dificulta hablarlo y escucharlo, lo
leo con facilidad y fluidez, cosa que debo corregir, empezando por cortar los
subtítulos en el idioma original de las películas, que no me permiten
concentrarme en reconocer los fonemas anglosajones y de esa manera entender con
mayor comodidad. Les digo lo anterior, porque (continuando con mi honestidad
brutal) entré a los conversatorios en inglés sin audífonos, así que por ello,
se puede decir que entendí la mitad de lo que dijeron (sí soy un mediocre, lo
acepto y tengo que hacer algo para remediarlo).
Dentro del borrador que venía
escribiendo en el avión que venía de Cartagena, tenía algunas anotaciones en
las que les contaba qué era el Hay Festival y alguno de los invitados de otros
años, pero la verdad supongo que los que llegan a esta entrada ya conocen el
festival. Sin embargo, he de decirles que ya fui el año pasado, así que ya
sabía a qué atenerme y qué iba encontrar en el lugar.
Estas son las entradas del año
pasado:
Ahora vamos a lo importante, la
historia.
2.
Jueves
24 de enero de 2013
A diferencia del año pasado,
llegué a Cartagena en las horas de la mañana del día jueves, esperando poder
asistir a varios conversatorios del primer día del evento. Había comprado las
boletas la primera semana de diciembre, ya que la última de noviembre (fecha en
que salieron a la venta) se agotaron de manera insólita y sólo hasta la
siguiente semana, volvieron a estar a la venta (en una de esas situaciones
rarísimas, que ni siquiera yo entiendo). Les debo confesar que cuando vi el
letrerito de boletas agotadas en la pantalla de mi computador, se me quitaron
las ganas de ir a Cartagena en enero, pero cuando entré por cuestiones de
suerte a la semana siguiente y vi las boletas disponibles, inmediatamente las
compré sin pensarlo y luego busqué los pasajes.
Como pequeña anécdota, la única
boleta que permaneció agotada en la página web desde su inicio fue la del
conversatorio entre Mario Vargas Llosa y Carlos Granés. Nunca la vi disponible
en el website de Gema Tours, por lo que tuve que pedirle el favor a alguien que
me la comprara el mismo día que llegaron a la Librería Nacional de Bogotá (ese
día estaba en otra ciudad). Esa persona llegó a las 2 en punto (hora en que
inició la venta de boletas) y me contó que había una fila como de 7 personas
que se fue acrecentando con los minutos. Esto, para que vean el mediatismo que
tiene el nobel peruano en nuestra tierra colombiana.
En todo caso, una vez conseguidos
los tiquetes importantes (Vargas Llosa y Herta Müller), compré los pasajes que
me permitieron llegar al aeropuerto cartagenero en remodelación un mes más
tarde, observando sus paredes desnudas y su pequeño encanto que en ocasiones me
recordaba el de mi ciudad natal y en otras, al videojuego Trópico 4. La
temperatura el día de la llegada era de 30 grados y a mi lado habían llegado
unas mexicanas que se veían mayores de 30 años, pero con un alma aventurera de
25. Recogí mi maleta en las bandas de la salida del aeropuerto, tomé un taxi y
fui al hotel, donde me registré y dejé la mayoría de mis cosas en la habitación.
A las 11 y cuarenta de la mañana salí en dirección al Teatro Adolfo Mejía. El
taxi duró 10 minutos aproximadamente en hacer arribo a la pequeña entrada de la
Ciudad Antigua, que conecta con el antiguo teatro Pedro de Heredia.
Justo al momento de llegar me
encontré con mi primera decepción: la primera boleta del evento (Alex de la
Iglesia en conversación con Roberto Pombo) estaba agotada así que pensé que iba
a tener que conformarme con quedarme por la Ciudad Antigua esperando el
siguiente conversatorio. Sin embargo, una revendedora llegó a mi lado y me dijo
“mirá te tengo la 1 si la quieres”. Pensé que me iba a cobrar los excesivos
precios que piden los revendedores de aquel lugar, pero me dijo que me la
dejaba en 20 mil pesos. Inmediatamente se los pagué y entré al recinto para oír
al director de cine Alex de la Iglesia (a quien sólo conocía por El día de la
bestia).
Ah por cierto, se me había
olvidado comentar, las boletas del jueves no las había comprado porque no tenía
certeza de que me iba desde el jueves en la mañana, por eso me tocó llegar a
buscarlas en el lugar.
2.1. Alex
de la Iglesia en conversación con Roberto Pombo
Siendo las 12 y 15
aproximadamente, el auditorio estaba casi a rebosar. Me tocó ir al tercer piso
del Teatro Adolfo Mejía para conseguir un puesto decente desde donde observar
la conversación, que iba a ser también reproducida en varias pantallas colocadas
alrededor del recinto. La mayoría de cubículos del primero y segundo piso
estaban con el letrero de reservado, por lo que los ciudadanos de a pie, sin
palanca, que no éramos patrocinadores, nos tocó correr como salvajes para
conseguir un buen puesto.
Esperé un buen rato en mi
solitario asiento, mientras otras personas (acompañadas por lo general), se
sentaban a mi alrededor con el ánimo de observar qué tenía Alex de la Iglesia
por decir. Un ayudante de Daniel Mordzinski (fotógrafo del Hay Festival) me
pidió que sostuviera uno de los periódicos que dejaron encima de las sillas
para aparecer en las fotos del festival. Le colaboré, pero realmente no creo
que suban mi foto a la página web. En todo caso, luego de que casi toda la
gente estuviese sentada, salieron a escena el director del tiempo Roberto Pombo
y el cineasta y escritor (vi a la salida que vendían un libro escrito por él)
Alex de la Iglesia. La gente ávida de conversatorios, estalló en aplausos
mientras los conversadores tomaban asiento y sonreían.
Mi relación con Alex de la
Iglesia ha sido en términos generales aceptable. De él conozco la película el día de la bestia, la cual me gustó y me
produjo varias risas, que me llevaron a tenerle un lugar especial dentro de las
películas de bajo presupuesto que admiro (donde también está la notable
Braindead). Así que llegué ignorante del resto del cine de él y de sus últimas
películas que tantas reacciones divididas han tenido por parte del público.
La conversación inició con varios
chistes flojos, entre los que estaban las afirmaciones del director de que no
era el verdadero Alex de la Iglesia, sino un doble y que la gente no sacaría
nada de esta charla ya que no hablarían de cine sino de sexo. Varias de las
personas entre el público rieron en una estruendosa carcajada, mientras yo
seguía serio, esperando oír algo más interesante. Afortunadamente Alex llevó la
conversación a un lugar mucho más apetecible, como lo es el terreno de la
creación y los problemas que tienen quienes quieren llevar una película del
mundo de la ficción a la realidad. Según Alex de la Iglesia, él filma películas
porque ninguna de las que ha hecho, le ha gustado y sigue buscando la que lo
enamore. Por ello filma para corregir y hacer algún día una buena película.
Recordó que sus películas iniciales tenían mala fotografía y que dudaba de todo
lo que hacía.
Recordó que el día anterior, en
la cual se encontró con Mario Vargas Llosa en el coctel de bienvenida quien le
dijo que le había gustado su última película. En palabras de él inmediatamente
se enamoró de la literatura del peruano a quien dejó de ver como un buen
escritor para verlo como un genio (lo decía molestando y refiriéndose a
aquellos cambios de opinión que se generan cuando una persona nos hace un
elogio).
Pombo siguió diciendo que iba a
buscar el hilo conductor de las películas de Alex de la Iglesia y ahí iniciaron
con el tema del humor en las películas del español. Él empezó diciendo que
utilizaba en humor como mecanismo de defensa o arma en contra del mundo en el
que siempre estamos solos y confundidos. El humor es un arma de violencia
civilizada que lleva a la risa, puesto que si recordamos a Charlot (personaje
de Chaplin) enviándole una tarta a la cara de una persona, estamos frente a una
situación violenta que por alguna razón da risa.
Cuando estudiaba filosofía, de la
Iglesia tuvo un profesor que le mostró el texto más transgresor jamás escrito,
como es aquel fragmento en que Jesús enseñó que si te golpean en una mejilla
pon la otra. Este acto cínico e indirectamente violento, quiere decir que si
alguien te ofende, lo puedes golpear por partida doble con tu indiferencia.
Por otro lado, al hablar de su
película anterior “balada de la trompeta triste”, Pombo le preguntó a Alex de
la Iglesia que por qué utilizó payasos en aquel film. Éste respondió que los
payasos siempre le han parecido personajes interesantes, de otra época, que
representan la máscara o el disfraz grotesco de todos nosotros. Para el
director español, todos tenemos disfraces como el de ser el lambón, el
oficinista, el intelectual entre otros.
La figura del payaso siempre lo
aterrorizó de niño, pero le apasionó de adulto cuando se dio cuenta de que era
uno de ellos. “Un payaso somos todos” ya que “nos exigen ir de una manera
determinada en la vida”. Según el director español nos obligan a ser graciosos
y tener una sonrisa en este circo absurdo que es la vida. Por ello, siempre
está mal vista la persona que no sonríe constantemente. Al lado de la risa, el
ridículo también nos salva de la vida, ya que una persona ridícula es una
persona transgresora.
Pombo luego de lo anterior, le
preguntó sobre el significado de la aparición de Franco en una de sus películas
a lo que Alex de la Iglesia respondió que cuando uno cuenta una historia, no
tiene por qué entenderla. En los años 20 y 30 por ejemplo, el proceso de
creación era espontaneo, y directores como Buñuel colocaban en la pantalla de
tajo lo que veían si estaba bien. Por ello es que lo importante del cine es
contar algo que le apetece al director, en lugar de lo que debería estar bien.
Según Alex de la Iglesia, lo importante de todo es que la persona que hace la
película no se derrote al llegar a la práctica puesto que entre la idea y la
expresión de esa idea hay mucho trecho y “somos lo que hacemos”, no lo que
pensamos, soñamos o anhelamos.
Por otro lado, Alex de la Iglesia
comentó que siempre le gusta que sus finales se desenvuelvan en las alturas
porque en ellas, las personas son sinceras y siempre dicen la verdad (para esto
trae como ejemplo el final de Star Wars
el imperio contraataca). En las alturas, uno de los dos personajes cae y
refleja su condición humana, su derrota.
Además de ello, agrega el
director del día de la bestia que “lo
bonito no es rodable” y por ello, las mejores películas y los mejores
personajes no son en los cuales el personaje le va bien y no tiene problemas.
Para Alex, los malos son más atractivos que los personajes buenos y por ello es
que en las aventuras de Tintin, todos
nos enamoramos del capitán Haddock, quien es un personaje borrachín y con
problemas con el que podemos identificar sentimientos, en lugar de Tintin quien
es una buena persona ,que le cae bien a todo el mundo, que todo le sale bien y
que nunca tiene problema alguno. “El mal es lo atractivo de la vida” y el
demonio somos todos…pero el vecino es peor.
Luego de aquella parte, Pombo
dirigió la conversación hacía las relaciones y Alex de la Iglesia contó su
relación con Mario Vargas Llosa (a quien conoció la noche anterior) y con Pedro
Almodobar. De igual forma, se refirió a la identidad diciendo que hasta que no
te insulten, no sabes quién eres. Hasta que no te sientas ofendido cuando te
digan “hp español” o algo por el estilo, no descubres en qué lugar te
encuentras clasificado.
Volviendo al tema de la risa,
para Alex de la Iglesia, la risa es la mejor arma contra la que un dictador o
un asesino no puede luchar ya que funciona mejor que un golpe o una bala, ya
que ante el golpe, el gobernante arbitrario se levanta, pero frente al
ridículo…tiene muy poco qué hacer porque si responde, se verá todavía más
ridículo y si no responde, igual.
Finalmente Pombo preguntó sobre
si con ocasión de la crisis española, vendría a hacer películas en
Latinoamérica a lo que este respondió que en primer lugar, no tiene la
sensación de que Europa salga a flote próximamente. Según Alex, un genio hay
que plantarlo, fomentarlo y cosecharlo, aunque la gente de la industria quiere
que el público vaya por otro lado. Por ejemplo, después de tener un magnifico
cine italiano de los 50 y 60s (el neorrealismo italiano) en donde varias
películas con no mucho presupuesto, quedaron muy por encima de la industria
hollywoodense, pasamos a un cine italiano paupérrimo, del cual no hay figuras
que puedan rescatarse. A cambio de aquella debacle del cine italiano, quedamos
con Telecinco y Berlusconi, quienes son todo lo opuesto a un cine de calidad.
Ahora bien, respondiendo a la cuestión del cine latinoamericano, lo ve en auge,
puesto que quienes trabajan en este lado del mundo, lo hacen preocupados por
sentir la vida con pasión.
2.2. Fútbol y literatura: Eduardo Sacheri y
Daniel Titinger en conversación con Daniel Samper Ospina
Luego de la primera conversación
con la que Pombo nos dio la bienvenida al Hay Festival de este año, quedé
desparchado por dos horas (el evento terminó a la 1:30 y el siguiente era a las
3:30), razón por la cual me dirigí a la Ciudad Histórica para buscar un lugar
en donde comer. Entré a un sitio chiquitico y normalito en el que pensé que
iban a tener comida a un precio relativamente razonable. Sin embargo, luego de
pedir un almuerzo, comérmelo y dirigirme a la caja, me encontré con la sorpresa
de que los platos eran mucho más caros de lo que aparecían en el menú, por los
adicionales que supuestamente eran gratis. Tengan cuidado a la hora de comer
en Cartagena, ya que hay mucho
inescrupuloso intentando verle la cara a uno de bobo y además, lugares
supremamente caros donde la comida vale cuatro y cinco veces lo que en otras
ciudades (una entrada de tomates mozarela 22.000 en Cartagena, cuando en
restaurantes de Bogotá los consigo en $8.000 o máximo en $14.000), pero qué se
le hace, es una ciudad turística donde todo tiene precio de huevo de oro.
Después de mi suculenta pero
dispendiosa comida, me dirigí al Teatro Adolfo Mejía, no sin antes comprar un cigarro
para ir fumando por las calles de Cartagena, soportando el durísimo sol que
azotó a los visitantes durante los tres días que estuve en el lugar. Llegué a
la taquilla, encontrándome con que las boletas para el conversatorio de “Fútbol
y Literatura” estaban agotadas. Inmediatamente sentí otra vez la rabia de
llegar tarde, antes de que un “bienintencionado” cartagenero me dijera “hombe,
yo te tengo la número 4 si la necesitas”.
—“Listo, ¿en cuánto me la vende?”
—“Cuarenta barras” me respondió.
Inmediatamente hice un gesto de risa y le respondí “no mijo, ta muy cara”.
—“Bueno en treinta porque somos
amigos” respondió. Los vendedores de Cartagena de Indias siempre van a decir
que son amigos de uno, pero sus precios, denotan una cosa muy diferente.
—“No manito, está recara, mire
sabe qué, le doy 22.000 ahí pa’ que se gane dos mil pesos”.
—“No hombe, está muy barata así
si no”
—“Ah bueno, muchas gracias
entonces” le dije y me retiré del lugar. Las boletas del Hay Festival de este
año estuvieron a $20.000, un precio algo alto teniendo en cuenta que son
aproximadamente 4 los conversatorios a los que uno acude por día. Por ello, no
iba a pagar 10 mil pesos más por un conversatorio, ya que de ser así, me
quedaría rápidamente sin el poco dinero que llevaba.
—“Bueno está bien, deme las
veintidós barras y aquí está la boleta” me dijo cuando vio que me iba del lugar.
Saqué el dinero correspondiente y
le cancelé la boleta al costeño, con la que entré más adelante al evento
siguiente. Como no quería tener más sorpresas como esas, fui y adquirí en la
taquilla las otras dos boletas de las 5:30 y de las 7:30 y me dirigí a fumarme
otro cigarro al lado del Teatro Adolfo Mejía. Ahí me encontré casualmente con
la señora que me había vendido a $20.000 la primera boleta y me saludó y me
dijo que si necesitaba boletas que la buscara a ella. Le respondí afirmativamente
y me quedé hablando sobre una y otra cosa del evento (algo insólito porque soy
lo más asocial que se puede encontrar sobre la tierra), antes de despedirme y
entrar al Teatro Adolfo Mejía que tenía una fila verdaderamente pequeña en
comparación a la del evento anterior.
Ingresé rápidamente, con
facilidad y conseguí un asiento en el primer piso al lado de la tarima en la
cual iban a llegar los conversadores. Contrario a lo que decía la hoja de la
taquilla, a este evento no vino mucha gente, por lo que empecé a tener mis
reservas respecto a la disponibilidad de tiquetes por parte de la organización
del evento. No sé si es que los revendedores compran toneladas de boletas o si
por el contrario, los organizadores del Hay dan muchísimas escarapelas que en
muchas ocasiones no utilizan los periodistas, estudiantes e invitados. En todo
caso, después de unos minutos, Sacheri, Samper y Titinger hicieron su aparición
en el escenario ante los aplausos del público.
Samper Ospina inició ironizando sobre el
público que había venido al conversatorio, diciendo que no era una audiencia
futbolera, ya que mientras estábamos ahí, jugaba el Barcelona (creo que por la
Copa del Rey). Para justificar que la literatura tenía relación con el fútbol,
Samper citó la casualidad de que el hijo de Shakira y Piqué era tocayo de
Kundera. Luego de esto reprodujo una cita de Borges en la que éste despreciaba
el fútbol y la tan manoseada cita de Camus sobre el mismo, para mostrar la
dicotomía por parte de los intelectuales frente a este deporte.
Sacheri tuvo la palabra luego de
finalizada la intervención del moderador, diciendo que veía en el fútbol unos
elementos estéticos, como por ejemplo, que en este deporte se juega con las
extremidades menos hábiles de los seres humanos. Además de lo anterior,
consideraba que el fútbol es un deporte democrático, ya que iguala a personas
en su torpeza (en principio).
Después, la palabra la tomó
Daniel Titinger, quien inició diciendo que la crónica de fútbol prolonga los
roles de la literatura y que el fútbol, no termina cuando finaliza el partido,
sino hasta la semana siguiente, cuando viene un nuevo partido y el equipo
ganador tiene la oportunidad de consolidar la victoria y/o el equipo perdedor
tiene la oportunidad de ganar o seguir en desgracia. Además de ello, Titinger
dijo que con las frustraciones peruanas en materia futbolera, ahora el Perú
está con sus ojos puestos en la gastronomía.
Daniel Samper siguió con la
charla, preguntando sobre qué es lo importante en el fútbol para encontrar en
él historias literarias.
Eduardo Sacheri inició diciendo
que en la literatura, el dolor es más importante que la alegría, puesto que las
historias interesantes son las de perdedores, las de fracasados intentando
hacer algo más con su vida y por ello es que considera que el fútbol sirve para
hablar de cualquier otra cosa, como problemas sociales por ejemplo. Por otro
lado, los personajes casi perfectos tipo Messi o Pelé, no son rentables
literariamente porque no tienen problemas, ni dificultades que lleven al lector
a identificarse con ellos o por lo menos, a ver una historia que narre una de
esas carencias que tenemos en la vida real. En el mismo sentido fue la
respuesta de Daniel Titinger, quien recomendó el cuento “suicidio en la cancha”
de Horacio Quiroga.
Procedió luego Samper Ospina a
preguntarle a Sacheri “¿el fútbol lo llevó a la literatura?” a lo que el
escritor argentino respondió que no, que el fútbol apareció de manera
accidental cuando él quería escribir sobre personas normales. La literatura
futbolera está escrita desde el fracaso (ahí aparecen grandes escritores como
Fontanarrosa o Soriano) y ocurre así, por cuanto se escribe sobre lo que falta en
este mundo esquivo. Como dato adicional, esgrimió el escritor argentino que de
fútbol se empieza a escribir, cuando la liga del país empieza a dejar mucho qué
desear, puesto que la literatura futbolera es un acto de resistencia
involuntaria.
Samper Ospina preguntó luego de
lo anterior ¿puede el fútbol producir grandes obras? Y la respuesta de Sacheri
fue que el fútbol ofrece una emotividad fácil que el escritor puede convertir
en una mala historia llena de lugares comunes o por el contrario, una buena
historia. Sin embargo, el fútbol no es el único deporte que permite hablar de
la vida ya que en la literatura está el caso del boxeo por ejemplo, que ha
llevado a varios narradores a realizar crónicas y obras literarias eximias.
Luego de ello, continuaron con
anécdotas, historias y referencias a cuentos de otros autores literarios que infortunadamente
no alcancé a tener en mi agenda por cuestiones de espacio, ya que llevé apenas
tres hojas que me dieron en el hotel y sólo me quedaba una. Sin embargo, fue
una interesante discusión.
2.3. Impunidad.
Luisa Valenzuela, Gioconda Belli, Carlos Vásquez-Zawadzki y Sergio
Ramírez en conversación con Jorge Espinosa
Llegué faltando quince minutos
para empezar el evento porque me quedé en la salida del Adolfo Mejía como
víctima del fetichismo de la firma de libros que había en aquel lugar. Sacheri
amablemente cruzó dos o tres palabras conmigo, firmó y luego yo volví a mí a mi
común y solitario anonimato y él a sus compromisos dentro de la ciudad de
Cartagena. La conversación que le siguió a la hora de fútbol, fue en el patio
del Centro de Cooperación Española, en un bonito lugar rodeado de palmas y
vientos deliciosos que refrescaban nuestras pieles sensibles al sol (sí, sonó
todo cursi…sigamos).
El salón se llenó rápidamente y
en menos de diez minutos, estuve agradecido de no haber llegado más tarde, puesto
que todos los puestos fueron ocupados de manera fugaz. En todo caso, este
conversatorio empezó puntualmente porque los panelistas llegaron dos o tres
minutos antes de que fueran las cinco y media. Esto permitió que el moderador
presentara a uno por uno de los que iban a estar encima de la tarima y de poner
sobre el tapete el tema del periodismo y la impunidad.
Sergio Ramírez inició la charla
aduciendo que la impunidad tiene que ver con la represión y que a veces la
gente se cansa de tanta impunidad, como ocurrió con Somoza, quien fue tumbado
luego del asesinato de un periodista que él ordenó. El moderador le preguntó a
Ramírez por qué Somoza no fue implacable con las obras literarias y éste le
respondió que Somoza no veía a los poetas y a los novelistas como peligrosos.
Luego habló Gioconda Belli quien
al ser cuestionada por la censura en su caso personal, dijo que aunque salió
exiliada de su tierra, su poesía política la escribió ya desde fuera de su
país. Por otro lado, dijo que los periodistas de ahora (a diferencia de muchos
de antes) no buscan cambiar el sistema, sino denunciar las irregularidades del
poder y que de igual forma, los periodistas son más individuales y menos
colectivos de lo que era en otras épocas.
Luisa Valenzuela siguió luego de
Belli, aduciendo que en la Argentina los problemas eran difusos en los tiempos
de la dictadura, ya que el país estaba cubierto por un manto grandísimo de
autocensura. La dictadura de aquel tiempo, se encargaba de desvalorizar a la
gente que se iba del país, tildándola de apátridas, traidores, etc. Además de ello,
dijo que el escritor es un ser aislado y por eso necesitaba del cobijo de
alguna organización que le brindara apoyo cuando los poderosos se pararan sobre
él.
Luego de la intervención, Carlos
Vásquez pidió la palabra diciendo que Colombia se raja en impunidad y para
argumentar tal afirmación enunció unas cifras (que mi lento lapicero no logró
atrapar) antes de dar unas posibles causas de este descalabro. Según él, en
Colombia en 1886 una nueva constitución conservadora, tumbó una constitución
liberal llena de derechos. Luego, en la década del siglo XX, los conversadores
se hicieron con el poder y el único liberal que hubo en el congreso fue Rafael
Uribe Uribe, quien fue asesinado. Esto evidencia, según el conversador, la
propugnación del dogma que lleva a la exclusión del otro, que desemboca en la
violencia sobre el otro. Si bien esta situación intentó ser reparada con la
constitución del 91, los hechos no evidencian una mejoría.
El moderador luego de la
intervención de Vásquez dejó una pregunta en el aire: ¿deben ponerse en riesgo
los periodistas para luchar por una idea?
Sergio Ramírez empezó diciendo
que la respuesta a esta pregunta se puede ver desde dos puntos: se puede decir
que sí desde la comodidad de Cartagena, como se puede responder de forma más
compleja desde la perspectiva del oficio, puesto que el periodista debe decir
lo que la gente no sabe. Por ello, el periodismo no puede estar solamente
concentrado en crónicas banales y poco relevantes como las notas sociales, ya
que esto no iría en concordancia con los principios y la ética. Por ello, es
que considera que en México muchos reporteros se sacrifican al intentar dar a
conocer problemas gravísimos relacionados con el narcotráfico y la corrupción. Además
en Honduras, país con más periodistas asesinados después de México, los radiolocutores
son los que tienen los índices más altos de víctimas de la violencia, ya que
por ese medio, es llega a más personas la información transmitida. Por tales
razones, en lugar de preguntarse si deben ponerse en riesgo los periodistas se
debe estar agradecido con ellos.
El moderador pidió de nuevo la
palabra para contar que había conocido que en México existen los llamados
“periodistas tóxicos” que son aquellos reporteros a quienes sus compañeros les
tienen miedo en la sala de redacción, porque con sus escritos pueden ocasionar
que la sala el medio sea víctima de la violencia, por contar información que grupos
criminales no quieren que se cuente.
Luego Gioconda Belli tomó la
palabra, esgrimiendo que como en el caso anterior, existe una falta de
colectividad por parte del gremio, ya que faltan redes para proteger a los
escritores y periodistas perseguidos por las manos oscuras que no quieren que
estos hablen y que otro ejemplo de impunidad, es el que ocurre contra las
mujeres, ya que a diferencia del narcotráfico, según ella ese tema casi no se
toca.
Laura Valenzuela intervino
después diciendo que en Argentina ya se habla de feminicidios y las leyes son
más fuertes contra los sujetos activos de aquellos delitos. Además, la Ministra
de Defensa del país del sur promulgó un decreto por medio del cual toda
persona, sea hombre o mujer, puede utilizar el uniforme que vea más adecuado
para colocarse. Por otro lado, la justicia es un aparato complejo y el problema
de las denuncias no son en ocasiones hacerlas, sino dónde y cómo colocarlas.
Gioconda Belli interrumpió para
decir que con la internet se pueden colocar denuncias más fácilmente, pero
ocurre el inconveniente que sin el control que hacen algunos medios, esas
denuncias pueden ser en gran parte falsas, obligando al lector a tener total
cuidado con la credibilidad de la persona que la coloca.
Según Carlos Vásquez, las redes
sociales permitieron que el ciudadano se transformara en un lector que se vuelve
escritor. Por otro lado esgrimió que Somoza no sabía leer símbolos y por eso
nunca persiguió la literatura.
Quisiera seguir con lo dicho en
el conversatorio pero infortunadamente hasta aquí llegan mis apuntes de ese
día. Les podría narrar aproximadamente lo que recuerdo de las intervenciones
siguientes pero creo que caería en imprecisiones, incluso si hablo del partido
de la izquierda erótica al que invitó Gioconda Belli. Pido disculpas a los
lectores. Sigamos con el próximo evento del cual les hablaré de manera general
ya que no tengo apuntes del mismo (porque no tenía hojas).
2.4. La
vida doble. Arturo Fontaine en conversación con Juan Gabriel Vásquez.
Lo primero que tengo que decir
sobre este evento es que me demoré en llegar al lugar porque no sabía dónde
quedaba la famosa casa de Bellas Artes de Cartagena. Le pregunté a varias
personas y ninguna sabía. Finalmente me encontré mientras subía con un policía,
que me envió al Hotel Santa Clara ya que el lugar queda al frente. Caminé con
todas mis fuerzas e intenté llegar rápido para encontrarme con que habían
salido recientemente del evento anterior y no existía el mínimo indicio de que
se fuera a formar una fila. Por tal razón me fui a sentar y a organizar mi
maleta, para luego darme cuenta que en el momentico que me fui 10 personas,
todas conocidas entre sí, habían formado una fila para el siguiente
conversatorio, a la que me uní todo “forever alone” (teniendo en cuenta que en
todas las filas a las que iba, la gente se conocía una con otra y hablaban de
los posibles viajes al exterior que iban a tener en los siguientes meses).
Me paré de forma estoica en la
fila, sin importar el hecho de que quería fumarme otro cigarrillo, sin poder
hacerlo porque detrás de mí se pararon como 4 personas y así empezó
acrecentarse la fila de un momento a otro. Mientras esperaba mirando para el
techo y leyendo los apuntes del día, vi pasar a Mario Vargas Llosa al lado mío,
de la mano de su esposa, con quien entró al recinto mientras la gente ni se
daba por enterada del espectador que tendrían los escritores Fontaine y Vásquez
en el lugar.
La gente hablaba del hotel al que
habían llegado, de su vuelo de procedencia, por donde habían pasado, si el
transporte había sido bueno o malo para llegar al lugar y conversaciones de
turistas llegando a la ciudad de Cartagena. Mientras tanto yo miraba con
curiosidad la puerta, puesto que me era difícil de pensar que Mario Vargas
Llosa estuviera adentro y es que en el Hay, en lo poco que he ido, he observado
que los autores no acostumbran a entrar a las conversaciones de otros autores y
máxime cuando son los invitados más esperados del evento, por el cual más de
uno había comprado pasaje a Cartagena. Sin embargo, afortunadamente para el
autor, ningún visitante vio prudente ir a pedirle un autógrafo, salvándose del
acoso del que es víctima por parte de algunos visitantes ávidos de firmas. No
culpo a los visitantes, ya que soy un fetichista más, pero a veces hay que
comprender que la persona que escribe y firma libros, también es un ser humano,
que a veces quiere ir a disfrutar de una pequeña velada en el lugar.
Volviendo al relato, diez minutos
después de la llegada de Vargas Llosa abrieron la puerta del auditorio y todos
los que estábamos en la fila ingresamos juiciosamente buscando los puestos de
adelante para estar más cerca de los conversadores. En primera fila observé a
Vargas Llosa, a quien yo, como fastidioso paparazzi, le tomé unas fotos con el
ánimo de publicarlas en este extraño relato con el cual les cuento mis andanzas
hayfestivalinas. Como anécdota, unas señoras detrás de Vargas Llosa se
cuchicheaban entre ellas “¿ese de adelante es Mario Vargas Llosa?” “¿sí o no?”
e inmediatamente el escritor peruano se volteó y les dijo “sí, mucho gusto
Mario Vargas Llosa”.
Después de varios minutos
llegaron al lugar los dos escritores que pasaron por la primera fila saludando
al nobel peruano y luego se dirigieron a las sillas que estaban presupuestadas
para ellos. La conversación inició con Juan Gabriel Vásquez presentando a
Arturo Fontaine, explicando que a los cuarenta años este chileno de formación
de filósofo, que había escrito poesía anteriormente, publicó su primera novela oír su voz. Inmediatamente
fue reconocido como uno de los grandes autores chilenos actuales y hace poco
había escrito la vida doble, una novela que tiene lugar en la época de Pinochet
y narra en la voz de una exguerrillera que le cuenta a un escritor su historia,
la vida que tuvo en época de la dictadura. Fontaine dio algunas de las claves
para entender mejor su novela y contó las vicisitudes a las que se enfrenta el
autor de ficciones cuando se basa en hechos reales. De igual forma narró
algunas anécdotas relativas a su padre y como éste veía su oficio de escritor.
En conclusión una charla amena,
que estoy seguro hubiese podido disfrutar mejor después de haber leído
previamente la vida doble. Vásquez sigue con un excelente nivel y Fontaine fue
un descubrimiento ameno que espero conocer a través de su escritura en los
próximos meses.
La única imagen que no me pertenece la tomé de: http://sphotos-a.xx.fbcdn.net/hphotos-ash4/c0.0.843.403/p843x403/394875_10151437570564664_1533871755_n.jpg
Hola! Yo tengo una pregunta, para la firma de libros si es necesario comprar la boleta?
ResponderEliminarUy, creo que respondo muy a destiempo y me excuso, porque no miro el blog muy a menudo. En todo caso, la respuesta es no necesitas comprar boleta, porque siempre el mancito que habla sale y se sienta en los puestos de libros que hay a la entrada.
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